no sé en qué anda el PP en Euskadi, pero le veo más despistado que un pulpo en un garaje. Lleva varias semanas lanzando una advertencia que ya le llevó a un estrepitoso fracaso electoral; a saber, que Urkullu es un peligroso independentista y que, si no es por su contrapeso (escaso atendiendo a la aritmética parlamentaria), ahora mismo estaríamos al borde del 155, con el autogobierno a punto de ser intervenido e imitando peligrosamente el procés a la vasca, porque a su juicio “se dan todos los ingredientes”.
Esta estrategia del PP no es nueva y sorprende aún más que insista en el error. Durante la campaña electoral en septiembre de 2016, convirtió el presunto extremismo del PNV en uno de sus mensajes recurrentes. Entonces, Alonso lo formuló así: “Se está fraguando un frente soberanista entre PNV y EH Bildu”, “Urkullu e Ibarretxe dicen lo mismo, son igual de peligrosos” (¡vaya honor para ambos!) o “el PNV quiere blanquear la historia de ETA para pactar con EH Bildu”. Tocaron suelo y, aun así, lo consideraron casi una victoria.
Pues bien, un año más tarde y a pesar de los pactos suscritos por PNV y PP en el Congreso y por los Gobiernos vasco y español en el ámbito institucional, el PP insiste aprovechando la ola catalana. Fíjense bien en el detalle: son precisamente EH Bildu y el PP los más interesados en trasladar la cuestión catalana a la política vasca. Es comprensible que la izquierda abertzale vea una oportunidad, aunque corre el riesgo de tener que cambiar la vía unilateral por la pactada si el soberanismo catalán cambia de paso. Pero por más que lo analizo, me resulta inexplicable la estrategia del PP vasco, salvo que sus principales actores estén pensando en volver a dar el salto a Madrid para proseguir allá su carrera política.
Me consta que hay sectores en el PP de Euskadi que quieren salirse del encasillamiento al que les lleva ese discurso recurrente. Lo tienen fácil: en lugar de resaltar una y otra vez fantasmas que la mayoría no percibe, podrían empezar a subrayar los beneficios de los acuerdos alcanzados. Pero están en otra cosa.
Puede que el PP aún no haya interiorizado el cambio que se produjo en la sociedad vasca hace ahora seis años y la cosa no pasaría de un error estratégico si, además, no afectara más que a sus resultados electorales. No es así. Insistir en los mensajes alarmistas en una sociedad necesitada de sosiego para progresar es atentar contra el interés general. Más aún si se hace bajo la amenaza del paraguas del 155.