donostia - Oficialmente, el lehendakari afrontará a partir de octubre la negociación presupuestaria sin preferencias por ningún socio, pero también lo hará desde el realismo: ayer no ocultó que la opción más natural consiste en dar continuidad a la alianza suscrita con el PP para las Cuentas de 2017 y 2018, y se mostró muy frío con la disposición de EH Bildu al acuerdo porque no acaba de creer en su sinceridad y le genera dudas su nivel de autonomía con respecto al marcaje sindical de ELA. La negociación presupuestaria va a depender casi en exclusiva de la disposición que muestre el PP, y de los condicionantes externos que puedan venir desde su dirección en Madrid, con Pablo Casado al frente. En el caso de que no fuera posible aprobar los Presupuestos para 2019, la prórroga “no sería un drama ni algo trágico”, según dijo ayer Urkullu. No obstante, el lehendakari quiso dejar claro que “no es la opción inicial de este Gobierno”, y que siempre es difícil aprobar unas Cuentas cuando se gobierna en minoría.

Urkullu presionó ayer al PP preguntándole si han cambiado las circunstancias que le hicieron permitir la aprobación de los dos Presupuestos anteriores, o si tiene queja sobre el grado de cumplimiento de esos compromisos. “El PP tendrá que explicar las razones para no guardar la coherencia en los acuerdos”, dijo. El Gobierno Vasco tiene identificados varios factores de riesgo que amenazan con condicionar el debate de las Cuentas con otros asuntos que no se refieren a los números y las políticas concretas: la proximidad de las elecciones municipales y forales de mayo y, sobre todo, la llegada de Pablo Casado a la presidencia del PP estatal, y la tentación de cobrarse la revancha por la moción de censura contra Mariano Rajoy.

El lehendakari aclaró que su gobierno hablará con “todos” y que su gabinete está “empeñado” en aprobar las Cuentas. Sobre el llamamiento de EH Bildu al acuerdo, Urkullu mostró muy poco entusiasmo y detectó un componente claro de “exclusión” en su oferta, porque Arnaldo Otegi se ofrece a contribuir en la gobernabilidad en la hipótesis de que el socialismo salga del Ejecutivo de coalición, y en el supuesto de que los partidos abertzales pacten una hoja de ruta en materia de autogobierno. Avisó de que no está dispuesto a romper el Gobierno de coalición con los socialistas, y recordó a Otegi que “ya ha tenido ocasión de construir” y, a su juicio, no lo ha hecho.

En ese sentido, recordó los inicios de la pasada legislatura, cuando el Gobierno Vasco era monocolor, y EH Bildu dejó caer los Presupuestos del PNV. Urkullu no ha visto mejor disposición esta legislatura, donde la coalición abertzale ha votado en contra de los dos proyectos presupuestarios. Además, deslizó que las filas de Otegi se dejan condicionar por el marcaje del sindicato ELA, que exige una oposición sin concesiones a Urkullu. Sin citar de manera expresa a la central sindical, el lehendakari cuestionó el margen de maniobra de EH Bildu. “Esta legislatura hemos visto cuál ha sido su autonomía con respecto a la negociación”, cuestionó. En otro momento de su intervención, dijo que “ellos sabrán si alguien les ha puesto un veto para negociar”.

UNA ABSTENCIÓN El lehendakari aseguró que su gobierno hará lo posible por aprobar los Presupuestos porque su apuesta de partida es contar con un proyecto actualizado y que se ajuste a la situación económica del momento. En ese sentido, quitó hierro a los nubarrones y aseguró que siempre es difícil aprobar cualquier iniciativa cuando se gobierna en minoría, como es el caso del equipo PNV-PSE. Les hace falta, como mínimo, la abstención de un grupo de la oposición. La opción de Elkarrekin Podemos parece descartada por su apuesta por marcar perfil y destacarse como antítesis del PNV.