y cada vez está más lejos de España. No es de extrañar. Se trataba de democracia y asistimos ayer a una jornada marcada por la violencia de las fuerzas de seguridad españolas. Una vergüenza que no solo sentimos aquí, sino que incluso llegó a esferas internacionales; entre otras, a la Canciller alemana Merkel que pidió a Rajoy explicaciones por las personas heridas por las cargas policiales.

Me costó mucho escribir este artículo por la enorme carga de emoción, preocupación y rabia ante lo que estaba sucediendo. Las informaciones desde la mañana demostraban que la situación se iba complicando, sucediéndose las Imágenes, terribles y lamentables, de la Guardia Civil y la Policía española destrozando escuelas y polideportivos y cargando con gran violencia -totalmente injustificada- contra la ciudadanía pacífica que les recibía cantando.

Miles de policías españoles contra miles de ciudadanos y ciudadanas pacíficas. ¿Quién puede fiarse de un Estado que agrede a la gente simplemente porque quiere decir lo que piensa? Han conseguido miles de independentistas y esto no tiene vuelta atrás.

Siguiendo el guion de su habitual discurso totalitario, el Gobierno español defendía la brutalidad policial con más de cuatrocientas personas heridas como templada y profesional. Mientras tanto, el Govern mantenía la serenidad y ofrecía soluciones a las distintas agresiones, a la vez que pedía a la ciudadanía que fuera a votar de manera pacífica y no rendirse en la defensa de la democracia frente a la violencia del Estado.

La campaña española contra el referéndum catalán ha estado plagada de mentiras, con una desvergonzada utilización de la Judicatura, falsas argumentaciones y mala leche, llegando a lo trágico-cómico, como las intervenciones ayer del Delegado del Gobierno español en Catalunya, que se despachaba tranquilamente contra el pueblo catalán, afirmando que el referéndum ponía en riesgo los 40 años de democracia, así como ponía en peligro a personas ancianas, niños y niñas. De risa.

En cualquier caso, hay que reconocer que el broche de la desvergüenza la ponía Rajoy al ocultar la violencia contra la gente y defender el desorden generado por la cruel y feroz actuación de la policía y guardia civil con una frase memorable: Las fuerzas de seguridad del Estado han resistido el embate de las fuerzas populistas. Cuando se escriba el libro de Por qué me fui de España ésta debería estar en lugar de honor. No se puede ir lejos con esta gente.

Y es que no son de fiar, además hacen las cosas mal. Llevan mucho tiempo con discursos grandilocuentes, negando la evidencia. Dijeron que el referéndum no se iba a celebrar, que no habría urnas ni papeletas?Y, mira por dónde, se ha celebrado con una participación mayoritaria en un ejemplo de implicación democrática de su ciudadanía y de sus instituciones, que han demostrado que son capaces de resolver sus problemas.

Hay un antes y un después del 1 de octubre. No se pueden ir de rositas quienes utilizan la constitución contra la democracia: los responsables tienen nombres y apellidos, empezando por Mariano Rajoy (¡Dimisión ya!) y los colaboradores necesarios del PSOE y Ciudadanos.

Hoy comienza un nuevo tiempo en el que no tienen cabida los acuerdos tibios. España no tiene más remedio que aceptar un nuevo marco jurídico con reconocimiento de la nación catalana. Pase lo que pase desde hoy, ha quedado claro que los partidos deben tomar buena nota y en Euskadi también, especialmente tras la manifestación multitudinaria del sábado. Lo del franquismo atado y bien atado lo han empezado a desanudar en Catalunya. Esa es la buena noticia.