LOS políticos deben ser un ejemplo para la ciudadanía y, en los últimos tiempos, parece que la clase política de Madrid no se está esmerando en ello. Primero fue Cristina Cifuentes, después Pablo Casado, luego Carmen Montón y ahora el propio Pedro Sánchez. Han recaído las sombras de la sospecha sobre títulos universitarios de todo tipo conseguidos, supuestamente, por ellos. Son ejemplo, para bien y para mal. Y los estudiantes vascos tienen claro que no merece la pena ensuciar su historial académico plagiando.

“No nos la jugaríamos a plagiar nada para un trabajo mínimamente serio y menos para una tesis doctoral”, asegura Ander Fernández de Larrea, estudiante de Ingeniería de Telecomunicaciones. Su amigo Peio Azkarate, eso sí, advierte de que no tendrían mucha dificultad a la hora de copiar en el día a día: “Yo creo que hay tan poco interés en nuestros trabajos para clase, que ni los miran. Podrías copiar perfectamente. Luego, los trabajos más desarrollados, es otra cosa”. De hecho, su compañero Iker de Larrua dice que sabe de otras universidades que lo ponen más difícil: “En Deusto sí que tienen un sistema que mira si has copiado de internet y te dicen incluso en qué porcentaje está copiado”.

Una cosa que sí parece clara es que ni la Universidad del País Vasco, ni sus profesores, les informan mucho de las medidas a las que se someterán sus trabajos para detectar irregularidades de este tipo. “Nos avisan como cuando amenazan con echar fuera al que pillen copiando en un examen, pero luego nadie se va. Todo quisqui copia en un examen y nadie se va”, afirma Peio Azkarate.

Aunque estos días el asunto de los plagios copa horas y horas de emisión y muchas páginas de diarios, lo cierto es que los estudiantes no creen que sea una práctica generalizada. “Yo diría que son casos puntuales”, explica Unai Llamas, estudiante de Ingeniería en Bilbao, “al final, plagiar sí que tiene un riesgo alto. Si llegas a ser descubierto, pierdes todo el trabajo que has hecho durante años de estudios y eso hace que la gente no corra el riesgo”.

Su amigo Urtzi Lamikiz asegura que esas prácticas deben ser sancionadas: “Al plagiar un trabajo pierde su propio valor y no es justo para todo el mundo que se ha visto obligado a hacer ese mismo trabajo. No es el mismo esfuerzo para todos. Está claro que, al menos, el que plagie debe recibir un castigo”.

una aplicación en pruebas Enrique Amezua es el director de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Bilbao. Ayer explicaba a DNA cómo se trabaja en la UPV para detectar los plagios. “Hay una aplicación informática a la cual se somete el texto y detecta si determinadas partes están en la red, que es la fuente de información por excelencia”, relata, “detecta si hay otros documentos de los que se ha podido copiar”. La universidad pública vasca está utilizando esta aplicación “a modo de ensayo”, debido a su alto coste: “Se está probando en algunos centros y, en función de los resultados que dé, se pondrá en marcha de manera generalizada o no”.

Amezua informa de que hay otra manera de desenmascarar un trabajo plagiado. “Una tesis, en general, da lugar a publicaciones en revistas especializadas que pasan un proceso de revisión por parte de especialistas que vigilan los contenidos”, explica el director de la Escuela de Ingenieros, “si esas publicaciones que han salido de la tesis merecen el visto bueno de las editoriales, hay que entender que es algo novedoso y que no está copiado”.

En las tesis de algunos políticos se está criticando también la mala utilización de citas de otros trabajos. Amezua confirma que citar no es malo. “Es necesario, porque tú tienes que partir de determinadas fuentes”, insiste. Pero advierte de que hay una práctica de la que se abusa en exceso: la autocita. “Consiste en citar trabajos en los que has participado tú mismo”, aclara, “es una forma de hacer ver tu trabajo o de valorar tu trabajo, pero de mala manera. La autocita sí está penalizada”.

Enrique Amezua asegura que en nuestro entorno no se ven muchos plagios: “Alguna vez se ha detectado en trabajos de menor nivel. Si se detecta al alumno se le dice ‘esto no pasa’. Pero normalmente esa función la suele hacer el director de el trabajo. Si se detecta en esa fase, no vale para nada, porque lo tienes que volver a repetir. Si lo detecta el tribunal de evaluación, es peor para él, porque le suspende y tiene que empezar de cero”.