Donostia - Cuando el exsecretario general del PSOE Pedro Sánchez rompió a finales de enero de 2017 su silencio para anunciar en Sevilla que se presentaba a dirigir de nuevo el PSOE, el diputado Odón Elorza era uno de los pocos cargos socialistas que estaba allí. Hoy, con Sánchez en La Moncloa, mira a esta “corta legislatura” con una mezcla de “vértigo y responsabilidad”. Un mandato que ve marcado por un entendimiento con Podemos que pudiera tener recorrido según los resultados de las municipales y autonómicas de 2019.

¿Cómo ha vivido esta semana?

-Con pasión por la política en estas circunstancias de cambios profundos y sucesión de acontecimientos. Desde el affaire del chalet de Pablo Iglesias, la aprobación del presupuesto, la moción, el tema Zaplana, la dimisión de Rajoy, la formación del Gobierno, y entre medio, para algunos, la sorprendente dimisión de Zidane. Con esos debates duros del Congreso, es una mezcla de vértigo y responsabilidad ante lo que viene. Ni al PSOE, ni al Consejo de Ministros ni a Pedro Sánchez les falta capacidad, entusiasmo ni idea clara de la dificultad, pero siempre está la sensación de vértigo y de ver cómo se hacen los procesos de diálogo y complicidad con otras fuerzas para en un periodo corto de legislatura sacar adelante medidas de emergencia social y regeneración democrática.

¿Cómo se entera de que Sánchez va a presentar una moción?

-El jueves (24 de mayo) se conoce la sentencia de Gürtel y por la tarde por medio de algunos compañeros de la Ejecutiva del PSOE y de medios de comunicación se adelanta cómo Pedro Sánchez analiza en Ferraz esa posibilidad. Yo tenía una conferencia fuera de Madrid y estuve varias horas desconectado.

¿Qué es lo primero que piensa?

-Que era lo que había que hacer una vez se conoce el contenido de la sentencia. Era la única respuesta que podíamos dar más allá del resultado de la moción, que entonces al 95% estaba para perderla. Había que presentarla y con agilidad, porque si no, habría quien acusara al PSOE de dudar o no mojarse. Sentí satisfacción y me hice una composición de lugar.

¿Esa composición coincidió con lo que sucedió?

-La dirección del partido esperó todo el jueves a que el Gobierno y Rajoy dieran una respuesta democrática a la sentencia, que asumieran la responsabilidad. No se produjo y la moción tenía vía libre. Los días siguientes la estrategia de Sánchez y del PSOE fue de prudencia, sin forzar las cosas ni pretender negociaciones contranatura que parecieran maniobras para alcanzar la Presidencia a cualquier precio. No se produjeron negociaciones con los partidos independentistas catalanes ni Podemos más allá de las lógicas conexiones telefónicas o personales para informarles de la moción y las pretensiones de Sánchez. Nadie puede decir que se ha negociado nada. Se ha sido claro y es de agradecer el apoyo que en clave de regeneración democrática se ha dado a la moción de censura desde Podemos hasta ERC y PDeCAT, pasando por el PNV.

¿Cómo vio el pleno?

-Con muchísima tensión en el ambiente, que se reflejó desde las primeras intervenciones, y con la duda enorme sobre el resultado. En los pasillos y en el patio del Congreso había tremendas especulaciones y bulos, tanto en torno al PNV como a la posible dimisión de Rajoy -si el PNV fuera a decir que sí- para evitar así la mayor de las catástrofes: perder el Gobierno. Se lo había pedido C’s y, lo que más llamaba la atención, el propio Sánchez cinco veces durante el debate. Hubiera producido mínimo cinco meses más en funciones de Rajoy como presidente. Había muchas dudas, más tras esa tarde de jueves en la que desapareció del Congreso para refugiarse en un restaurante hasta las 22.00 horas...

Usted apoyó a Sánchez desde el principio y celebró la votación con el puño en alto. ¿Emocionado?

-Era más sensación de liberación por la tensión vivida y porque en la grada de arriba había un buen número de socialistas del equipo de Ferraz. Fue un saludo. Por otra parte, un socialista en una circunstancia como estas en la que se gana una moción de censura y se accede al Gobierno... había que mostrar un poco de orgullo, aunque fuera cinco segundos.

¿Ha hablado con Pedro Sánchez?

-No, al finalizar el pleno, un intercambio de palabras. Ha sido imposible. Desde el viernes ha estado concentrado? Ha tenido que ser una locura pergeñar un gobierno, llegar hasta el nivel dos o tres de cada ministerio? Es una labor muy complicada, sobre todo porque se produce de repente, no tras una campaña electoral. Es un esfuerzo impresionante, más si el resultado es globalmente positivo con estos nombramientos.

¿Cuáles son las prioridades de esta corta legislatura?

