SAN FERNANDO DE HENARES. Los policías forales que acudieron al bar Koxka la madrugada del 15 de octubre de 2016, cuando fueron agredidos dos guardias civiles y sus parejas, han corroborado este miércoles durante el juicio que se celebra en la Audiencia Nacional que lo ocurrido aquel día "fue claramente una paliza".
Así lo han manifestado en el juicio que se celebra en la Audiencia Nacional estos dos policías autonómicos, miembros de la patrulla que acudió a la zona tras el aviso de la Guardia Civil y que participaron en la detención de uno de los ocho acusados, Jokin Unamuno, en prisión provisional.
Uno de los agentes forales ha reconocido que el grupo de personas que había (unos 40) sabía perfectamente que los agredidos eran guardias civiles, porque les recriminaron que entraran en el juego del instituto armado y les decían que las víctimas no eran de allí y que les detuvieran. El sargento y su pareja, por su parte, les iban "señalando gente", pero como eran solo dos policías no daban "abasto".
Este policía también ha precisado que ninguno de los que estaban congregados en la zona dijo en ningún momento que se les atendiera por haber sufrido alguna lesión ni tampoco expresaron su deseo de denunciar.
También ha señalado que había mucha tensión en el ambiente, con resistencia activa de los que protestaban por la detención de Unamuno, muchos de ellos grababan con el móvil y que él y su compañero recibieron empujones y burlas.
Incluso, uno de ellos, Ohian Arnanz, que está también acusado, hizo gestos con los puños cerrados con intención amenazante. "Pero la misma situación no te deja hundirte, ves el riesgo, pero tienes que controlar para que no se produzca ninguna chispa".
Cuando la patrulla de la Policía Foral llegó al lugar la agresión ya se había producido y vieron al teniente de la Guardia Civil tumbado, con la cabeza en el regazo de su novia, con sangre en la boca, bastante aturdido y con mucho dolor en la pierna.
Lo primero que hicieron fue socorrer al teniente, que fue atendido por una ambulancia, ha relatado este policía, que también ha contado cómo vio al sargento de la Guardia Civil con bastante huellas de patadas en la camisa blanca que vestía.
"Nadie (del grupo) nos solicitó ninguna ayuda y solo el teniente, el sargento y sus novias nos comunicaron que habían sido agredidos", ha precisado el testigo.
A pesar de que el sargento (que se enfrentó verbalmente con algunos del grupo) y su novia les indicaron a algunos de los agresores, solo pudieron identificar a Unamuno, porque llevaba una gorra y barba, y a otro más que vestía una camiseta violeta o rosa, porque la vestimenta del resto era muy similar.
Cuando detuvieron a Unamuno y le metieron en el coche, la gente se agolpó en torno al vehículo policial y sacaron al arrestado mientras los policías intentaban que el sargento y su novia no se enfrentaran al grupo que les increpaba.
"Veíamos la necesidad de pedir apoyo porque la cosa podía empeorar", ha resaltado este agente.
Mientras, su compañero de patrulla, que llegó al bar con él alertados por el incidente, ha dicho que vio "claramente que fue una paliza y ya está" y que también temió por su integridad física.
Ha relatado que cada vez que les toca actuar en Alsasua acaban "teniendo que salir rápido, porque enseguida empiezan los gritos y los insultos", pero en ese caso tenían que quedarse para identificar a los agresores y proteger a los agentes agredidos. "Había gente que claramente te miraban con asco, como muchas veces".
La gente que estaba allí concentrada, que ha cifrado en unas 40 personas, les increpaban con frases como "¿Por qué no detenéis al sargento?" o "vosotros sois de aquí, no os pongáis de su lado".
Al teniente y su pareja se los llevaron en ambulancia y ha descrito en qué condición se encontró al sargento herido: "Vi claramente al sargento con una camisa blanca llena de suelas de zapato y estaba llorando".
En la media hora que tardaron en llegar los refuerzos y que se le hizo "eterna", los agentes autonómicos detuvieron a Unamuno, pero luego, ante su sorpresa, alguien le sacó del coche policial. "Ni se me ocurre que alguien me puede sacar a alguien del coche, nunca me había pasado", ha enfatizado.