Comparto la opinión de quienes auguran que, pase lo que pase en Catalunya, afectará a la política vasca. No está claro cómo, porque depende del resultado de la ecuación catalana, pero la onda llegará. Así que vayamos dibujando cuáles pueden ser las consecuencias según los diferentes resultados.

Una posibilidad es que asistamos a un terremoto que se lleve por delante el Gobierno español, en cuyo caso habrá elecciones anticipadas y eso, tal y como están ahora mismo los pactos dobles suscritos entre PNV-PP y los Gobiernos Vasco y español, también alteraría el tablero en Euskadi. La conformación de nuevas mayorías podría alumbrar pactos distintos a los actuales. ¿Por qué iba a producirse tal circunstancia? Pues porque el PP vaya, aún un poco más, muy lejos en su exagerada reacción al referéndum y acabe, por ejemplo, encarcelando cargos públicos elegidos por la ciudadanía catalana. No lo descarten. En ese caso, se antoja imposible que el nacionalismo vasco sostuviera vía acuerdos presupuestarios a un gobierno en minoría del PP. Sí, está en minoría por si alguien no se acuerda.

Pero también puede ocurrir que la actual apuesta del soberanismo catalán no concluya donde han anunciado que acabará el 1-O, más porque la estrategia española de cortocircuitar sus aspiraciones sea efectiva, que por desánimo popular (hace años auguraron en Madrid que esto era pasajero y hasta aquí han llegado). Si eso sucede, tras el baño de realidad, no es descartable que se abra un nuevo proceso negociador (lo dejó abierto Oriol Junqueras este viernes en el programa Siete días, de ETB). También en Euskadi quienes apuestan exclusivamente por vías unilaterales deberán de revisar si esa es la mejor estrategia.

Comparar las realidades políticas vasca y catalana requiere algo más que una batería de titulares gruesos. Otegi ha dicho que si el PNV quisiera, hay mayoría suficiente en el Parlamento Vasco para echar a andar un proceso similar al catalán. Claro, si habla de aritmética tiene razón. Pero estamos hablando de política y en ese paralelismo debería analizar también por qué el nacionalismo catalán, hasta hace un lustro (casi ayer mismo) autonomista, se convirtió en decididamente independentista. Por ejemplo, ¿no cree Otegi que nada de esto hubiera ocurrido si Catalunya dispusiera de una Hacienda propia tal y como disponen los territorios forales vascos? Yo tengo serias dudas.

Lo que es innegable es que, lleguen o no a la cima (recuerdo aquel símil de Ibarretxe junto a Artur Mas en el Kursaal donostiarra), lo que estamos viviendo estas semanas va a dejar poso y el campo avanzado está un poco más alto. También lo saben en Madrid. Y en Euskadi, en pleno proceso de elaboración de un nuevo estatuto.