El primer aniversario del gobierno de coalición PNV-PSE llega en plenas negociaciones presupuestarias (y fiscales) con el PP. Con EH Bildu ofreciendo mientras tanto un pacto alternativo que supondría dinamitar los acuerdos que ahora sostienen con mayoría no sólo el ejecutivo de Lakua, sino las Diputaciones forales y los principales ayuntamientos de la CAV. Y para terminar de situar a las cinco fuerzas con representación parlamentaria, con Podemos enfrascado en un nuevo proceso de elecciones internas.
Pregunté al catedrático de Sociología de la UPV/EHU, Ander Gurrutxaga, sobre su impresión tras este primer año de Gobierno y de todas sus opiniones, todas interesantes, hubo una que me pareció especialmente atractiva por lo que supone de proyección hacia el futuro de la política vasca; venía a decir el profesor que habrá coaliciones para rato, que la estabilidad del país dada la fragmentación política, vendrá de nuevos acuerdos. Añado que la explicación era mucho más general que lo circunscrito a las siglas, que se trata de que se ha instalado la sensación de que Euskadi necesita de acuerdos para estar bien gobernada, para afrontar las cuestiones que según los sociólogos más preocupan ahora y que tienen enunciados no muy definidos: seguridad, bienestar, estabilidad, preocupación por generaciones siguientes, etc.
Es comprensible que cada partido vaya buscando su espacio, bien en el Gobierno bien en la oposición, y que de ahí surjan posturas (e imposturas): desde exigencias maximalistas a sabiendas de que no habrá pacto, hasta descartes automáticos, pasando por disimulada incomodidad a pesar de alabar con la boca pequeña lo pactado. Todo está permitido. Pero convendría que fuese bien explicado. A mí, por ejemplo, me cuesta entender una rebaja del tipo nominal en el Impuesto de Sociedades para a continuación decir que se recaudará lo mismo. Creo que sería más pedagógico desde el punto de vista político explicar que se acepta una condición de un socio minoritario porque se necesitan sus votos. Así lo entenderíamos mejor.
Pero creo que hay motivos para el optimismo, porque por primera vez empiezo a atisbar que la cultura de pacto se empieza a instalar en todos los sectores políticos y nadie los descarta y lo que hoy no es posible, mañana puede serlo. Comparen, por ejemplo, con la situación política vasca de hace una década y la evolución que ha tenido. Los pactos han llegado a Euskadi para quedarse. El que vemos ahora u otros.