Es una labor lenta, pero sin pausa. Se trata de la tarea de recopilar datos y vivencias de más de ocho décadas de violencia en Euskadi y permitir su acceso a la ciudadanía. El Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos, Gogora, contabiliza ya más de un millar de archivos documentales y audiovisuales con testimonios de víctimas de la totalidad de las conculcaciones de derechos humanos acaecidos durante las últimas ocho décadas. La Guerra Civil y la dictadura, ETA, GAL, Batallón Vasco Español (BVE), violencia policial ilícita? Este diario visita unas instalaciones que, en forma de biblioteca, permiten conocer y reconocer las diferentes caras de la violencia que ha azotado la historia contemporánea de Euskadi. Y, por ende, posibilitan construir un relato de memoria compartido a través de los diferentes programas que Gogora tiene abiertos.
Las instalaciones, ubicadas en la planta tercera en la sede de Gogora en la calle María Díaz de Haro de Bilbao, fueron abiertas a finales de junio. Desde entonces, el goteo de usuarios está siendo constante en un centro que persigue ser “referencial a la hora de querer encontrar documentación sobre las conculcaciones de derechos humanos”, desvelan responsables del centro, dependiente del Gobierno Vasco. Y también marcha a buen ritmo la recepción de nuevos archivos, para lo que Gogora cuenta con la activa colaboración de instituciones locales y asociaciones memorialistas de Euskadi. Así lo expone la documentalista Lola Martínez, encargada de recepcionar todos los fondos que llegan a la entidad, catalogarlos y clasificarlos y permitir su acceso a quienes lo requieran, que incluso se pueden llevar en préstamo los libros. Así, se pueden consultar más de 1.200 referencias bibliográficas (libros, revistas y audiovisuales), “además de 200 testimonios de memoria reciente y alrededor de 400 referentes a la memoria histórica”, aseguran. Una sección de hemeroteca, “que estamos iniciando ahora con en torno a 20 títulos”, y un fondo de publicaciones propias refuerzan la oferta.
Una zona de biblioteca y consulta de la documentación y otro espacio habilitado especialmente para acceder y visionar el fondo audiovisual componen el área destinada no solo a recuperar la memoria, sino a transmitirla. “Más que una biblioteca, es un centro de recursos de información”, afirma Martínez, de la que los investigadores son los principales receptores, que no los únicos. “Cualquier ciudadano puede venir”, abunda. El culmen de la biblioteca del instituto es, sin duda alguna, el área donde se exponen los testimonios grabados por las víctimas del terrorismo que relatan la crudeza de la violencia en Euskadi. Son vivencias en forma de audiovisual, aportadas por todos y cada uno de los participantes, tanto en cuanto a su grabación como a su posterior difusión. Enclavado en el programa Gertu, puesto en marcha en 2014 pero que experimentó un decisivo impulso dos años después, la incorporación de nuevos materiales a las estanterías del centro se efectúa día a día. Destacada fue la entrada de las cartas de Venancio Iñurrieta, un concejal nacionalista de Soraluze que escribió desde las diferentes cárceles en las que estuvo preso entre 1936 y 1940 a su familia. Ese tesoro documental familiar reposa ahora en Gogora.
educación y memoria La biblioteca, alumbrada hace unas semanas, va adquiriendo mayor actividad con el paso de las jornadas y la incorporación de nuevos documentos; si bien confían en dotar al servicio de nuevos usos en el futuro, sobre todo en materia educativa. “Se está trabajando con los centros educativos para primero, presentar el servicio y segundo, ofrecerles talleres didácticos para el alumnado de forma que puedan conocer el fondo audiovisual de testimonios y favorecer una reflexión sobre lo acontecido en Euskadi”, agregan.
Con Gogora como centro referencial, algunas personas suelen acudir a las instalaciones para obtener información sobre qué pudo haberles acontecidos a sus allegados en la Guerra Civil, ya desaparecieran o volvieran del frente de guerra a sus casas. En ese caso, derivan a los solicitantes a toda la información a la que puedan acceder -que también es visible en Internet en www.gogora.eus-, en una tarea en la que también está implicada la Sociedad de Ciencias Aranzadi, que colabora con el Gobierno Vasco en el plan de búsqueda e identificación de personas desaparecidas durante la Guerra Civil puesto en marcha en 2002. Hasta finales del año pasado se han recuperado los restos de 117 personas de las 43 fosas exhumadas en la CAV. Que el Archivo Histórico de Euskadi esté en el mismo edificio facilita sobremanera esa labor. por último, Gogora mantiene abierta la elaboración de una base de datos de un Informe de Vulneraciones de Derechos Humanos entre 1936-1940. “Este servicio estará disponible cuando el finalice el informe”, advierten, que “es lo que distingue y da valor añadido a Gogora Liburutegia”, según concluyen.