Era un grupo de jóvenes de su época, aunque no por ello unos incautos que desconocían dónde se metían. Corría el mes de febrero de 1980, ETA alcanzaba su más macabro registro de víctimas con 93 personas, una Euskadi en crisis trataba de poner los cimientos de su recuperación industrial y la Transición estaba en pañales. Fue entonces cuando Inmaculada Boneta, Iñaki Anasagasti, Elisabete Bizkarralegorra, Juan María Atutxa, Jose Mari Zalbidegoitia y Joseba Zubia dieron un paso al frente para embarcarse en la candidatura del PNV a las elecciones vascas. Las primeras de la democracia o, cómo ellos mismos definen, “el arranque de una nueva era”. A 38 años vista, los protagonistas de esta historia repiten fotografía y relatan a DNA una campaña decisiva para asentar el autogobierno.

“La política de entonces no tiene nada que ver con la de hoy”, resume Anasagasti, a lo que sus entonces compañeros de candidatura asienten. Se reúnen en Bilbao para inmortalizar una instantánea de campaña que entonces podía calificarse de innovadora por su composición, posado, contenido y estilo. “Una agencia diseñó la campaña al Parlamento Vasco”, recuerda el exdiputado y exsenador. Remarca que, si bien en las dos anteriores citas con las urnas -ambas generales, en 1977 y 1979- las campañas del PNV se habían realizado con un carácter más coral, en esta ocasión se focalizaron en el candidato -y que posteriormente fue lehendakari-, Carlos Garaikoetxea, y tuvieron un tono más personalista. Los mensajes también se modificaron. “Era un nuevo estilo”, lo que equivalía a “realizar una innovación importante” en un partido que para entonces acumulaba más de tres cuartos de siglo de historia a sus espaldas. “No fue una decisión sencilla”, asevera.

Todos ellos recuerdan una frase que ha quedado grabada de forma indeleble en su memoria. “¿Os acordáis del lema? Todo un gobierno para todo un pueblo”, asegura Atutxa. “Imposible olvidarse”, agrega Zalbidegoitia. “¿Y quién encabezaba la lista de Bizkaia?”, pregunta Anasagasti. “El lehendakari Leizaola, que fue incluido a última hora pero se implicó a tope. Era una figura simbólica que aportó muchísimo”. No era para menos, ya que había vuelto hacía más bien poco de un exilio de más de cuatro decenios. El exrepresentante del PNV en Madrid durante tantas legislaturas recuerda que las imágenes para esta campaña fueron tomadas “por el conocido fotógrafo Alberto Schommer”. Pero los carteles no gustaron a algunos, “que los calificaron como del museo de cera”.

Mujeres y jóvenes Otro de los aspectos capitales fue la incorporación de mujeres y de jóvenes, “algo que faltaba”. De hecho, las primeras cuatro mujeres que se sentaron en el Parlamento Vasco aquella legislatura eran del PNV. Fueron Miren Begoña Amonarriz, Ana Bereciartu, Maite Sáez de Olazagoitia e Inmaculada Boneta. Boneta, que llegó a ser vicepresidenta primera del Parlamento Vasco presidido por Juan José Pujana, recuerda asimismo la figura de Iñigo Agirre, “los mítines que daba, contaba la historia de cómo los vascos habían permanecido en su tierra siempre, pese a los romanos, los godos... Era como una lección de historia. Mis hijos, entonces muy pequeños, me acompañaban a los mítines. Y, claro, se sabían de memoria la lección”, apunta.

“Era increíble ir a un pueblo y encontrarte con centenares de personas de los pueblos de alrededor”. Eran tiempos de la política “artesana”. Zubia, de hecho, se retrotrae a un mitin ofrecido “sobre un camión remolque”. Otro acto tuvo lugar “en el pórtico de la iglesia de Santurtzi, estaba repleto de gente. Pero la verdad es que muchos estaban allí porque se había celebrado un entierro poco antes”, remarca con humor. Bizkarralegorra también alude a esas situaciones, como cuando se prohibió un mitin en la Universidad de Deusto, “y aun así se hizo”.

El PNV cosechó 350.283 votos aquel 1 de marzo de 1980. Anasagasti y Boneta lograron asiento en un Parlamento que arrancó “en una sala que nos cedió la Diputación Foral de Bizkaia”. “Estábamos como un pulpo en un garaje, todo estaba por hacer”, sostiene Boneta, que aún recuerda con gracia que “fui presidenta durante solo diez minutos”. La situación, sin embargo, era complicada por la falta de recursos, lo que se suplía “con ilusión y trabajo”. “Zaldua, que ejercía de secretario, copiaba a mano las órdenes del día. Tenía tan buena letra que luego se fotocopiaban y se pasaban a los parlamentarios”, desvela sobre un proceder hoy en día impensable.

Con miles de vivencias posteriores a sus espaldas y una prolija carrera política en diferentes responsabilidades, ya fuera en tareas internas en el PNV o externas bajo los flashes de los distintos parlamentos, Bizkarralegorra, Boneta, Zalbidegoiti, Atutxa, Anasagasti y Zubia echan la vista atrás para confirmar que hubieran vuelto a ser candidatos de unas elecciones que marcaron “un antes y un después”. “La política es ahora diferente”, aseveran, pero nunca olvidarán una campaña, la de 1980, que casi cuatro decenios después les sigue uniendo.