madrid - Muy pocos, por no decir nadie, aguanta una hemeroteca. Tampoco el PP en la cuestión de los acercamientos de presos de ETA y la kale borroka, a los que se niega con denuedo el recién elegido líder del partido coservador, Pablo Casado. El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, volvió ayer a asegurar su intención de trasladar a los reclusos a prisiones próximas a sus lugares de origen, empezando de momento por los que padecen enfermedad grave y los mayores de 70 años.

Ante las críticas de Casado acusando a Sánchez de ceder ante los nacionalistas vascos para cambiar la política penitenciaria y dar aire a los presos de la banda, el presidente español situó ETA como uno de los asuntos “que trascienden el interés partidario”. Durante la rueda de prensa que ofreció en La Moncloa tras la reunión del último Consejo de Ministros antes del paréntesis estival, Sánchez pidió al nuevo líder del PP que “sea coherente” con lo que hizo su partido mientras ha estado en el Gobierno y que mantenga en esta cuestión una oposición leal, como la que practicó el PSOE mientras estuvo en la oposición.

Aunque no las detalló, Sánchez se refería a los acercamientos de presos realizados por José María Aznar y algunas medidas previstas para flexibilizar la política penitenciaria una vez desarmada y disuelta ETA por Mariano Rajoy.

Aznar aplicó una política penitenciaria entre 1996 y 2000, periodo en el que ETA declaró una tregua de 13 meses (de septiembre de 1998 a noviembre de 1999), favorable a los presos de la banda. El PP no puso entonces ninguna condición para hablar con ETA, ni hubo verificación de que el alto el fuego era real.

Fueron acercados alrededor de 135 reclusos de la banda, algunos a la prisión alavesa de Nanclares de Oca y a la de Burgos. Esta medida se vio complementada con la concesión de segundos y terceros grados penitenciarios. Y todo ello pese a que la banda mantuvo secuestrado durante más de 500 días al funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara y asesinó a Miguel Ángel Blanco. - H.U.