El Gobierno español de Pedro Sánchez ha levantado el control financiero sobre Catalunya para generar un clima de confianza que permita abordar en las próximas semanas un diálogo con el Govern de Quim Torra. Los socialistas quieren llevar las negociaciones al ámbito puramente autonomista y de mejora del autogobierno. Todas las miradas están en 45 de las 46 reivindicaciones (no todas, porque una de ellas es el referéndum de independencia) que le planteó el expresident Puigdemont a Mariano Rajoy en abril de 2016. Lo que sí dijo Sánchez de manera expresa en el discurso de la moción de censura es que tratará de recuperar las leyes del Parlament que han sido congeladas por el Tribunal Constitucional y que abordaban cuestiones sociales como la pobreza energética y el acceso a la vivienda de las personas en riesgo de exclusión, un punto que permite al PSOE construir un discurso social y moverse con comodidad en sus conversaciones con Torra. Los soberanistas no rechazan abordar estas cuestiones, pero dejan claro que no son su meta. Su posición se resume en que apuestan por el diálogo sin condiciones y sin límites, lo que se traduce en que abordarán los debates autonomistas, pero sin renunciar al derecho a decidir.
A la espera de la próxima reunión al máximo nivel entre Torra y Sánchez, el president se reunió ayer con el líder de los socialistas catalanes, Miquel Iceta, quien le planteó la posibilidad de recuperar las leyes sociales recurridas por Rajoy y el listado de reivindicaciones de Puigdemont. JxCat se abrió a dialogar en estos parámetros. También ayer, el expresidente de la ANC encarcelado, Jordi Sànchez, publicó varios mensajes a través de Twitter en los que avisó de que cualquier solución pasa por las urnas, en referencia al derecho a decidir, pero al mismo tiempo reconoció que “hará falta mucho tiempo, años, para acomodar los intereses constitucionales de España y los intereses legítimos de Catalunya en el ejercicio del derecho de autodeterminación” y que, mientras tanto, se pueden ir abordando otros retos, pero sin renunciar a la meta. “Las estaciones de paso pueden ser varias, pero no hay solución sin que las urnas hablen”, zanjó.
Para los soberanistas, estas conversaciones deben ser un proceso gradual hacia su objetivo final, y también piden gestos para acercar a los líderes encarcelados. El socialismo espera que los sectores más pragmáticos del PDeCAT entren a negociar una reforma constitucional. Antes del referéndum del 1 de octubre y de las cargas policiales del Estado, sobrevoló la posibilidad de una tercera vía basada en una mejora de la financiación catalana, el blindaje de su lengua en las escuelas y un mayor autogobierno. En los últimos tiempos, esa posibilidad se ha complicado, y en distintos sectores del soberanismo aseguran que esa pantalla está superada.
Los 46 puntos que presentó Puigdemont a Rajoy tienen mucho que ver con esa tercera vía. Al margen del referéndum, reivindicaba una mejora en la financiación autonómica, el traspado de las nueve competencias pendientes, la cesión del 0,7% del IRPF, la relajación de los objetivos de déficit, una mayor financiación de la Ley de Dependencia, un compromiso con las infraestructuras del territorio, y el préstamo por parte del Estado del Fondo de Liquidez Autonómica a un interés cero, entre otras cuestiones. Muchas de las reivindicaciones tienen que ver con la economía por la complicada situación que ha atravesado la tesorería catalana en los últimos tiempos, además de enlazar con su histórica queja sobre el agravio fiscal que supone aportar al Estado millones de euros en impuestos que no se traducen después en una inversión similar en Catalunya. También figuraban otras peticiones más políticas y simbólicas como la capacidad de Catalunya para ejercer su acción exterior, y la devolución de los papeles de Salamanca.
Las 46 propuestas de Puigdemont. Uno de los elementos que están llamados a desempeñar un papel clave en las conversaciones entre Madrid y Catalunya son las 46 reivindicaciones que le planteó el expresident Puigdemont a Mariano Rajoy en abril de 2016. Una de ellas es el propio referéndum, que es inasumible para el PSOE. Las otras demandas tienen que ver, sobre todo, con la economía. Puigdemont pidió un nuevo modelo de financiación autonómica, la cesión del 0,7% del IRPF a Catalunya, la relajación de los objetivos de déficit, una mejora en la financiación de la Ley de Dependencia, un compromiso con las infraestructuras para el territorio, el préstamo del Fondo de Liquidez Autonómica del Estado a un interés cero, y las nueve competencias pendientes, entre otros puntos. Puigdemont también planteó demandas políticas como la capacidad de Catalunya para desplegar su acción exterior, o la devolución de los ‘Papeles de Salamanca’ incautados durante el franquismo.
Leyes tumbadas por el TC. Esta oferta la planteó Pedro Sánchez de manera expresa en el discurso de la moción de censura. Se refería a recuperar las leyes de carácter social aprobadas por el Parlament, y no a las leyes de desconexión que fijaban los pasos para construir una Catalunya independiente. En concreto, Sánchez pensaba en las leyes para combatir la pobreza energética, garantizar el acceso a la vivienda a las personas en riesgo de exclusión, frenar el cambio climático e impulsar la igualdad entre hombres y mujeres, también en el ámbito laboral, entre otras. La ley sobre la pobreza energética prohibía los desahucios sin ofrecer un alquiler social, y proponía ayudas para evitar los cortes en el suministro.
Sánchez veta la autodeterminación. En este diálogo, Sánchez va a dejar el derecho a decidir “absolutamente fuera”. Los soberanistas no quieren que haya vetos ni condiciones previas en el diálogo, y avisan de que no van a renunciar al referéndum. JxCat va a dialogar sobre la agenda autonomista que le presenta el socialismo, pero mantendrá como objetivo el derecho a decidir. El PSOE quiere redirigir este debate hacia la reforma constitucional y una reforma estatutaria, con el argumento de que ese nuevo marco también sería votado por los catalanes y los españoles y eso supondría ejercer el derecho a decidir dentro de los cauces legales.