barcelona - Ahora que Catalunya parece encaminarse hacia la declaración unilateral de independencia, vuelve a emerger la gran pregunta que nadie ha respondido, tampoco el propio Govern de Carles Puigdemont: ¿Qué países reconocerían la nueva república catalana? El gabinete de Junts pel Sí ha removido cielo y tierra para dar a conocer las reivindicaciones catalanas a nivel internacional, con una intensa agenda de viajes. El conseller d’Afers Exteriors, Raül Romeva, ha sido el principal escaparate de la causa soberanista gracias a su perfecto manejo del inglés y los contactos que cultivó durante su etapa como europarlamentario. En las últimas horas, las violentas cargas de la Guardia Civil y la Policía española contra los catalanes que únicamente deseaban votar han multiplicado las simpatías hacia el procés, aunque parece más complicado que se traduzca en un apoyo y reconocimiento expreso a un nuevo Estado catalán, una cuestión donde entran en juego razones diplomáticas, políticas y económicas.
Por el momento, y con mucha prudencia, en distintos ámbitos miran a las antiguas repúblicas bálticas (Estonia, Letonia y Lituania), dando por hecho que tendrían algún gesto y mensajes conciliadores con las demandas catalanas, y se menciona también a Israel por sus vínculos comerciales y políticos con la Generalitat. Lo singular en el caso de Israel es que su nombre se menciona muy a menudo en círculos constitucionalistas, y ya se han producido algunos llamamientos a la comunidad judía para que evite un posicionamiento favorable a la causa independentista.
Los vínculos entre Israel y Catalunya se remontan a 1986 y al viaje realizado por Artur Mas. El expresident trabajaba por aquel entonces en la segunda línea de la política y a nivel más técnico, tendiendo puentes comerciales entre la Generalitat y países punteros. Para algunos sectores del nacionalismo moderado, Israel es un modelo a seguir desde el punto de vista económico. De ese viaje surgió con el tiempo una relación estable, e incluso un sonado encuentro con el ya fallecido presidente Shimon Peres, a quien le explicó su deseo de lograr una mayor soberanía. En esa cita, fue muy comentada la ausencia de la bandera española. En su lugar, había dos enseñas israelíes. En ámbitos constitucionalistas se lo tomaron como una cesión al nacionalismo catalán. La muerte de Peres fue recibida con mucho pesar por los soberanistas, quienes le consideraban un gran conocedor de su realidad. Incluso el republicano Josep Lluís Carod Rovira, en su época como vicepresident del tripartito, aseguró que veía receptividad en él.
clases de contraespionaje Por otro lado, en las incendiarias declaraciones que le costaron una investigación judicial, el exsenador de ERC Santi Vidal insinuó que Israel estaba instruyendo a los Mossos d’Esquadra en labores de contraespionaje e inteligencia, y también dejó caer que las grandes fortunas judías que se encuentran detrás de los fondos de inversión internacionales estarían dispuestas a financiar a un Estado catalán. Vidal no citó de manera expresa a Israel, pero en distintos ámbitos se interpretó que apuntaba en esa dirección: habló de un Estado no europeo, que además estaría dispuesto a hacer de banco “porque prestar dinero y sacar un pequeño interés le conviene”. En cualquier caso, fue desacreditado por el Govern.
En las últimas horas, el ministro adjunto de Defensa Eli Ben-Dahan ha recriminado al Estado español que “durante muchos años” haya “aleccionado” a Israel sobre cómo reconocer los derechos nacionales de Palestina, cuando hoy se ve “su hipocresía”. “Ni siquiera permite a los catalanes tener un referéndum de independencia”, ha criticado. La diputada israelí Ksenia Svetlova, además, ha participado como observadora del referéndum. Para completar el círculo, el periodista Eran Cicurel, presentador de la radio pública de Israel, ha entrevistado al president Puigdemont y ha seguido de cerca el referéndum con varios tuits, que han sido reproducidos por el president Puigdemont en su cuenta personal.