-Medidas de regeneración para devolver la dignidad a la democracia; medidas legislativas y presupuestarias muy bien priorizadas y efectivas de una agenda social de emergencia para revertir los recortes y reforzar el Estado del Bienestar (la reforma laboral, la igualdad de género?); luego está el presupuesto de 2019 que costará sacarlo sangre, sudor y lágrimas, en el que se debería notar un modelo social, de cohesión territorial y nuevo modelo productivo con señas de identidad del nuevo proyecto socialdemócrata para el siglo XXI; y luego está la actitud de llevar a efecto una cultura de diálogo con los grupos, engrasar día a día la relación fundamentalmente con Podemos, PNV y ERC? Debe ser una estrategia obligada en este escenario que nada tiene que ver con un bipartidismo superado. Sánchez y Adriana (Lastra) están mentalizados para esa negociación permanente que será decisiva para que el Gobierno perdure y se note su gestión.

¿La duración de la legislatura depende de la relación con las Cortes?

-Sin duda. La clave es esa búsqueda de la complicidad y colaboración, hacerlo con tenacidad, espíritu abierto y de que la política sea generosa. Habrá que ceder e intentar sacar pocas leyes pero priorizadas para un tiempo de entre uno y dos años. Esa idea de pacto guarda relación con que sea un Gobierno abierto en el que la transparencia y la rendición de cuentas sean permanentes en cada ministro y ministra. Es cambiar radicalmente la forma de hacer política, un objetivo que, como responsable de ese área en la Ejecutiva federal del PSOE, voy a intentar que se lleve a cabo.

En Euskadi se mira a los presupuestos de 2018. ¿Qué va a pasar?

-Soy optimista. No quiero especular sobre cambios o modificaciones negativas para la gestión posterior de ese Presupuesto. Vamos a ver las enmiendas del PP y C’s, veremos a qué afectan, si son de importancia? Tendrán que pasar por el Congreso. Entiendo que la mayoría del Congreso no aceptará enmiendas de venganza al PNV ni endurecer el presupuesto desde el punto de vista de la política social.

¿Qué va a suponer para Euskadi este Gobierno?

-Debiera de dar continuidad real a proyectos que han estado aparcados o han ido a poca velocidad estos siete años en materia de infraestructuras; debe dialogar, como dijo Pedro Sánchez al hablar de tratamiento de socio preferente del PNV; habrá oportunidad evidentemente de hablar de la reforma estatutaria, de qué dimensión se pretende dar a esa reforma... Entiendo que las instancias oportunas y competentes hablarán en materia de acercamiento de presos y política penitenciaria, y habrá cuestiones que interesan a España en general y que el concurso de Euskadi es importante, porque es referencia en Educación con la FP dual, en políticas económicas con empresas innovadoras, sociales como la RGI, en infraestructuras con el TAV...

¿Peligran el Concierto Económico y el Convenio con María Jesús Montero en Hacienda?

-Entiendo que no hay riesgo. Está consagrado en la Constitución, la posición de la dirección del PSOE ha sido clara apoyando la renovación del Concierto y al apoyo a la cuantificación del Cupo. No veo motivo para la preocupación.

¿Cómo valora los nombramientos?

-Me ha convencido la presencia mayoritaria de mujeres, conozco personalmente a buena parte de ellas y sé de su gran capacidad en la materia, en el trabajo, la dedicación y habilidad para hacer política. Me gusta mucho la distribución ministerial. Hay más que los que tenía Rajoy, pero no significa nada en cuanto a gasto. El Gobierno responde a las necesidades del siglo XXI, a requerimientos de la sociedad y con componentes que permitirán que España retome una presencia más fuerte en Europa para defender mejor sus intereses y para devolver solidaridad hacia esa Europa que se ha transformado radicalmente estos diez años.

Distintas voces recelan de Interior. ¿Será Grande-Marlaska el ministro que acabe con la política de dispersión?

-No tengo esa información, pero como diputado socialista vasco sí me gustaría que fuera el tiempo de esa actuación. Toca ya, no veo personalmente motivos para que se retrasen mucho esas decisiones. Los dos gobiernos y las instancias ministeriales hablarán de ello. No hay razón para que eso no se produzca.

¿Veremos avanzar estos dos años proyectos como la cárcel de Martutene y el traslado de los cuarteles de Loiola?

-No lo sé, pero me gustaría que así fuera, que por ejemplo la negociación pendiente para el traslado se abordara de forma seria, con voluntad de llegar a un acuerdo. Ahí estará Margarita Robles, que le ha correspondido para mí de manera sorpresiva el Ministerio de Defensa. Conozco muy bien su gran capacidad y la fuerza que tiene la ministra, y como diputado y miembro de la dirección del PSOE, haré lo posible para que esos objetivos avancen en este corto periodo de legislatura.

Hemos conocido la conversación entre Sánchez y Torra. ¿Qué gestos podemos esperar respecto a Catalunya?

-Habrá elementos de cambio en la acción política respecto a Cataluña, empezando por establecer puentes de diálogo, análisis de la situación entre ambas partes. Sería mucho ya que las partes se sentaran, analizaran la situación a la que se ha llegado, el contenido real del conflicto existente en materia de autogobierno, inversiones o la relación entre el Gobierno de España y el de Cataluña. Se puede hablar, pero no se va a avanzar ninguna cuestión relacionada con el proceso independentista ni que supere la legalidad constitucional. Más allá de estas cuestiones innegociables, hay un campo enorme de temas que no se han hablado en siete años por parte del Gobierno del PP.

