bilbao - Caen las hojas del calendario y el cierre definitivo de la violencia no acaba de plasmarse en decisiones como la disolución de ETA, el reconocimiento del daño causado o la aplicación más flexible de la política penitenciaria con el acercamiento de los presos a cárceles vascas. Seis años después del cese definitivo de los atentados, el lehendakari consideró ayer que hay que ser pacientes, pero también exigentes para que estos pasos se materialicen cuanto antes. “Todo debería ir más rápido, empezando por ETA”, dijo. En concreto, apuntó a su desaparición “unilateral, efectiva y definitiva”, y al reconocimiento del daño injusto causado, un último punto que recalcó en varias ocasiones por su relevancia como exigencia ética. Según dijo, debe existir la garantía de que no habrá vuelta atrás en el cese de la violencia. Estas reflexiones se producen en un contexto en el que no termina de llegar la disolución de ETA. En un primer momento, todas las previsiones apuntaban a finales de este año, pero ahora se habla de los primeros meses de 2018.

Urkullu también puso deberes al Gobierno español. Le pidió un cambio en la política penitenciaria, que ve posible ajustándose de manera escrupulosa a la legalidad vigente. Pidió terminar con el alejamiento de los presos, y aclaró que el debate de la dispersión y el del alejamiento son dos ámbitos diferentes pese al habitual uso discrecional de ambos términos. Urkullu habló de acercar a los presos a cárceles vascas porque el alejamiento supone “un castigo” para los familiares y allegados de los reclusos. Estas medidas estarían encaminadas a propiciar la convivencia y un “final ordenado de la violencia”. Pidió pasos a ETA y el Gobierno español, con paciencia pero con exigencia por “el grado de responsabilidad” de cada cual en las últimas décadas de violencia.

diversidad En este nuevo contexto, el Gobierno Vasco está brindando una relevancia cada vez mayor a los nuevos retos en materia de convivencia que no tienen que ver con este conflicto, sino con el terrorismo internacional de pretexto religioso o la crisis de los refugiados. “Nuestro plan contempla iniciativas de gestión positiva de la diversidad, promoción de la solidaridad, educación, divulgación y fomento de la participación para una nueva cultura de convivencia y derechos humanos en Euskadi”, dijo, para añadir que su máxima es “vivir juntos y en paz”. “Nuestra misión en seguir trabajando juntos para reforzar una cultura de paz en Euskadi, asentar la convivencia basada en el respeto a los derechos humanos y el pluralismo, elevar a categoría de valor compartido la determinación de vivir juntos y en paz”, sentenció Urkullu.