1.- Nos encontramos en una autentica situación de excepción. El Estado ha decidido hacer frente a su grave crisis de Régimen articulando un Bloque Reaccionario que busca su perpetuación mediante una estrategia de autentica involución antidemocrática. Nuestro país necesita un debate sereno, pero muy honesto sobre la realidad que se nos viene encima. Para nosotros este año debería ser entendido por todos los agentes políticos, sociales, sindicales, académicos, económicos del país en términos de máxima responsabilidad nacional. Esto exige una renuncia a la priorización de las políticas partidarias o de corto plazo electoral, y la implementación de grandes acuerdos.
2.- El debate sobre nuestro autogobierno debe de ser entendido en esta coyuntura de auténtica excepcionalidad. Cuando hablamos de autogobierno hablamos de los instrumentos de poder político y financiero soberano para poder resolver las necesidades de nuestro pueblo. Desde nuestro punto de vista hay que superar el esquema autonómico y cambiar el modelo de relación entre nuestro pueblo y el Estado. No podemos seguir siendo una parte subsumida del Estado. Debemos acordar un estatus político de soberanía.
3.- Debe de ser un año en donde el independentismo de izquierda aborde nuevas iniciativas de calado para contribuir a seguir construyendo un escenario más avanzado de paz y convivencia. Estoy convencido de que en su momento, y de la manera que determine, ETA hará una contribución es esa dirección. Más allá de especulaciones sobre el cambio de políticas penitenciarias, las fuerzas políticas vascas debemos de abordar una hoja de ruta para el regreso a casa de todos los exiliados, deportados y presos en los plazos y con las condiciones que acordemos.
4- Necesitamos hacer un diagnóstico honesto de la situación económica y social que atravesamos. Nadie duda de que los indicadores macroeconómicos apuntan en una determinada dirección que nos habla de la salida de la crisis o la generación de empleo. Pero todos somos conscientes de que se está haciendo a costa de dejar en la exclusión social a miles de personas, a costa de imitar el modelo “español” de crecimiento en el que la I+D+i se sustituye por la precariedad y los bajos salarios... etc. Deberíamos recordar el cuento de la hormiga y la cigarra, y preguntarnos si hemos aprendido algo de esta crisis o si vamos a seguir cometiendo los mismos errores que nos llevaron a la misma. Creo sinceramente que hay que abordar el debate sobre nuestro modelo económico o fiscal de manera honesta buscando el máximo acuerdo posible sobre temas que no dejan de ser temas de Estado para el futuro de los vascos.