Cada vez que resuenan los ataques contra el Concierto Económico o el cálculo del Cupo que de su aplicación deriva, me asalta la duda de si quien lo hace es un indocumentado o bajo esa aparente ignorancia hay mala fe. A veces pueden concurrir ambas circunstancias. Claro que el enemigo de esta fórmula también en ocasiones hay que buscarlo en casa, y ahí si que no es desconocimiento sino mezquindad política, un ataque al gobernante a costa de un mecanismo que beneficia a todos.

De los primeros, llama la atención la simpleza del eslogan. Ciudadanos dice que es un “privilegio” y Compromís que fomenta “la desigualdad”, que un niño valenciano no puede tener menos derechos que un niño vasco. No se trata de los derechos de la infancia, sino de una gestión responsable de los recursos propios, con una presión fiscal más elevada, un menor fraude, más economía reglada y menos sumergida, y así hasta completar un mapa que arroja, con un riesgo asumido, un territorio con mayores índices de bienestar. Pero estas cosas, a Ciudadanos y a Compromís (¡qué curiosa coincidencia!) no parecen importarles demasiado. A nosotros sí debería importarnos que, por primera vez, no se apruebe por unanimidad ni la liquidación de cupo ni las modificaciones en la Ley del Concierto que mañana vota el Congreso.

Otra cosa son las críticas internas, en las que advierto que se mezclan dos cuestiones bien distintas. Por un lado, la crítica por la supuesta falta de transparencia que obvia la existencia de una comisión mixta que evalúa el flujo financiero y acuerda el saldo final. Más aún, al ser una cuestión acordada entre dos partes (la vasca y la española), no hay posibilidad de enmendar y por eso se tramita con la modalidad de lectura única.

Por otro lado, hay una crítica política que tiene más que ver con la disputa entre partidos políticos que con la naturaleza del acuerdo. Porque es muy legítimo criticar a qué se destinarán esos fondos y si la política fiscal de las Diputaciones es la mejor, pero eso es un debate “ad intra” que poco tiene que ver con las relaciones bilaterales. Por eso no termino de entender por qué no se apoya el mecanismo, y el acuerdo que de él nace, independientemente de qué partido sea quien lo firme. Después, que se abra el debate sobre el resto de cuestiones, presupuestarias y fiscales. Entre nosotros, entre vascos.