MADRID - “Es una vergüenza que el escaño de Rajoy lo ocupe hoy un bolso”. Así comenzó el líder de Podemos, Pablo Iglesias, su intervención durante el debate de la moción de censura contra el líder del PP. Aludía así a la ausencia de Mariano Rajoy en la sesión de la tarde del pleno, que comenzó a las 15.00 horas con la intervención de los grupos de menor a mayor tras el receso decretado por la presidenta de la Cámara Baja, Ana Pastor. Efectivamente, el asiento del presidente español estaba ocupado por el bolso de una de las integrantes de su Gobierno, lo que, a juicio de Iglesias, “no se merece la dignidad de esta Cámara ni la dignidad de los españoles”.
Pese a que la directriz era que la el sentido del voto de los cinco diputados del PNV, clave a la hora de decantar la moción de censura, se haría público durante la intervención del portavoz del grupo jeltzale, Aitor Esteban, su apoyo a la iniciativa socialista trascendió con anterioridad. Entonces decidió Rajoy ausentarse del hemiciclo, una vez sabía que su suerte estaba echada y para evitar, quizás, una fotografía incómoda. Al parecer, mientras la sesión plenaria seguía su curso, él se encontraba en un restaurante cercano.
Esta ausencia, pese a ser el protagonista principal de la jornada junto al propio Sánchez, alentó además la rumorología respecto a los pasos a dar por el dirigente del PP: la posibilidad, barruntada desde el inicio de esta crisis, de que optara por dimitir antes de la votación de hoy, lo que haría decaer la moción de censura y abriría un escenario completamente diferente. Desde su entorno más cercano negaron esta idea por activa y por pasiva. La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, dijo que “sería un ejercicio estéril y no beneficiaría en nada al interés general de España ni tampoco a los intereses del PP que, en este caso, van de la mano”. Atribuyó además estos rumores a quienes buscan “tapar la vergüenza” de haber apoyado la moción de censura.
Eso en lo que se refiere a la agitada tarde en el Congreso. Porque durante la mañana, Mariano Rajoy se hizo notar. En los cruces dialécticos que mantuvo con Pedro Sánchez salió triunfante al situar al líder socialista frente a un espejo y sus numerosas contradicciones. El popular hizo honor a su fama de animal político y volvió a moverse como pez en el agua en el debate parlamentario, superando en muchos grados a un plano secretario general del PSOE. Eso sí, en esta ocasión sin ninguna recompensa para sus intereses.
Cual ametralladora verbal, Rajoy lanzó una batería de preguntas a Pedro Sánchez, entre ellas qué va a hacer con la acusación de la Fiscalía contra los líderes independentistas de Catalunya, si va a apoyar el derecho a la autoderminación o si va a asumir las peticiones del president Joaquín Torra. Dirigente soberanista al que, recordó, el socialista llegó a tachar de “racista y supremacista”.
Gobernar con 85 escaños Rajoy cuestionó también a Sánchez sobre cómo va a defender y aplicar unos Presupuestos Generales del Estado que hace escasos días criticó con dureza, y si va a cumplir con los compromisos de la UE, ya que las enmiendas de Podemos -partido que le apoya en la moción- suponían un incremento de gasto de 28.000 millones de euros.
Le preguntó asimismo con quién va a gobernar, ya que hacerlo con 134 diputados no ha sido fácil para el PP y puso en duda que lo pueda hacer con 50 menos. “¿Los mercados le van a creer, la UE le va a apoyar?”, dijo Rajoy antes de concluir que el candidato socialista “miente más que habla”. El y tú más respecto a la corrupción también salió a relucir, y Rajoy censuró que el PSOE “se solidarizó” el pasado mayo con los expresidentes andaluces Manuel Chaves y José Antonio Griñán, sometidos a juicio por el caso de los ERE.