madrid - Apenas unos minutos después de que Carles Puigdemont lanzara su mensaje televisado, en el que se abrió a “emprender un proceso de mediación” para solventar el conflicto político en Catalunya, el Gobierno español respondió por boca de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. La número dos del Ejecutivo de Rajoy censuró que la Generalitat hiciera oídos sordos al mensaje “a la moderación, la cordura y la convivencia” que realizó Felipe VI un día antes y mantuviese firme el timón del Govern que enfila hacia la declaración unilateral de independencia. Sumido en una “deriva” que “le aleja cada vez más de la rectificación que le está pidiendo todo el mundo”, Sáenz de Santamaría aseveró que el president “hace mucho tiempo que vive fuera de la ley y de la cordura”.
En unas declaraciones de urgencia efectuadas en el Palacio de la Moncloa, Sáenz de Santamaría reclamó a Puigdemont que “respete a España” y que “sobre todo respete a los catalanes”, añadió. Posteriormente pasó a exigirle que deje de someter a la ciudadanía catalana a una tensión que “no se merece”, especialmente “a los que no piensan como él” y a los que, a su juicio, “se les acosa”. Según resaltó, “España es una democracia y no una dictadura con pensamiento único”, cuando por el contrario el president personifica a un dirigente que va “contra la ley, contra las instituciones, contra Europa y contra la mayoría de catalanes que ayer -por anteayer- vieron y recibieron el mensaje del rey como un bálsamo ante tanta incertidumbre y tanto desasosiego”. “Cada mensaje del señor Puigdemont es un nuevo desasosiego, una nueva intranquilidad y un viaje a ninguna parte”, insistió.
La vicepresidenta del Gobierno español no quiso pasar por alto el mensaje lanzado por el president al monarca español al advertir a Felipe VI de que cortar las alas al diálogo “ha decepcionado a mucha gente en Catalunya que lo aprecia”. “Causa sonrojo que le recuerde al rey sus obligaciones constitucionales cuando hoy estamos aquí precisamente porque él ha olvidado todas las suyas”, profundizó. “El rey tranquiliza, Puigdemont desasosiega”, concluyó. - I. Fradua