El de ayer no era un Alderdi Eguna cualquiera. Se cumplían 40 años de la primera fiesta del partido, celebrada en Aralar el 25 de septiembre de 1977, en los albores de la Transición. Por ello, aquella jornada histórica y simbólica estuvo en la mente de los que lo vivieron en primera persona. Entre ellos, los veteranos militantes Miren Ibarra, Fede Bergaretxe y Juan Félix Naberan, que relataron a DNA sus vivencias de una cita en la que el PNV despertó tras décadas de clandestinidad.
Fede Bergaretxe, presidente del PNV de Basauri en 1977, relata que la idea de celebrar el primer Alderdi Eguna surgió en un momento en el que el partido estaba con la moral alta tras ganar en Euskadi las elecciones generales de ese mismo año. “Estábamos a tope y queríamos hacer un acto importante para mover a nuestra gente. Iñaki Anasagasti, que había vivido en Venezuela, propuso hacer una fiesta como las que hacían los partidos de allí, un día del partido. Lo trasladó al EBB y aceptaron”. Miren Ibarra, militante del batzoki de Burtzeña desde hace más de cuatro décadas, incide en el optimismo que se respiraba entre los jeltzales: “Nos habían legalizado unos meses antes, en el partido había muchísima fuerza. Los más jóvenes estábamos con muchas ganas, había alegría y mucho compromiso por trabajar”.
Sin embargo, el contexto general de aquellos meses era convulso, con una democracia todavía sin asentarse y con la continua amenaza de grupos radicales. “El ambiente no era bueno, en el Gobierno estaba Adolfo Suárez pero en su equipo también había gente como Fraga Iribarne. Un año antes la extrema derecha en Montejurra provocó dos muertos y corría el rumor de que podían atentar contra el Alderdi”, explica Bergaretxe. Por ello, la prevención de incidentes y altercados era una prioridad para los encargados de la organización del acto en San Miguel de Aralar. Según Juan Félix Naberan, alcalde de Gautegiz Arteaga en la actualidad y responsable de EGI hace 40 años, la “gran preocupación” era la seguridad. “Yo era muy joven pero me acuerdo de la reunión en la que se debatió la organización, porque se le dio mucha importancia a la seguridad. El miedo a que pasara algo era real y se montó un servicio de orden muy importante”. Finalmente, no ocurrió nada y la jornada transcurrió con normalidad. “Se dijo que los grupos carlistas que actuaron en Montejurra no fueron a Aralar porque se quedaron asustados de todos los que estábamos”, relata Ibarra.
Lo que también trajo de cabeza a los dirigentes del PNV fue la movilización de la militancia hasta la localidad navarra, debido a la falta de infraestructura y sedes del partido. “Era muy distinto a ahora, entonces la mayoría de oficinas del partido estaban en las casas, no teníamos casi batzokis. Utilizábamos el boca a boca para llenar autobuses. Nos dijeron que llenáramos todos los que pudiéramos”, cuenta Fede Bergaretxe. Además, tal y como señala Juan Félix Naberan, la localización de Aralar tampoco ayudaba: “Era un sitio muy simbólico pero muy poco apropiado para un acto así, hubo gente que no pudo llegar hasta las 4 de la tarde”. Sin embargo, a pesar de las adversidades, la convocatoria resultó ser un éxito de asistencia. “Sobrepasamos todo, no estaba previsto que fueran tantos autobuses. Fue una movilización impresionante que nadie se creía, no se podía dar un paso”, recuerda con emoción Miren Ibarra. “Nos poníamos en las cuestas con la ikurriña, ni siquiera podíamos escuchar el mitin. Todos con el bocadillo, ni txosnas ni nada”.
Uno de los recuerdos que estos tres militantes mantienen vivos es el de la presencia de las figuras históricas del PNV en aquel Alderdi Eguna, en especial la de Manuel de Irujo, con el que Fede Bergaretxe coincidió: “Allí me lo presentaron y me causó mucha impresión”. Naberan también pudo conocerle. “Desfilé junto a él. Íbamos como servicio de orden del partido y me sacaron de la fila con una ikurriña y no me dijeron para qué. Y de repente trajeron a Irujo y fue espectacular”, rememora. Otra vivencia que saca a relucir Bergaretxe es la asistencia de veteranos de la Guerra Civil. “Nosotros desde Basauri llevamos a gudaris del Batallón Padura, vinieron unos doce o quince. Estaban emocionadísimos, no se creían lo que estaba pasando. Uno no paraba de llorar”.
“salimos a la luz” Pero además de reivindicar la trayectoria del PNV, la jornada de Aralar le sirvió al partido para encarar el futuro en una democracia que daba sus primeros pasos, y para poner en contacto a los militantes más jóvenes. “Tú no conocías a gente de otros pueblos. Yo tenía relación con gente de EGI de Gernika, pero nada más, no conocías a los de otros sitios. Y entonces vimos que éramos muchos jóvenes, cuando se suponía que éramos el partido de los viejos”. Ibarra coincide en que el primer Alderdi Eguna revitalizó al partido. “Fue una manera de salir a la luz, de exteriorizar lo que habíamos estado guardando durante tanto tiempo. Para el poco tiempo que hubo para organizarlo, salió muy bien”.