Apenas coinciden en señalar que lo vivido ayer en Catalunya, donde han sido acogidos como un ciudadano más, fue “un día histórico”. Batirtze, Iratxe y Mikel vivieron ayer en primera persona el referéndum desde distintos puntos de vista, pero coincidieron en afirmar la importancia de una intensa jornada que podría marcar un antes y un después en la historia catalana. Las dos primeras, vascas que llevan largos años radicadas en suelo catalán, pudieron votar con total normalidad; mientras el tercero, bombero de profesión, acudió a Terrassa en ayuda de sus compañeros catalanes para establecer cordones de seguridad que evitaran enfrentamientos. Ninguno duda de que lo experimentado ayer fue excepcional.
Desde Mundaka marchó a estudiar a Barcelona Batirtze Zaldunbide, hace casi dos décadas. Con marido y dos hijos catalanes, ayer pudo acudir a su colegio electoral, a pesar de que “se notaba tensión”. Zaldunbide vive en Sentmenat, un pequeño pueblo cercano a Barcelona, “y a la vista de que muchas personas de allí, o de Sabadell no pudieron votar, han optado por venir aquí”. Fue el caso de Miren, una de sus primas, y también mundakarra, que apostó por esta opción. “Ha habido movimiento”, confirmaba, pero en ningún momento hubo escenas de violencia. Tal y como se preveía, “desde la madrugada ha habido gente en la puerta del instituto para tenerlo abierto. Pero ha habido tranquilidad”. Con más vida hecha en suelo catalán que en su Euskadi de origen, Zaldunbide fue ayer a emitir su voto en el referéndum. “Evidentemente, no he vivido un momento así en Catalunya”, zanjaba.
“Nada comparable a otros puntos de Barcelona, en El Raval ha habido tranquilidad. Y eso aunque vivimos rodeados de policía”, reseñaba Iratxe González, santurtziarra que lleva casi dos décadas en la capital catalana. Barrio multiétnico como consecuencia de la inmigración, González incidía en que a escasos metros de su casa existen sedes de diferentes cuerpos policiales, pero solo los Mossos hicieron acto de aparición en el colegio donde votó. Pese a que tuvo que hacer cola desde las 10.00 hasta las 13.00 horas y los sistemas de votación dejaron de funcionar por momentos, una vez solventadas las dificultades la organización fue impecable. “Primero han dejado pasar a la gente mayor, impedida y a padres con niños. Después han pasado los mayores de 50 años, después hasta 30 años... ha estado bien organizado”, relata a DNA.
Profesora de secundaria, González se acercó con un grupo de 6 personas a un supermercado para avituallar a los apostados en los colegios electorales. “Allí nos hemos encontrado con unos seis vascos, que han venido a pasar el fin de semana expresamente por el referéndum, haciendo lo mismo que nosotros. Soporte moral y monetario”, incide, ya que lo comprado salió de su bolsillo. González concluyó su día acudiendo antes del cierre de los centros de votación para custodiar las urnas. “Ha salido un día gris y no ha habido esa sensación de festividad que se vive en las Diadas, sino que ha sido serio”, asevera antes de apuntar una sensación que está haciéndose más patente en Catalunya con respecto al Estado. “Es como si dijeran te odio, pero no te dejo que te vayas. Y lo que la gente quiere es votar, decidir su futuro”.
Caso diferente fue el de Mikel Fernández. Bombero de profesión, acudió a la llamada de sus colegas catalanes. “Hemos venido unos 20 de Álava, Bizkaia, Gipuzkoa y Navarra”, para “ayudar a establecer cordones de seguridad para evitar enfrentamientos”. Terrassa, donde fueron acogidos por sus compañeros, fue la ciudad base en la que visitaron alrededor de 25 colegios, de 7 de la mañana hasta bien entrada la noche. “En ninguno ha habido incidentes”, resalta. “Ha sido increíble, impresionante, ver cómo nos ha acogido gente que ha hecho cola horas por votar. Aplaudiéndonos y emocionados”, aseveraba. “Un simple gracias por apoyarnos’” y el reconocimiento a su labor es lo que se traerán hoy a Euskadi.