BARCELONA - Con la célula desarticulada al completo, la investigación del doble atentado en Catalunya pone la lupa sobre la figura de Abdelbaki Es Satty, el máximo responsable del reclutamiento e instrucción de los otros once integrantes. Tras confirmar su muerte en la explosión del chalé de Alcanar, los trabajos policiales estrechan el cerco para averiguar cómo se gestó su radicalización en la sombra, ya que en público siempre mantuvo un perfil discreto que no levantó sospechas. La principal hipótesis apunta a sus discretos viajes al extranjero como elementos fundamentales en ese proceso. En concreto, se trasladó a Bélgica, Marruecos y Francia, tres importantes focos del yihadismo donde podría haber mantenido contacto directo con miembros del autodenominado Estado Islámico.

Con los resultados que arrojaron las muestras de ADN encontradas, los Mossos d’Esquadra refutaron ayer su teoría de que Es Satty era uno de los terroristas que murieron a raíz de la explosión en Alcanar el pasado miércoles, unas horas antes de que se produjeran sendos ataques en Barcelona y Cambrils. Ayer mismo se localizó su furgoneta en Sant Carles de la Ràpita, una localidad a tan solo 15 kilómetros del chalé que sirvió como centro de operaciones de la célula yihadista. El vehículo también había sido utilizado en múltiples ocasiones como lugar de reunión de sus integrantes.

La investigación policial intenta ahora trazar todos los movimientos de Es Satty para esclarecer cómo pudo erigir la plataforma sin destapar la liebre. Los Mossos d’Esquadra acudieron el domingo a la mezquita de Ripoll en la que ejerció el imán para recoger cualquier muestra que pueda convertirse en una pista sobre su radicalización. A sabiendas de que su papel fue clave para estructurar el grupo, los agentes ya habían registrado anteriormente su vivienda, donde rastrearon sus documentos y el contenido de sus agendas y dispositivos móviles.

La llegada del clérigo a Ripoll se produjo en 2015, aunque esperó un tiempo para poner en marcha su estrategia de reclutamiento. En 2012 abandonó la cárcel de Castellón, donde cumplió una pena de cuatro años por tráfico de drogas tras haber sido detenido en Ceuta cuando transportaba 12 kilos de hachís. En prisión se encargó de organizar el rezo de los presos musulmanes y forjó una estrecha amistad con Rachid Aglif, alias El Conejo, uno de los miembros de la célula yihadista responsable de los atentados del 11-M en Madrid. No obstante, los investigadores descartan la tesis de que esa relación contribuyera a su radicalización y creen que ese proceso se aceleró fuera de la cárcel.

Es Satty se puso en 2016 a la cabeza de la mezquita Annour de Ripoll y trató de no generar suspicacias mostrándose muy moderado en sus comentarios en público. El imán logró burlar el férreo control que se ha establecido durante los últimos años para evitar discursos del odio en las mezquitas y ocultó su pasado en prisión. Poco a poco, centró su trabajo en los más jóvenes y apartó a los miembros del grupo que acabaría causando el terror en Barcelona y Cambrils. Su instrucción continuó fuera de la mezquita, frecuentemente en su furgoneta, y se produjo de una forma muy rápida, en poco más de un año. Para entonces, Es Satty ya había protagonizado varios viajes al extranjero que podrían explicar su radicalización.

Entre los destinos que habrían contribuido a ese proceso, su paso por Bélgica adquiere una especial relevancia. Es Satty habría manifestado en varias ocasiones su deseo de mudarse a ese país. Entre enero y marzo de 2016, viajó allí y permaneció en Vilvoorde, una localidad a poco más de 10 kilómetros de Bruselas y que representa uno de los principales puntos de reclutamiento del Estado Islámico en el continente europeo. Solo unas semanas antes de los atentados en el aeropuerto y el metro de la capital belga, trató de encontrar trabajo en varias mezquitas del entorno. En una de ellas le pidieron un certificado que reflejara la ausencia de antecedentes penales. Ante sus continuas evasivas para no presentar el documento, el encargado del centro de oración trasladó sus sospechas a las autoridades locales, pero el imán desapareció repentinamente.

Su estancia en tierras belgas pasó completamente desapercibida. El Ministerio de Asilo y Migración dice no tener conocimiento de su paso, ya que no solicitó ni recibió el permiso de residencia. En cambio, el alcalde de Vilvoorde sí reveló que el clérigo estuvo en esa localidad y no descartó que hubiera estado anteriormente, una hipótesis con la que los Mossos d’Esquadra también trabajan. La absoluta discreción con la que se movió fue una razón clave para evitar que alguien diera la voz de alarma, máxime en lugares que concentran grandes focos de radicalización yihadista.

CONOCER LOS ANTECEDENTES El caso de Es Satty ha generado una gran alarma en la comunidad musulmana del Estado español no solo por la construcción de toda una plataforma terrorista con origen en una mezquita, sino también por el fracaso de los filtros para controlar a los imanes que ejercen en los centros de oración. La escasa infraestructura con la que cuentan es uno de los motivos que debilitan el proceso de contratación de los clérigos. Por ello, la Comisión Islámica de España (CIE) advirtió ayer de la necesidad de que puedan conocer los antecedentes penales de los candidatos antes de que empiecen a ejercer en las mezquitas. Actualmente solo pueden disponer de un documento legal que avale la ausencia de antecedentes por abusos sexuales, que se le exige a cualquier persona que vaya a trabajar con menores. Sin embargo, ese papel no acredita otro tipo de condenas como la que llevó a Es Satty a la cárcel durante cuatro años por tráfico de drogas.