¿Varía la cuestión según qué personas la gestionen?

-La presencia de Meritxell Batet en el Ministerio y con Pedro Sánchez ayudará a engrasar las relaciones y a objetivar los problemas. Vamos a ver si es así. Dentro del Govern, donde Quim Torra para nosotros tiene antecedentes muy negativos, hay un componente, que es ERC, que creo que tiene planteamientos más realistas de lo que se debe y puede hacer desde la Generalitat, a diferencia de lo que pueden pensar el señor Puigdemont o Torra. Tengo esperanzas de que las relaciones se normalicen y que cierta tensión vaya desapareciendo de los espacios públicos de Cataluña.

¿Qué opciones se le abren al nuevo estatus de la CAV con este Ejecutivo?

-Antes de especular nada, y son momentos delicados en los que debemos evitar posicionarnos, tenemos que conocer la posición del Gobierno Vasco. Lo conocerá el Ministerio correspondiente y en su caso, el presidente del Gobierno. Los socialistas estamos un tanto confusos en relación con el contenido del Preámbulo. Lo primero es hablar y aclarar, y guardar un silencio discreto y prudente a la espera de esos diálogos que tendrán lugar entre ambos gobiernos. No me corresponde a mí decir nada.

¿Qué supone este nuevo escenario general para el PP, C’s y Podemos?

-En cuanto a C’s y PP, les veo en una actitud de la crispación de la sociedad y la opinión pública. Van a tener complicado establecer una posición política y estratégica claramente identificable y con apoyos importantes en la sociedad. En el Congreso reciente no ha habido hasta ahora una pelea entre dos fuerzas de la derecha en la oposición. Con el nuevo escenario, serán muy difíciles los ataques de C’s al PP porque ya no está en el Gobierno, y porque el PP en su congreso de julio puede atravesar una renovación, aunque quizá también se quede corta. Esa disputa electoral se ve enrarecida y dificultada para C’s. Rivera sale absolutamente descolocado y desorientado. El PP veremos si, además de la crispación, es capaz de hacer oposición desde una derecha pura y dura. No le vendría nada bien electoralmente.

¿Y Podemos?

-Se inicia un periodo de diálogo, colaboración y negociación entre ambas fuerzas de la izquierda. De ahí se pueden derivar frutos positivos para ambas fuerzas. Tenemos un volumen importante de la ciudadanía que está instalado en la duda y la abstención, desmovilizado ante la derecha. Ayudará a que la ciudadanía de izquierdas se ilusione si ve que hay colaboración entre ambas fuerzas durante esta legislatura, y que pudiera plasmarse en fórmulas de entendimiento tras las elecciones de 2019.

¿Y si Podemos opta por ese marcaje férreo al PSOE que dice le ha hecho C’s al PP?

-Se lo puede permitir porque no está en el Gobierno, pero sabemos con qué presupuesto contamos y quizá, pueda haber algo de tensión. Habrá que negociar muy a fondo de cara a la elaboración de ese presupuesto que ojalá haya para 2019. Puede ser el momento álgido. Estamos en una actitud esperanzada.

Se ha hablado mucho de su papel. ¿Le veremos en la estructura gubernamental o prefiere el Congreso?

-La dirección del partido sabe mi capacidad para desarrollar políticas transversales que interesan tanto al PSOE como esas formas de hacer política del Gobierno. Mi papel es secretario del Área de Transparencia y Democracia Participativa, e intento que forme parte de la acción política de este nuevo Gobierno y del PSOE. Con eso estoy más que feliz, porque esa labor alguien la tiene que hacer. Eso es lo más apasionante para mí y seguir como diputado. Me lleva a estar en Madrid cuatro días o más por semana y mi ambición de gestión ya la culminé con 20 años como alcalde de San Sebastián.

“No fallemos a la gente”, dijo el viernes de la moción. ¿Qué es “fallar”?

-Tenemos que explicar a la ciudadanía con mucho realismo y verdad qué queremos hacer en este tiempo. Primero, que sepan nuestro compromiso y nuestros condicionantes: un presupuesto de la derecha, un tiempo corto de legislatura y leyes que hay que retomar casi desde cero. Hay que explicar qué medidas con prioridad social queremos desbloquear. A partir de ahí, rendir cuentas de lo que hacemos con ese miniprograma de gobierno que Pedro Sánchez explicará en el Parlamento. La ciudadanía verá si fallamos o cumplimos los compromisos. En la forma de relacionarnos con los agentes políticos, sociales y económicos tampoco podemos fallar, así como en cambiar de una vez RTVE, incorporar nuevas medidas para la regeneración? Percibo una ilusión sobre todo en Madrid, pero también en San Sebastián. Para no defraudar, lo mejor es explicar qué queremos hacer. No generar falsas esperanzas.