barcelona - Hubo abrazos, sonrisas y lágrimas (de felicidad). Han sido cinco años de lucha democrática y movilizaciones históricas para hacer frente a la desigualdad que el soberanismo apreciaba en el Estado español respecto a Catalunya desde ya antes, desde la laminación del Estatut aprobado en urna, y unos últimos meses duros, mucho más tras el referéndum del 1-O con la espada de Damocles de las medidas intervencionistas por parte del Gobierno español, que culminaron ayer, tras el enésimo giro de tuerca del procés, con la declaración de independencia y la apertura de un proceso constituyente que finalice con “la redacción y aprobación de la constitución de la república”. ¿Adeu España? También hubo tristeza, caras largas y algún exabrupto desde la oposición al Govern, entendiendo que el independentismo “secuestró” el Parlament desde el 6 de septiembre y obviando, en el caso del unionismo radical, que es el Ejecutivo de Mariano Rajoy quien con la puesta en marcha del artículo 155 de la Carta Magna trata de romper puentes y apropiarse del autogobierno catalán.
El sí a la ruptura se impuso por 70 votos a favor (JxSí y la CUP suman 71), 10 en contra y 2 en blanco, en tanto que los grupos de Ciutadans, PSC y PP optaron por ausentarse del hemiciclo en señal de protesta; y a la lectura del resultado le siguió una larga ovación y el canto de Els Segadors mientras miles de ciudadanos celebraban la secesión en el paseo Lluís Companys. Toca ahora desplegar la ley de transitoriedad después de que la votación fuera nominal y en urna con el fin de eludir posibles acciones penales tras las advertencias de los servicios jurídicos de la Cámara de que el texto no podía votarse debido a que la ley en que se sostiene está anulada por el Constitucional. “En virtud de lo que se acaba de exponer -en referencia a la propuesta de JxSí-, constituimos la república catalana, como Estado independiente y soberano, de derecho, democrático y social”, proclamó la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, precursora de lo que un día fue un sueño ahora cumplido.
No intervino Carles Puigdemont en el pleno, siendo Marta Rovira (ERC) quien censuró con dureza a los constitucionalistas por querer intervenir las instituciones democráticas rechazando el diálogo y la negociación, e imponiendo en Catalunya una mayoría que no existe. “Señora Arrimadas: diga a la policía de paisano que deje de perseguirnos”, señaló, aseverando que le fotografían cuando acompaña a su hija al colegio. Carles Riera (CUP) se felicitó por dar capitulación al régimen de 1978 y a la monarquía borbónica. “Ha llegado la hora del pueblo. Nos autodeterminamos ante el Estado y ante las oligarquías catalanas. Queremos una república de acogida. Un tierno abrazo para quien desea un mundo mejor sea cual sea su identidad. Y damos el paso de pie y con la cabeza bien alta. Ni de rodillas ni como súbditos. Como personas libres y sin miedo. Hoy es un día feliz. ¡Visca la terra!”, argumentó en su emotivo discurso. Los suplentes protagonizaron otra pugna árida donde el matiz gris lo plasmaron la común Marta Ribas y la socialista Eva Granados, que atacaron la simultánea aprobación del 155 aunque para la última sea culpa de la trinchera indepe.
La resolución fija un plazo de quince días para constituir un “consejo asesor del proceso constituyente” y convocar elecciones constituyentes una vez culminadas todas las fase, y así buscar la ratificación de una Constitución catalana. Entre los puntos que se validaron se insta al Govern a aprobar todos los decretos y resoluciones para gestar un nuevo marco legal, empezando por expedir a la ciudadanía documentos de identidad catalanes. Se propone impulsar un tratado de doble nacionalidad con el Gobierno de España, promover “ante todos los estados e instituciones el reconocimiento de la república catalana” y establecer el “régimen de integración en la administración de la Generalitat” de todos los funcionarios -salvo que renuncien a ello- que hasta ahora prestaban sus servicios en la administración general del Estado en Catalunya. Una autoridad fiscal; un banco público al servicio de la economía productiva; el Banc de Catalunya; abrir negociaciones con España para abordar la sucesión del Estado catalán mediante un acuerdo, en derechos y obligaciones de carácter económico y financiero; inventario de bienes españoles en territorio catalán; una comisión de investigación para fijar responsabilidades del Gobierno español en el 1-O... Todos estos puntos, entre otros, suponen el prólogo de la nueva Catalunya en Europa, que es justo quien más potestad atesora para convertir la ilusión en realidad.