barcelona - Las mayores presiones que ha tenido que afrontar el president Puigdemont en las últimas horas han provenido de la CUP. La formación anticapitalista pidió la semana pasada al Govern que respondiese al requerimiento del Gobierno español diciendo que sí había decretado la independencia de manera formal y efectiva, y apostó por la confrontación abierta para que surja alguna mediación internacional. Incluso amagó con dejar sus escaños en el Parlament hasta la proclamación de la República catalana. Esa petición se vio superada ayer por los acontecimientos porque el president volvió a insistir en el diálogo en su carta a Rajoy. Ahora la CUP se centra en que, si el jueves se suspende la autonomía catalana, el Parlament debe responder declarando la independencia. Junts pel Sí no ha abordado aún este debate y no quiere poner la venda antes de la herida porque, si lo hiciera, sus apelaciones al diálogo con Rajoy perderían credibilidad. Además, quiere guiarse por la cautela más extrema en este terreno y no dar un paso en falso con una declaración de independencia mal calculada que no sea reconocida por nadie en el mundo.
Por el momento, es un hecho que Junts pel Sí y la CUP han dejado en suspenso la actividad parlamentaria. Estaba previsto que esta semana se celebrara una sesión que arrancaría mañana mismo, pero los dos partidos sumaron fuerzas ayer en la Junta de Portavoces para cancelarlo, con el argumento de que la Cámara no puede funcionar con normalidad ni abordar debates puramente autonómicos o de gestión de los asuntos cotidianos. Esta decisión fue muy contestada por la oposición. Junts pel Sí quiere esperar a ver qué sucede este jueves y, si el Estado suspendiera la autonomía, apostaría por promover desde el Parlament algún tipo de reacción política. Que esa reacción sea una declaración de independencia o un monográfico más genérico sobre los pasos que debe dar el Govern es un asunto que aún está por definir.
La próxima reunión de la Junta de Portavoces tendrá lugar el lunes, aunque no se descarta que se aceleren los procedimientos para que este viernes pueda celebrarse un pleno extraordinario en respuesta a la suspensión de la autonomía. En ese caso, los plazos para que Junts pel Sí y la CUP negocien el alcance y contenido del pleno se estrecharían hasta su mínima expresión.
La posición de la formación anticapitalista es inamovible, aunque algunas voces apuestan por dejar un mes de plazo al Govern para que concrete la ruptura. La CUP quiere proclamar la República y hacer efectiva la independencia en ámbitos concretos de gestión. Es una cuestión que suscita controversia por las dificultades para abordar la recogida de todos los impuestos y, sobre todo, el control de las fronteras. Son dos puntos que se recogen en la Ley de Transitoriedad. El parlamentario de la CUP Benet Salellas dijo ayer que “la mejor manera es que el 155 nos coja proclamados, con una república que está en marcha y que ha emergido en la comunidad internacional como un actor que puede construir alianzas y abordar el diálogo”.
El portavoz de ERC, Sergi Sabrià, solo adelantó ayer que, si el Estado aplica el artículo 155 de la Constitución española, los soberanistas no se mantendrán “impertérritos”. Se mostró satisfecho con la respuesta de Puigdemont a Rajoy y pidió mantener el diálogo al margen de las decisiones que tome Madrid.