confieso ser una incorregible lectora de periódicos. Los leo con ganas de descubrir qué se dice en tal o cual colaboración escrita o qué ha pasado y lo cierto es que me sirve para aprender y valorar opiniones diversas y también para comprender lo vasto de este mundo en criterios y realidades, muchas de ellas sangrantes.
Tradicionalmente, el verano, época de sosiego, de playa y familia, de comidas multiplicadas por el sanqueremos y los festejos locales, era tiempo de pocas noticias importantes. Ya se sabe que la canícula relaja hasta las ideas. Y se notaba en la prensa que adelgazaba sus crónicas al máximo.
Sobre todo, en el mes de agosto solía tener lo que en argot se llaman serpientes de verano; es decir, informaciones irrelevantes y más o menos inventadas que respondían fundamentalmente a la exigencia de llenar hojas ante la falta de noticias. Así como las buenas maneras, también esto parece que se ha acabado.
Hoy las echo de menos puesto que que no encuentro más que infumables y desagradables noticias y declaraciones políticas que ojalá fueran de pega como aquellas serpientes veraniegas. Leo y veo informaciones que me producen una gran sensación de irrealidad, pero, dado que están grabadas, comprendo, por ejemplo, que las burradas de Casado o de tantas otras son sucedidos reales, que no se lo ha inventado nadie de la redacción del periódico porque sí. Cada día es más cierto lo peor imaginable.
Agosto se termina marcado por varios temas informativos. Comienzo por la violencia sexual contra las mujeres que no surge porque si, sino que es consecuencia del sistema patriarcal que discrimina a más de la mitad de la población. Por supuesto es necesario denunciarla, pero si no se hace un recorrido moral y político de concienciación individual y social yendo a su origen, difícilmente cambiará. Más al contrario, me atrevo a decir que será cada vez mayor por la reacción de aquellos sectores y colectividades que no entienden el empoderamiento de las mujeres. Es bueno que se informe y critique, pero es malo que se convierta en una anécdota informativa.
Otro tema recurrente real y que no mejora es Catalunya, con tantos vaivenes que cuesta seguirlo. Fue lamentable el aprovechamiento del aniversario del atentado por la casa real y las fuerzas españolas que utilizaron una vez más el dolor contra el pueblo catalán y sus derechos. Están alimentando la españolidad más ultra y lacerante. Por otro lado, la aparente desunión entre las fuerzas nacionales catalanas tampoco augura nada bueno. La visita del lehendakari Urkullu al líder de ERC en la cárcel seguro que llevaba un mensaje de intento de arreglo que, en cualquier caso, necesita de la unidad catalana.
El tercero se corresponde con la continua y masiva llegada de personas del continente africano. Europa debe ser lugar de acogida, pero no es la solución a millones y millones. Lanzo una lanza en favor del Gobierno y resto de las instituciones vascas que están respondiendo adecuadamente, pero a quienes no debemos exigir que solucionen problemas que exceden nuestra capacidad y obligaciones. Atajar seriamente ese asunto pasa porque la Unión europea colabore arreglando los problemas en origen, con ayudas al desarrollo económico, pero también exigiendo a sus gobernantes que respeten los derechos de su ciudadanía. En otras ocasiones y por otros intereses no les ha temblado el pulso.
Para terminar, hacía referencia arriba a Casado del PP. Si no lo remedia el Tribunal Supremo -donde la jueza ha enviado el asunto de su discutible máster- le veremos sacando todavía más su alma de extrema derecha para intentar ganarle posiciones al de Ciudadanos. Viéndoles me acuerdo de unas palabras de Confucio (murió en el 479 a C.): Si se le conduce al pueblo con virtud tendrá sentido de la vergüenza y aumentarán sus expectativas. Quizás por eso prefieran la corrupción.