bilbao - Los presos yihadistas encarcelados en el Estado español superan ya en número a los reclusos de ETA. Esta fotografía es el fiel reflejo de la nueva realidad en materia de seguridad, donde el cese de ETA y la entrega de su arsenal han supuesto el fin de la violencia por ese flanco, mientras que el yihadismo es un fenómeno en auge que está centrando en los últimos tiempos el trabajo y las investigaciones de las fuerzas de seguridad del Estado. En concreto, hay un total de 270 personas encarceladas por delitos relacionados con el yihadismo, veinte más que en el caso de ETA. Estas cifras se refieren solo a las prisiones españolas, sin tener en cuenta los encarcelados en el Estado francés, que en el caso concreto de ETA elevan la cifra a unos 350 reclusos.

El ascenso de la población reclusa relacionada con el islamismo radical lo reveló el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, en una entrevista hecha pública ayer por Europa Press, y es la inmediata consecuencia de las múltiples operaciones policiales contra el yihadismo, que se han traducido en 186 detenciones en solo dos años. Este cambio de paradigma en las preocupaciones en materia de seguridad tras el cese de ETA no se ha traducido en un cambio o reorientación de la política aplicada a los presos de la organización, y Zoido insistía recientemente en fijar requisitos como la delación y la colaboración con la justicia en el esclarecimiento de atentados como condición para acercar a los reclusos a cárceles vascas o próximas a Euskadi.

El descenso en la cifra de presos de ETA se debe fundamentalmente a la salida de unos sesenta de ellos tras la derogación de la doctrina Parot por parte la justicia europea, y a la excarcelación de aquellos que ya han cumplido íntegramente su condena, como sucedió ayer con Kemen Uranga. Dejó la cárcel de Daroca, en Zaragoza, tras cumplir una pena de cinco años bajo la acusación de haber alquilado dos viviendas que iban a ser utilizadas por miembros de la organización. Fue detenido en Londres en 2012.

La preocupación de las fuerzas de seguridad es tener bajo control a los yihadistas retornados, las personas que se trasladaron desde España hasta Irak o Siria para engrosar las filas del Estado Islámico y decidieron volver, ya con formación para atentar y combatir. Son cerca de 200 los que se trasladaron a la zona de conflicto, 50 murieron allí y 34 volvieron al Estado español. El resto sigue en esos países. Las fuerzas de seguridad se mantienen alerta para controlar sus movimientos, y creen que puede haber más retornados ahora que el Daesh está retrocediendo en Irak y Siria. También se trata de evitar la radicalización de las segundas generaciones.