Barcelona - El teléfono de Jordi Sànchez es un derroche de batería. Es muy difícil conversar con él porque no paran de llamarle. Es una de las personas cruciales en el estado actual de las cosas del soberanismo catalán y uno de los asesores directos del president de la Generalitat de Catalunya, Carles Puigdemont.

¿Cuál es la siguiente estación del soberanismo catalán tras el 1-O?

-Será el Parlament el que va a asumir la votación del domingo con la proclamación de la República de Catalunya a través de un acto de afirmación tal y como lo prevé la ley del Referéndum. Eso nos lleva a una situación en la que la comunidad internacional tendrá seguro un papel relevante.

¿Y cómo va a intervenir la comunidad internacional una vez que el Parlament proclame la declaración de independencia?

-Hemos oído voces estas últimas horas que planteaban la necesidad de una mediación internacional hasta ahora inexistente porque el Gobierno español no ha querido aceptarla. La comunidad internacional viene a garantizar tres cosas: primero, que los derechos fundamentales no se vean recortados por una actitud tan agresiva del Estado; en segundo lugar, tiene la obligación de escuchar el mandato de la ciudadanía, la voluntad de la mayoría y el resultado de las urnas ya no solo en el referéndum del 1-O sino también en las últimas elecciones autonómicas; y en tercer lugar, y lo más importante, la comunidad internacional puede asumir el papel de mediador para evitar situaciones que puedan poner en riesgo la estabilidad europea y para que garantice una salida a este conflicto.

¿Es realista pensar que Europa se va a posicionar del lado del Govern cuando hemos visto a Rajoy sacarse la foto con importantes líderes de gobierno en Europa y en América y recibir el apoyo de los máximos dirigentes de la UE?

-Yo no sería tan categórico en esa afirmación. La opinión de los estados es siempre muy pragmática y normalmente no suelen posicionarse sobre conflictos de otros estados. Creo que hay que valorar mucho el silencio que la mayoría de esos estados han mantenido en las últimas dos o tres semanas. Esto ha incomodado de manera muy significativa al Gobierno español y nosotros lo valoramos como un paso y una señal muy importante. Por otra parte, ha habido posiciones muy rotundas y claras del primer ministro belga, de líderes de países tan importantes como el Reino Unido, o del presidente de Eslovenia, o del mismo Romano Prodi, expresidente de la Comisión Europea, que se ha posicionado a favor de una salida dialogada? Por primera vez en los años del proceso soberanista nos encontramos con declaraciones y posicionamientos de actores políticos activos y destacados que apuestan por el diálogo y reconocen que aquí hay un conflicto político.

¿Qué papel le asigna al Estado español en este nuevo escenario?

-Después de lo visto el domingo y de la dura amonestación que ha recibido el Gobierno español por su actuación contra la gente que quería votar, se pueden plantear tres escenarios: Catalunya ha apostado por mantener la iniciativa política y llevar al Parlament la declaración unilateral de independencia; voces europeas cualificadas han planteado la posibilidad de una mediación y lamentablemente España sigue atrincherada en las amenazas de detenciones y de aplicar el artículo 155. Es evidente que el Gobierno español tendrá que aceptar que el diálogo político es necesario porque si no se precipita hacia el abismo. Y eso deberá aclararlo en los próximos días u horas.

Si antes del domingo cabía alguna posibilidad para un diálogo entre Madrid y Barcelona, ¿tras el 1-O se ha roto definitivamente?

-La puerta del diálogo nunca debe ser cerrada y siempre es mejor un mal diálogo que un no acuerdo. Lo vivido el domingo fue muy grave, no tiene precedentes en ningún país europeo desde finales de la segunda Guerra Mundial. Una actuación tan indiscriminada contra la población civil por el simple hecho de querer votar en unas urnas en un referéndum que el mismo Estado decía que no tenía validez, es un hecho muy grave, pero pese a todo el diálogo tiene que estar siempre presente para hacer política y acuerdos. La única propuesta sobre la mesa ahora mismo es la que ha puesto la Generalitat de Catalunya y el Gobierno español tiene la obligación de ser más proactivo.

Según los datos de la Generalitat, la mitad del censo no participó en el referéndum. ¿Es posible dar el resultado por válido con ese índice de participación?

-Si hay dos millones y medio de ciudadanos que no fueron a votar, con esa represión policial tan brutal, la pregunta es: si no hubiera habido Guardia Civil y Policía española dando porrazos y lanzando pelotas de goma, quizás hubiéramos sido tres millones o tres millones y medio los que hubiéramos ido a votar. Quizás la actuación de las policías españolas pretendía evitar que la gente saliera de casa y fuera a votar. Eso es lo que Rajoy no quiere reconocer, porque lo que está contrastado en diferentes encuestas y datos es que hay una gran mayoría de la ciudadanía catalana que quiere votar. Pero pese a tanto porrazo y represión, pese a los más de 850 heridos, han ido a votar más de dos millones de personas. ¿Qué hubiera ocurrido si la Guardia Civil no se hubiera presentado en esos colegios? Probablemente hubiéramos sido tres millones y medio de votantes.

¿Calculó mal el Gobierno español al ordenar cargar con porrazos y pelotas de goma contra los votantes del referéndum?

-No creo que sean tan torpes y tan poco inteligentes. Creo que estaba perfectamente diseñada, era algo pensado y buscaba enviar un mensaje a la comunidad catalana advirtiéndola de lo que era capaz de hacer si no abandona la vía del derecho a decidir. Ha apostado por un esquema militar para resolver un conflicto político y será la comunidad internacional quien decida si le da carta blanca o le obliga a rectificar. Fue un error perverso y gravísimo ordenar que la policía se empleara con semejante brutalidad pero asumieron las consecuencias mediáticas.

No parece que tenga intenciones de cambiar de actitud y ha decidido mantener a los guardias civiles y policías españoles llevados a Catalunya desde el resto del Estado.

-Está reapareciendo la vieja tradición española del ordeno y mando que ahoga el espacio del debate político. Con esa estrategia no está consiguiendo amedrentar a la población catalana, no genera miedo, recorta los derechos de la población y erosiona mucho su imagen ante la opinión pública internacional. Esto está pensado. No está en clave de solucionar este conflicto sino de ahogarlo. Al margen de los 800 heridos por las cargas policiales, lo más preocupante es que el Estado español se da por satisfecho y están contentos con la respuesta que ofrecieron.

En esta situación, hoy hay convocado un paro general. ¿Hay riesgo de que puedan volver a verse escenas como las del domingo?

-No, creo que el paro general de hoy no generará una situación de violencia porque no pone en riesgo elementos esenciales, como no lo ponían las urnas.