sevilla - Mariano Rajoy clausuró ayer la Convención Nacional del PP con una defensa sin reservas de su estrategia en Catalunya. Tras el varapalo de la justicia alemana, que ha dejado en libertad a Carles Puigdemont y ha descartado el delito de rebelión, el presidente español no dio muestras de autocrítica. Muy al contrario, defendió su estrategia y auguró que el procés se convertirá pronto en un “mal recuerdo”. A su juicio, el Estado español continuará unido y seguirá siendo “admirado en el mundo como un ejemplo de democracia, libertad y respeto a los derechos de las personas”.
El tensión con Alemania y la polémica del máster de Cristina Cifuentes fueron los dos elefantes en la habitación en el discurso del presidente español: sabía que estaban ahí, pero no quiso hablar de ellos expresamente. Rajoy se decantó por un discurso pensado para arengar a un PP en horas bajas. Su mensaje estuvo repleto de alusiones en clave preelectoral, y llamó a su partido a preparar los comicios que tendrán lugar el próximo año en todos los municipios y en varias comunidades autónomas. Marcó a Ciudadanos como rival.
En el acto celebrado en Sevilla, puso en valor la aplicación del artículo 155 de la Constitución española, que provocó la destitución de todo el Govern y que se ha convertido en una “fortaleza para el futuro”; y también se felicitó por la interposición de un recurso ante el Tribunal Constitucional para frenar la investidura de Puigdemont. A su juicio, el Gobierno español ha cumplido con sus obligaciones.
Rajoy se pronunció en esa clave en plena crisis política por la decisión de la Audiencia Territorial de Schleswig-Holstein, que no ve delito de rebelión porque no hubo una violencia capaz de doblegar al Estado, sino incidentes aislados. Ahora estudia si hubo malversación de fondos públicos y si cabe entregar a Puigdemont a España por ello. El criterio de la Audiencia Territorial lo ha avalado la ministra de Justicia alemana Katarina Barley. Es una incógnita qué consecuencias puede tener esta decisión para una causa que se está juzgando en Madrid, y donde se mantiene en prisión preventiva a varios exconsellers y a los Jordis por una lectura que choca con la visión alemana. Rajoy solo se expresó ayer en clave triunfalista.
avisa con el 155 Rajoy ensalzó la respuesta de su gobierno a “la mayor crisis” que le ha tocado afrontar. Según dijo, la clave ha sido el respeto a la ley, que “manda más que cualquier presidente, partido o propósito”. A partir de ahí, comenzó el repaso a sus actuaciones contra el procés. Según dijo, su decisión “más dura” fue la aplicación del 155 para tumbar el Govern y provocar unas elecciones. Se felicitó por haber logrado el respaldo de otros partidos (C’s y PSOE) y, aunque aseguró que no quiere que se repita lo vivido, avisó de que el Estado ya ha probado esta herramienta y ha quedado clara su capacidad para frenar un desafío independentista. “No queremos que esto vuelva a ocurrir, pero hoy todos tienen más claro lo que pasaría”, advirtió.
El segundo hito que puso en valor fue la decisión de recurrir ante el Tribunal Constitucional la investidura de Puigdemont con el argumento de que tiene que estar presente en el Parlament. Aseguró que su equipo ha logrado evitar una “investidura ilegal” y que, gracias a ello, “un procesado por la justicia no preside la Generalitat”. A los soberanistas les pidió que acuerden una investidura con un presidente “viable” y que trabaje por la convivencia. Puigdemont le había pedido un día antes como gesto que permitiera la investidura de Jordi Sànchez. El presidente español no dio muestras de deshielo.
Rajoy concluyó asegurando que “más pronto que tarde” la crisis catalana se va a convertir “en un mal recuerdo en la historia centenaria de España”. A su juicio, España seguirá siendo “admirada en el mundo” como un “ejemplo de democracia”. Habló en primera persona para realizar balance de su actuación en Catalunya. “He cumplido con mi obligación, he asumido mi responsabilidad, y he puesto en marcha todas las medidas en defensa de la unidad, la libertad y la igualdad de España”, concluyó.
El juez del Tribunal Supremo, Pablo Llarena, va a tratar de desactivar la decisión de Alemania ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Va a esgrimir que Alemania pudo desvirtuar el espíritu de cooperación de las euroórdenes y que se extralimitó entrando al fondo del asunto y valorando si hubo o no violencia en el procés. La caída del delito de rebelión puede ser determinante. En primer lugar, podría quedar desactivado para los encarcelados en el Estado español por un principio de no discriminación, y porque tenían menor rango institucional que Puigdemont. En ese caso, la prisión preventiva sería más difícil de justitifcar.