madrid - El día siguiente a los comicios, el president cesado amaneció en Bruselas con euforia más que con resaca electoral. Así, un Carles Puigdemont crecido tras los excelentes e imprevistos resultados de su candidatura, emplazó a Mariano Rajoy a que se reúna en Bélgica con él, “con el representante de la mayoría parlamentaria independentista”, para abordar una nueva etapa “presidida por soluciones políticas”. Rajoy no demoró mucho su respuesta, que fue ambigua: “Yo en todo caso con quien tendría que reunirme es con la señora Arrimadas, que es quien ha ganado las elecciones”, expresó en primer lugar. Sin embargo, acto seguido el jefe del Ejecutivo español dejó una puerta abierta a sentarse a dialogar con quien salga elegido como president, siempre que el futuro Govern “abandone las decisiones unilaterales y no se sitúe por encima de la ley”.

Es decir, Mariano Rajoy estaría dispuesto a hablar con un futuro president independentista, en caso de que modere su posición y se abra a nuevas fórmulas alejadas de la vía unilateral, algo no del todo improbable dado el fracaso del procés. Ya dejó caer ayer Puigdemont ante los medios en el Press Club de la capital belga que se abre un nuevo tiempo en el que el Gobierno español y la Generalitat deben sentarse a la mesa porque “es necesario encontrar nuevas vías de solución política”. En esa línea, el candidato de JxCat reiteró su ofrecimiento a Rajoy de reunirse “en Bruselas o en otro país de la Unión Europea, menos España, por motivos evidentes”. “Hasta voy a Moncloa, si me dan garantías”, añadió más tarde.

Arropado por miembros de su lista como Eduard Pujol, Clara Ponsatí o Lluís Puig, el president cesado defendió que ha llegado “la hora de la receta de la política”, de la “política de buena voluntad, sin condiciones”. En este contexto, cree que el presidente del Gobierno español tiene ahora “una oportunidad magnífica de empezar a ponerse del lado de la soluciones y no crear así más problemas”. Puigdemont insistió en que los independentistas se han “ganado el derecho a ser escuchados”, por lo que Rajoy tiene que “sentarse a hablar” y abandonar la “represión delirante” de las últimas semanas. “Más de dos millones de votos al independentismo no son un holograma, son algo real”, zanjó.

Respecto a la posibilidad de volver a ser investido como president de la Generalitat, Puigdemont se mostró confiado en que ocurra, aunque no desveló si se expondrá a ser detenido. “He de ser investido president y he de entrar en el Palau de la Generalitat si hay un acuerdo postelectoral para que así sea”, argumentó. El cabeza de lista de JxCat preguntó directamente a Rajoy “cómo piensa evitar” que el Parlament pueda elegir a un presidente del bloque independentista, dada “la nueva mayoría parlamentaria que hay”.

diálogo con condiciones Por su parte, Mariano Rajoy, en la comparecencia que realizó para valorar los resultados electorales de su partido, puso como condición al diálogo con el futuro Govern que éste abandone la vía unilateral y cumpla con la Constitución y el Estatut. “Confío en que en Catalunya se abra a partir de ahora una etapa basada en el diálogo y no en el enfrentamiento, en la cooperación y no en la imposición, en la pluralidad y no en la unilateralidad”, explicó. En esa línea, mostró su disposición a hablar con un futuro president que “no se sitúe por encima” de la ley: “Tendré que hablar con aquella persona que ejerza la presidencia de la Generalitat, para lo cual tiene que tomar posesión de su escaño, ser elegido y estar en condiciones de hablar conmigo”.

El presidente del Gobierno español opina que los resultados del 21-D dejan claro que “nadie puede hablar en nombre de Catalunya si no contempla a toda Catalunya”, ya que este territorio “no es monolítico”, sino plural. “De estas elecciones emerge una Cataluña plural y todos debemos respetarla y cuidarla”, pidió Rajoy, antes de lamentar la fractura generada en la sociedad catalana y confiar en que el primer objetivo de todos los partidos sea la reconciliación, “de la mano de la ley y del respeto a los derecho de todos”.