Artur Mas abrió el camino en 1986, aunque después llegarían muchas más visitas. Durante su mandato como president, una delegación de la Generalitat viajó a Israel en 2013 para firmar convenios con universidades y centros de investigación. La comunidad israelí en Catalunya decidió corresponder su labor otorgándole un premio. El galardón se lo entregó la Asociación Catalana de Amigos de Israel, y fue en ese marco donde Artur Mas pronunció su controvertida frase: “Como en Israel, en Catalunya también hay un pueblo determinado a ser libre”.
Estos vínculos han despertado recelos en ámbitos constitucionalistas. En un artículo publicado en The Jerusalem Post, Juan Carlos Girauta, de Ciudadanos, recomendaba a los israelíes que se opusieran al referéndum porque los aliados del Govern son antiisraelíes, en alusión a la CUP.
vía unilateral Estonia, Letonia y Lituania parecen los casos más próximos, sobre todo porque han alcanzado de manera relativamente reciente su independencia, en 1991. Los tres territorios rompieron con la Unión Soviética tras un proceso unilateral. Esa es una de las coincidencias con el caso catalán, además de la intensa movilización ciudadana y las cadenas humanas, que la Asamblea Nacional Catalana tomaría poco después como ejemplo para las manifestaciones de la Diada.
Ayer mismo, la presidenta de Lituania, Dalia Grybauskaite, consideró que las cargas policiales contra el referéndum catalán han sido una “vergüenza”, y dijo que el Estado tendría que haber permitido la votación porque, habiendo llegado a este nivel de enfrentamiento, ahora será mucho más difícil que ambas partes puedan dialogar. “La violencia nunca puede reunir o integrar. Por eso, solo puedo lamentar los choques, el elevado número de heridos. Creo que es una pena y una vergüenza para cualquier país. Si el referéndum hubiese sido permitido, sin el uso de la violencia, una fase posterior de diálogo habría sido más fácil”, dijo.
El proceso de independencia de las antiguas repúblicas bálticas guarda muchas similitudes con el caso catalán, aunque también una gran diferencia: tuvieron el respaldo de las potencias occidentales y de Estados Unidos, que consideraban que la URSS se había anexionado los territorios de manera ilegal. Fue en el año 1989 cuando llamaron por primera vez la atención del mundo con su cadena humana de 600 kilómetros. También fueron célebres las concentraciones de los ciudadanos en las plazas para recitar canciones patrióticas.
En el caso de Lituania, que fue la primera en declarar su independencia, hubo graves enfrentamientos entre los manifestantes y las fuerzas rusas, que trataron de recuperar el territorio. Esa fotografía sirvió para conmover a Europa, que reconoció su independencia. Estonia, por su parte, celebró un referéndum, y en Letonia se aprobó una declaración de autodeterminación después de que los secesionistas ganaran los comicios.
Israel. Artur Mas abrió los canales de comunicación con Israel en 1986. Años después llegarían los convenios de colaboración con universidades y centros de investigación. También se produjo un encuentro con el entonces presidente Shimon Peres, ya fallecido, y a quien el soberanismo consideraba un buen conocedor de la realidad catalana. En ese encuentro, no hubo bandera española. Parte de la comunidad israelí en Catalunya es también próxima al PDeCAT.
Estonia, Letonia y Lituania. Rompieron con la Unión Soviética tras un proceso unilateral donde, al igual que en Catalunya, hubo una intensa movilización ciudadana. La cadena humana de 600 kilómetros que formaron a finales de los ochenta fue una de las inspiraciones de la ANC para las movilizaciones de la Diada. La presidenta de Lituania, Dalia Grybauskaite, opinó ayer que las cargas policiales contra el referéndum catalán han sido una “vergüenza”, y dijo que el Estado tendría que haber permitido la votación porque su actuación va a complicar el diálogo. “Si el referéndum hubiese sido permitido, sin el uso de la violencia, una fase posterior de diálogo habría sido más fácil”, consideró.