MADRID - Mariano Rajoy puso fin ayer a casi cuarenta años de política en los que ha pasado por todos los niveles hasta llegar a lo más alto en su partido y en el Gobierno español. Al borde de las lágrimas anunció ante los suyos que abandona la presidencia del PP tras perder la moción de censura presentada por Pedro Sánchez y que terminó desalonjándole del Palacio de La Moncloa la semana pasada. Su adiós abre ahora un periodo de interinidad en el partido que no será resuelto con un dedazo como ocurrió con él cuando su predecesor en el cargo, José María Aznar, le ungió para que se hiciera con las riendas de la formación conservadora.
Rajoy no pilotará el proceso de designación de su sucesor que concluirá antes del final de verano con un congreso extraordinario en el que se elegirá al nuevo presidente de la formación conservadora. Los populares tienen prisa porque tienen que tener la maquinaria bien engrasada y liderada ante la posibilidad de un adelanto electoral más que probable a tenor de las manifestaciones del propio Pedro Sánchez. Además, las municipales y autonómicas ya están señaladas (se celebrarán en mayo que viene) y el PP pretende abordarlas con una nueva dirección que tome decisiones sobre las candidaturas.
La súbita marcha de Rajoy va a desencadenar una guerra interna para sucederle de consecuencias impredecibles. Empiezan ya a sonar nombres como Alberto Núñez Feijóo, Soraya Sáenz de Santamaría, María Dolores de Cospedal, Ana Pastor o Alfonso Alonso, aunque de momento, con el cadáver aún caliente, nadie ha querido postularse. La celeridad del proceso puede impedir que la batalla provoque heridas profundas en el partido. Los estatutos del PP señalan también que el presidente del partido elegido será además candidato a la presidencia del Gobierno, lo que impide en este partido la bicefalia que sí puede ocurrir en otros, en algunos como el PNV, de forma obligatoria.
No habrá primarias estrictas, ya que los estatutos del PP obligan a una doble votación, primero de los afiliados, y luego de los compromisarios, para elegir al nuevo líder del partido. El próximo lunes, una junta directiva establecerá la fecha del cónclave. El congreso debería tener lugar un mes y medio después de convocarse, pero en casos de urgencia y previa motivación, su celebración puede tener lugar en el plazo de un mes. De esto modo, en el PP dan por hecho que habrá congreso en la segunda quincena de julio.
Rajoy ha sido un gran gestor de los tiempos y un superviviente a las circunstancias más adversas. Gracias a esa capacidad logró hace dos semanas aprobar los Presupuestos Generales del Estado para 2018 con los que parecía que aseguraba la legislatura. Pero una semana después la demoledora sentencia de la Gürtel y la consiguiente moción de censura de Sánchez le apearon de La Moncloa. Ha sido la puntilla que le ha llevado a echarse a un lado. En esta ocasión no ha podido con las peticiones de los barones y los líderes autonómicos de su partido que han pedido la renovación. “Durante casi 40 años me he limitado a cumplir con mi deber donde el partido me pedía que estuviera”, resaltó Rajoy ante el Comité Ejecutivo del PP, visiblemente emocionado. Y añadió que ha llegado el momento de “poner punto final a esta etapa” al frente de un partido que debe “seguir avanzando bajo el liderazgo de otra persona”.
El político gallego asumió la presidencia del partido en 2003, por designación de José María Aznar, y desde entonces ha perdido dos elecciones generales (2004 y 2008) y ha ganado tres (2011, 2015 y 2016), gobernando casi siete años (2011-2018). Tuvo la ocasión de dimitir como presidente del Gobierno antes de la votación de la moción de censura pero prefirió no hacerlo y evitar la posibilidad de un gobierno en funciones que su partido podría haber trabajado para recuperarlo con otro líder. Prefirió dejarlo y ahora también el liderazgo de su partido. “Es lo mejor para mí y para el PP. Y creo que también para España. Y lo demás no importa nada”, aseveró.
Tras dejar claro que seguirá en el PP, con el carné del partido que lo ha acompañado siempre, Rajoy aseguró que estará a las órdenes de lo que diga el nuevo líder. “Y a la orden es a la orden”, remarcó en un claro mensaje implícito a su antecesor, José María Aznar, quien siempre ha sido muy crítico con su gestión e incluso, en los últimos años, le ha lanzado reproches en público sobre la deriva ideológica y electoral del partido conservador.
Fue el final de un discurso que Rajoy comenzó advirtiendo sobre los riesgos del nuevo Gobierno de Pedro Sánchez. Denunció el “precedente grave” que se ha producido al tratarse de la primera vez que gobierna alguien que nunca ha ganado unas elecciones y señaló que este Gobierno nace con una “debilidad extrema” y con “pésimos compañeros de viaje”. Sobre todo, destacó como “inquietante” la fragilidad política del nuevo Gobierno cuando la situación en Catalunya “dista mucho de estar calmada”.
Tampoco eludió críticas a Ciudadanos, que fue su socio de investidura y ahora, a su juicio, no sabe ni hacer oposición, ya que su victoria en Catalunya no sirvió para “dar batalla al independentismo, sino para dar toda la batalla al PP en Madrid”. A la formación que lidera Albert Rivera, Rajoy le reprochó que en su afán de hacer oposición al Gobierno que defendió la unidad de España, solo ha conseguido un nuevo Ejecutivo “aupado por los independentistas”. apostilló Rajoy.
Aparte de defender las políticas y la labor realizada por el PP en el Gobierno, Rajoy hizo una reivindicación más personal de su conocida estrategia de “no moverse” ante situaciones como el fin de ETA o el rescate financiero, porque aunque sea “difícil” cree también que es la “más útil”.
Ortuzar valora su “talante”. El presidente del EBB, Andoni Ortuzar, dedicó una cariñosa despedida a Mariano Rajoy, valorando su “impecable” talante y le deseó “lo mejor en su nueva vida”. “Más allá de la política y sus vaivenes, de nuestros acuerdos y discrepancias, valoro en él a la persona y su talante, que conmigo ha sido siempre impecable”, indicó Ortuzar, aludiendo al contacto personal que mantuvieron ambos en las intensas negociaciones para conseguir el apoyo del PNV a los Presupuestos de 2017 y 2018.