la última semana ha sido de infarto para los partidarios del referéndum. Las redes sociales y las aplicaciones móviles de mensajería sacan humo desde hace días y es que la movilización ciudadana está siendo absoluta para garantizar que mañana se abran los colegios electorales. Miles de personas anónimas llevan semanas asistiendo a reuniones más o menos clandestinas y recibiendo consignas. Se reúnen en plazas, ahora que el tiempo aún acompaña, o en locales sociales, y deciden y planifican las acciones que llevarán a cabo en las siguientes horas. “El referéndum es de la gente”, apunta Robert, profesor de Blanes. Y no le falta razón. Más allá de la carrera de obstáculos que está corriendo el Govern de Catalunya para salvar todos los escollos legales y logísticos, sin la movilización de miles de vecinos y vecinas el referéndum no se podrá llevar a cabo.
Un alcalde En Celrà solo hay un colegio electoral ubicado en el Casal d’Avis del pueblo, un local municipal donde la gente mayor realiza actividades diversas. Dani Cornellà, su alcalde, puso a disposición de la Generalitat el dispositivo electoral habitual para celebrar el referéndum del 1 de octubre. Tomó esa decisión por convicción política, pero asegura que llegados a este punto el domingo se decidirá algo que va más allá de la independencia de Catalunya. “Ir a votar es ir a defender la democracia, la justicia, la división de poderes, el derecho a la libertad de expresión”, asegura el alcalde de la CUP. No es la primera vez que Cornellà se pone en jaque con el Estado español: ha sido apercibido en diversas ocasiones por no colgar la bandera española en el balcón del ayuntamiento e investigado por sedición y rebelión por dar apoyo a mociones suspendidas por el Tribunal Constitucional.
Un director de colegio Ramón Muñoz es el director de la escuela de primaria Baldiri Reixach de Banyoles. La semana pasada recibió una visita de los Mossos con una carta de la Fiscalía en la que no solo le pedían que no facilitara las llaves de su centro a nadie, sino que, bajo amenaza de una larga retahíla de delitos imputables, tenía la obligación de acudir a su centro el domingo e impedir que se celebrara el referéndum. A Ramón, que es una persona implicada desde hace años con la causa independentistas, entre muchas otras, le hirvió la sangre. “No voy a ejercer el papel represor que pretende que lleve a cabo la Fiscalía o el delegado del Gobierno, no voy a ser yo quien vaya a decirle a la gente de Banyoles que no pueden ejercer sus derechos”, sentenció.
Una joven implicada Berta participa de forma activa en diversas entidades de su ciudad, Barcelona. Pero no está ligada a ninguna asociación ni partido soberanista. Sin embargo, lleva todos estos días sacando huecos en su agenda para unirse a asambleas y concentraciones donde haga falta. “No es justo que debamos escondernos o sentirnos mal por hacer algo que está bien, que es votar y participar”, afirma esta antropóloga. Se ha unido al movimiento vecinal prorreferéndum también en solidaridad con sus compañeros. “Todo lo que está pasando nos inquieta mucho y es importante que nos sintamos respaldados y unidos”, concluye.
Un voluntario “El referéndum es de la gente”, asegura Robert, que es profesor en Blanes. No dudó ni un minuto en inscribirse como voluntario de la ANC, “para lo que haga falta”. A 24 horas del referéndum todavía no conoce el papel que va a desempeñar. “Llevamos días instalados en la provisionalidad y esperando, como todo cambia tan rápido hasta el último momento no nos dirán qué debemos hacer”, asegura. Una espera que se le hace larga pero tiene claro que es necesaria: “Este referéndum será pacífico y será de la gente porque está en nuestras manos que se celebre o no”.
Jubilados Sabina es de Òmnium Cultural y de la Plataforma per la Llengua y su marido, de la ANC. “En casa nos repartimos”, dice ella. Estos días han estado encartelando las calles de su ciudad, Girona, imprimiendo papeletas y carteles en su hogar. Son conscientes de que viven un momento decisivo y ni siquiera esperan a las convocatorias para ir a encartelar. “Si vemos una calle con pocos carteles, allá que vamos”, explica. Lo único que les da miedo es el discurso posterior, que digan que el referéndum no es vinculante, que no tiene garantías. “El día después tocará exigir responsabilidades sobre todo lo que está pasando estos días”, asegura.
Barrios de Barcelona En Barcelona los jubilados también juegan un papel clave. Imma, que ha sido maestra durante muchos años, está orgullosa de que su colectivo se movilice para el referéndum. Lleva días participando en todo tipo de actuaciones pero sobre todo ayudando a la gente mayor a saber dónde tiene que votar. “Nos instalamos en el mercado con un ordenador y con los datos que nos daban buscábamos el colegio de todas aquellas personas que consultaban”, explica. Imma destaca el trabajo desde los barrios de Barcelona, “lo que está pasando ha aglutinado a entidades y vecinos, es muy bonito ver cómo se implica todo el mundo”.