Barcelona - El soberanismo catalán intentará recomponer sus relaciones y superar la crisis de confianza desatada por el aplazamiento de la sesión de investidura de Carles Puigdemont. JxCat, ERC y la CUP demostraron ayer que la tensión vivida el martes ha dejado heridas profundas, pero tratarán de encontrar un punto de encuentro. Tras el aplazamiento de la sesión por parte del presidente del Parlament, Roger Torrent, de ERC, a la espera de que existan garantías para el candidato y de que la votación sea efectiva y viable, los republicanos se han comprometido a defender como único candidato a Puigdemont, pero pondrán sobre la mesa dos condiciones a JxCat: que el pacto sea global, de manera que se cierre un programa de gobierno con actuaciones concretas en políticas sociales, se acuerde la composición del Govern, y se lance un mensaje claro a los catalanes; y, aunque admite que la defensa de las instituciones catalanas aboca al enfrentamiento con el Estado, pide cuestionarse si esa tensión debe ser permanente, extrema y adoptar la forma de un desafío abierto, porque puede provocar que se eternice la suspensión del autogobierno y la aplicación del artículo 155 de la Constitución. JxCat ha desplegado en las últimas horas un discurso cercano a la desobediencia y la confrontación abierta con el Estado, y estuvo a un paso de sentarse con la CUP en los escaños vacíos del Parlament para protestar por la suspensión del pleno. A pesar de las diferencias, JxCat, ERC y la CUP coincidieron ayer en la necesidad de reactivar las negociaciones a tres bandas para alcanzar un pacto global. No está claro el plazo del que dispone el soberanismo para llegar a un acuerdo. Ciudadanos comenzó a presionar ayer asegurando que la cuenta atrás de dos meses para convocar elecciones ha comenzado ya, porque la investidura ha sido fallida aunque no se haya producido una votación. Las elecciones tendrían lugar en mayo. Ese escenario, en términos generales, no conviene al soberanismo porque supondría alargar la intervención del autogobierno hasta que hubiera un nuevo Govern a la altura de septiembre, y se arriesgarían a perder la mayoría absoluta.

Las elecciones serían menos desfavorables para JxCat, que podría jugar con la carta del apoyo popular que tuvo el martes a las puertas del Parlament, en la concentración de los comités de defensa de la república y la ANC. JxCat es la única formación que ha especulado con unas elecciones en público. ERC, en cualquier caso, podría ganar respaldos de la izquierda (En Comú Podem y, quizás, algún apoyo del sector más catalanista del PSC), un voto útil que podría recibir si esos sectores interpretan que ha moderado su postura. Las elecciones dependerán de que los soberanistas lleguen o no a un acuerdo. El Tribunal Constitucional, además, decidirá a mediados de mes si admite el recurso de Madrid contra la investidura telemática. A partir de ahí, se pueden precipitar los acontecimientos.

condiciones Portavoces de las tres formaciones trataron de arrojar luz en varias intervenciones en Catalunya Ràdio. Desde JxCat, Francesc de Dalmases fue el más expresivo. “Nosotros hemos sido y seremos los campeones mundiales en la negociación”, dijo, para anunciar después que Puigdemont ya tiene listo su discurso de investidura, bajo el título De la Restauración a la Constitución. Según dijo, su partido tendrá la puerta abierta “las 24 horas y los siete días de la semana” para incorporar las aportaciones de ERC y la CUP. El diputado republicano Ernest Maragall, por su parte, pidió un acuerdo global, y “fijar” el alcance del desafío que se pretende plantear al Estado. “¿Tenemos que hacer un desafío abierto, con víctimas abundantes y victorias simbólicas? Yo quiero un presidente, no solo un exiliado”, zanjó Maragall. En esa misma línea, valoró el aplazamiento de Torrent. “Si no lo hubiéramos hecho, hoy estaríamos discutiendo una situación que no es la que querríamos, que es que tendríamos un presidente destituido, anulado por la represión franquista. Estábamos a punto de caer en la trampa que el Estado nos había preparado”, defendió. También reclamó un plan de trabajo para reducir la desigualdad y mejorar la vida de los catalanes. Desde la CUP, Carles Riera condicionó la negociación a que participen los tres partidos y se fije de antemano una fecha para la investidura.

En paralelo, la ANC, que acostumbra a dar un paso al frente en las situaciones críticas para la unidad del sobernismo, inició ayer una ronda de contactos con los tres partidos. La asamblea fue una de las convocantes de la concentración del martes ante el Parlament, pero pidió ponerle fin al ver que el pleno quedaba aplazado y que la protesta estaba provocando momentos de tensión con los Mossos y comenzaba a derivar, incluso, en insultos contra ERC. La ANC se vio obligada a rechazar un enfrentamiento “fratricida”. El vicepresidente de la asamblea, Agustí Alcoberro, se citó, ayer, entre otros, con el representante republicano Sergi Sabrià.