La mayoría de escaños del bloque secesionista, y de votos -porque el unionismo no debe apropiarse de los sufragios de la marca de Podemos en Catalunya-, es lo que está en juego en los comicios del 21-D, y con ello el derecho de seguir proyectando después la proclamada república catalana, ya que de lo contrario el constitucionalismo, que tiene también muy difícil alcanzar en su conjunto la barrera de los 68 representantes, obligará a retroceder hasta la casilla del autonomismo más centralista, recorte del autogobierno incluido tras el 155. En este escenario confluye un laberinto de partidos, coaliciones, entidades, organismos, plataformas y demás corrientes, principalmente en el soberanismo y en el ámbito de Podem, que conforman un cosmos particular y que conduce a prestar una minuciosa atención para comprender la enrevesada política catalana.

En el polo independentista, después de que haya sido imposible repetir la coalición Junts pel Sí, que principalmente sumaba a ERC y CDC, y tras la liquidación de CiU que llevó a una refundación de la que surgió el PDeCAT, la marca que lidera Carles Puigdemont acude a la cita bajo la fórmula de Junts per Catalunya para esconder la corrupción que ha azotado a la antigua Convergència y sumar a personas y organismos independientes en torno a la figura del president exiliado. También los republicanos incluyen a consellers encarcelados mientras que la CUP, como dictan sus estatutos, ha elaborado unas planchas con identidades completamente diferentes. ANC, Òmnium, Súmate y AMI reparten sus simpatizantes entre las tres bazas en las urnas.

El otro sector que ha finalizado su reconstrucción ha sido el de los comunes. El éxito de Ada Colau en las municipales y de En Comú Podem en las generales -no así de Sí que es Pot en las autonómicas- forzó a las autodenominadas izquierdas transformadoras a consolidar su espacio electoral unificándose en una sola formación. Pese a la dificultad de integrar a Podem, el resultado definitivo ha sido Catalunya en Comú, abanderado por Xavier Domènech y con el simbólico liderazgo de la alcaldesa de Barcelona.

En el bando españolista, el PSC intenta consolidarse como tercera vía, optando por el pactismo, atrayendo a sus filas a Unió, en concreto a la corriente Units per Avançar, encabezada por Ramon Espadaler. Completan el álbum Ciutadans y PP, quienes tratan de obtener réditos con el empuje de la plataforma que llama a la unidad de España, Sociedad Civil Catalana. He aquí el conglomerado de marcas que se cruzan en el camino hacia el 21-D.