BARCELONA. Sobre las 23 horas del jueves, horas después del atropello masivo que se ha saldado con 13 muertos por el momento, los cuerpos policiales empezaron abrir algunas vías para que los visitantes pudieran acercarse a sus alojamientos y para que los vecinos pudieran regresar a sus casas.

No obstante, esta apertura de calles fue temporal, ya que agentes de Mossos d'Esquadra y de Guàrdia Urbana impedían el paso en puntos como las calles Santa Anna, Tallers, Bonsuccés y Comptal.

Los viandantes se amontonaban por decenas tras la cinta policial y sólo conseguían regresar a sus hogares u hoteles acompañados de algún agente o esperando sin más información a que se abriera el paso.

Ya avanzada la noche, destacaba un silencio nada habitual en pleno centro de la capital catalana, sin coches, sin turistas hablando y sin personas paseando por la emblemática vía.

Un barrio tomado por Mossos, Urbana y efectivos sanitarios despertaba con escasos comercios abiertos, pero a medida que se acercaban las diez de la mañana, cada vez más persianas de los locales comenzaban un viernes inusual.

La Rambla, lugar de paso para miles de turistas cada día, y calle típica de la que se dice popularmente que los barceloneses siempre van con prisa, agolpaba personas en calma que iban haciendo fotos a quioscos típicos y tiendas que intentaban abrir con normalidad, a pesar de las cintas policiales y las patrullas.