madrid - El rey Felipe VI obvió ayer el papel mediador que le guarda la Constitución para protagonizar un discurso de parte en el conflicto político catalán. En una comparecencia histórica, acusó al Govern por su conducta “irresponsable” de celebrar y de llevar a buen puerto un referéndum independentista y la más que probable declaración de independencia consiguiente que puede “poner en riesgo la estabilidad económica y social de Cataluña y de toda España”. Tras señalar que la Generalitat ha incumplido “de una manera reiterada, consciente y deliberada” la Constitución y el Estatut, lo que supone “una deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado”, el monarca español se alineó de pleno con las tesis del Ejecutivo de Rajoy. No hubo invitación a la negociación a Puigdemont, ni siquiera el más mínimo guiño, sino una cerrada defensa de la unidad del Estado. Así, y ante la “situación de extrema gravedad”, aseguró que los “legítimos poderes del Estado” deben asegurar “el orden constitucional”.
El monarca fue al grano desde el principio. Para la tercera frase de su discurso ya lanzó el primer dardo a la Generalitat. “Todos hemos sido testigos de los hechos que se han ido produciendo, con la pretensión final de la Generalitat de que sea proclamada -ilegalmente- la independencia. Desde hace ya tiempo, determinadas autoridades de Cataluña han venido incumpliendo la Constitución y su Estatuto de Autonomía, que es la ley que reconoce, protege y ampara sus instituciones históricas y su autogobierno”, afirmó. Posteriormente, censuró que el Govern ha vulnerado “de manera sistemática las normas aprobadas legal y legítimamente, demostrando una deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado”. De hecho, llegó a calificar su conducta de “inaceptable intento de apropiación de las instituciones históricas”, lo que ha situado al Ejecutivo de Puigdemont “totalmente al margen del derecho y de la democracia. Han pretendido quebrar la unidad de España y la soberanía nacional”, criticó.
Sin mentar en ningún momento a la aplicación del artículo 155 de la Constitución que permite que el Gobierno español se haga con las riendas de las instituciones de Catalunya, aunque bendiciendo las recetas que PP y Ciudadanos manejan para responder ante la Declaración Unilateral de Independencia (DUI), Felipe VI instó al “firme compromiso de todos con los intereses generales”. La situación de “extrema gravedad” así lo requeriría. “Es responsabilidad de los legítimos poderes del Estado asegurar el orden constitucional y el normal funcionamiento de las instituciones, la vigencia del Estado de Derecho y el autogobierno, basado en la Constitución y en su Estatuto de Autonomía”, concluyó durante la parte más política de una alocución que, además de dejar de lado a la mayoría soberanista del Parlament de Catalunya, tampoco reflejó el sentir político mayoritario en el Congreso español. A pesar de que el PSOE defiende la tesis de una España unida, se ha mostrado dispuesto a abrir el debate territorial llevándolo hacia el federalimso. Unidos Podemos, por su parte, ansía un nuevo modelo de Estado dando encaje a las naciones históricas en una España confederal y, por último, las formaciones nacionalistas tampoco comprarán el mensaje de unidad lanzado por el monarca.
“respeto a la ley” El único ofrecimiento del jefe del Estado español al Govern de Puigdemont fue que se adhieran a las “vías democráticas” que la Constitución ofrece “dentro del respeto a la ley”. O, dicho de otro modo, que se olvidaran de pretender “quebrar la soberanía nacional, que es el derecho de todos los españoles a decidir democráticamente su vida en común”. “Sin ese respeto no hay convivencia democrática posible en paz y libertad, ni en Cataluña, ni en el resto de España, ni en ningún lugar del mundo”, pronfundizó.
Dirigiéndose a los catalanes que viven la situación con “preocupación”, les quiso asegurar que “tienen la garantía absoluta de nuestro Estado de Derecho en la defensa de su libertad”. “Tranquilidad”, “confianza” y “esperanza”, les insistió, ya que, pese a los “momentos difíciles”, vencerá “el deseo de millones y millones de españoles de convivir en paz y en libertad”. El rey no quiso cerrar su intervención sin advertir del “firme compromiso de la Corona con la Constitución y con la democracia y con la unidad y la permanencia de España”.