Madrid - Cambalache de intenciones, sombras de espejos, un nuevo giro inesperado, otro día histórico... la polarizada política española vive en una “especie de Juego de tronos permanente”: una realidad que los analistas de Politikon quieren “desnudar” con hechos, alejados de opiniones y sesgos. “Tenemos que ser pornógrafos de la política, desnudar a los actores, ver qué hay debajo de los ropajes ideológicos, mostrar cuál es la racionalidad”, explican en una entrevista con Efe María Ramos y Pablo Simón, dos de las doce jóvenes firmas que conforman la “mente colmena” de este grupo de análisis político.
Los politólogos, economistas y sociólogos de Politikon, firmas y caras habituales de los medios de comunicación y las redes sociales, recurren a la investigación y los datos para dibujar “cartografías” de la realidad política que tengan en cuenta los matices y dejen de lado su parte más visceral, opinativa y emotiva. Aunque bastante inmersos en la disección de la crisis catalana, insisten en rescatar debates de gran relevancia social que están abandonados, el que más, la juventud. A ella han dedicado su segundo libro, El muro invisible (Ed. Debate), que publicarán el próximo día 23.
¿Qué es Politikon?
-Lo definimos como un web tank, nació como un blog, pero poco a poco fuimos ganando capacidad para hacer más cosas: ciclos, conferencias, charlas informales con la gente. Tratamos de empujar políticas públicas, de influir en la agenda, al estilo de lo que sería un think tank. Cuando nacimos en 2010-2011 había un rebrote enorme de la política. En España hablábamos de muchas cosas sin darnos cuenta de que ya se había hecho antes, de que eran debates que también estaban en Europa y que teníamos un montón de evidencia de ciencias sociales que podrían ayudar a darles forma. Cuando hablamos de listas abiertas, nadie se plantea cómo ha funcionado en otros países, qué evidencia hay. Durante mucho tiempo los analistas, las tertulias han estado muy sesgados y basados en opiniones y prejuicios. Nosotros optamos por dejar de lado esa parte más visceral, más emotiva, más opinativa y apoyarnos en evidencias.
¿Son porosos los políticos a las opiniones informadas?
-Son más porosos que hace años, pero tienen un problema: sobredimensionan el valor de las redes sociales. Lo que nosotros intentamos es hacer como una refinería de petróleo, tenemos esas vetas en crudo que hay que refinar y transformar en un producto sencillo de consumir: artículos de 500 o 1.000 palabras que te permitan hacerte una idea general de un tema si eres lego en la materia. Hasta cierto punto, tenemos que ser pornógrafos de la política, desnudar a los actores, ver qué hay debajo de los ropajes ideológicos, mostrar cuál es la racionalidad. Vas colocando piezas y le ofreces un mapa a la gente, una cartografía.
Participan como analistas en medios de comunicación nacionales e internacionales, ¿cómo tiene éxito su enfoque en un mundo tan polarizado?
-Es complicado, y lo estamos viendo clarísimamente con el tema catalán, porque si no te posicionas firmemente te tildan peyorativamente de equidistante. Nuestro valor como analistas o científicos sociales es precisamente no polarizar. Resulta de más valor intentar entender puntos de posiciones que parecen muy contradictorias, pero luego no lo son tanto. Si empiezas a escarbar, las diferencias entre los partidos en ciertas cosas no son tantas, es la escenificación política la que las hace grandes. Como los creadores de opinión son cautivos también de un clima general de polarización, esto se traduce a la sociedad y parece que no hay alternativa, pero siempre la hay. Si no explicitas en el debate que hay grises, parece que no existen, y ahí entra nuestro papel. Tener más voces, más matices, permitiría hacer políticas más como nuestros vecinos del norte. En Europa es más habitual pactar cosas puntuales.
¿Cuál es la receta para ser un buen político?
-Debe tener cuatro principios claros, ser flexible en los métodos y tener capacidad de empatía. Dentro de los partidos hay mucho margen de mejora. Sabemos que los políticos se deben a su superior, no tanto a su electorado o la ciudadanía. Se debería avanzar hacia una mayor rendición de cuentas.
¿Cómo es el equipo de Politikon?
-Somos doce miembros desperdigados por todo el mundo, una especie de mente colmena. Tenemos un corte generacional que hace que no nos dé miedo meternos en la red, como quizá les pasaba a los académicos de hace cinco o diez años. Hacemos Politikon en nuestro tiempo libre, es autofinanciado al 100%. Todos tenemos nuestros puestos de trabajo, lo que nos hace más independientes. Alrededor del 50% estamos relacionados con la universidad y todos somos doctores o vamos camino de serlo. Nuestro espíritu común es “menos opinión y más hechos”.
La actualidad política, con la omnipresencia de la crisis catalana, ha sembrado mucha desorientación entre los ciudadanos. ¿Se desconciertan también los miembros de Politikon?
-Mucho, constantemente. Vivimos en una especie de Juego de Tronos permanente, esperamos siempre un nuevo giro inesperado, cada día tiene que ser histórico. Muchas veces estamos en un juego retórico, de intencionalidades, de sombras de espejos para cargarte de razón frente a los tuyos. Estamos en el juego del despiste. Esto nos hace perder panorámica, porque no se da un paso atrás para tratar abrir el foco y ver la imagen más allá del primer plano. ¿Tú qué quieres: ganar o resolver el problema? Y si quieres resolver el problema, ¿no existe una enorme batería de grises de las cuales podríamos sentarnos a hablar?
¿Qué temas no están en la agenda pública y se deberían abordar urgentemente?
-El fundamental, el de los jóvenes. Es un tema abandonado: la situación económica de los jóvenes, cómo la crisis ha afectado de manera desigual por edades. ¿Por qué se emancipan más tarde? ¿Por qué tenemos la edad más alta a la que se tienen hijos? Estamos en el top del abandono escolar y tenemos problemas de sobrecualificación, el mercado no tiene capacidad para absorber a todas las personas con graduación universitaria. ¿A nadie le llama la atención que los jóvenes voten diferente de sus mayores en toda Europa? Va a haber dos grandes retos para el mundo desarrollado: el impacto de la globalización y la brecha generacional. Estamos obsesionados con el corto plazo, pero esto es presente y va a tener ramificaciones en el futuro y o actuamos ahora o va a tener consecuencias nefastas.