Barcelona - La agente de los Mossos d’Esquadra que abatió al hombre que asaltó la comisaría de Cornellà declaró ayer ante la juez que pensó que se trataba de un atentado terrorista y que disparó para protegerse a sí misma y a sus compañeros: “Me iba a matar”. Según fuentes judiciales citadas por Efe, ante la titular del juzgado de instrucción número 2 de Cornellà de Llobregat (Barcelona) compareció como investigada, como es habitual en este tipo de casos, la agente que abatió al atacante, además de dos sargentos, en este caso en calidad de testigos, uno de los cuales estaba junto a la mossa cuando sucedieron los hechos.

Ante la juez, y posteriormente en una reconstrucción de los hechos en comisaría, la mossa y el sargento testigo directo mantuvieron una versión coincidente, en el sentido de que actuaron en defensa propia y de la de sus compañeros, que estaban en el vestuario, sin armas, en el momento del cambio de turno. La agente, asesorada por los servicios jurídicos del sindicato USPAC, explicó a la juez que el asaltante accedió a la recepción de la comisaría y se abalanzó hacia donde se encontraba ella, en una pecera -protegida por un cristal, pero con la ventana abierta-, sentada en una silla con ruedas.

El hombre esgrimió un cuchillo de unos 20 centímetros -y con un grosor de hasta siete centímetros justo a la altura del mango- e incorporó la mitad de su cuerpo en la garita en la que estaba la agente, que instintivamente retrocedió en la silla con ruedas, hasta casi caer. Según relató ante la juez, la mossa se pudo incorporar y entró en la estancia de la comisaría pidiendo ayuda, al grito de “sargento, sargento”, ante lo que el sargento, jefe de turno, salió al pasillo y vio a la mujer y cómo se le intentaba tirar encima el asaltante, mostrando el cuchillo por encima de la cabeza. Para salvaguardar su integridad y la de sus compañeros, ambos empezaron a retroceder de espaldas por un pasillo, momento en el que el sargento detalló a la juez que le dio el alto al asaltante al grito de “quieto, quieto”.

Sin embargo, el hombre, de quien por el momento no se han hallado vínculos con el yihadismo, prosiguió con el ataque, por lo que los dos policías fueron retrocediendo, de espaldas, por el pasillo, juntos. En un momento dado, tuvieron que superar de espaldas el marco de una puerta, por el que no podían pasar los dos a la vez. Primero pasó el sargento y posteriormente, cuando la mossa estaba entre el sargento y el asaltante, éste la amenazó de nuevo con el cuchillo, levantándolo por encima de la cabeza, haciendo ademán de atacarla, por lo que disparó con su arma reglamentaria para salvar su vida y la de sus compañeros. Según las fuentes, el sargento ha detallado ante la juez que si la mossa no hubiese disparado lo habría hecho él, porque el atacante se encontraba a una distancia de un metro o metro y medio de ellos y su vida estaba en peligro. - Efe