BARCELONA - En medio de la creciente vorágine de amenazas por parte de Madrid y el incesante goteo de ceses y dimisiones dentro del Govern, los estudios demoscópicos tampoco le dan un respiro a los partidarios de la desconexión. El último barómetro del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO), un organismo dependiente de la propia Generalitat, esboza un panorama desesperanzador para los intereses de los independentistas a tan solo 70 días del referéndum. Según la encuesta hecha pública ayer, el 49,4% de los catalanes es contrario a la secesión frente a un 41,1% que es proclive a soltar amarras con el Estado. La brecha entre partidarios y detractores es de 8 puntos porcentuales y se ha agrandado de manera sustancial durante los últimos meses. Desde que el homólogo al CIS en suelo catalán preguntó en marzo, los defensores del sí han cedido más de 3 puntos, lo que sitúa el apoyo a la independencia en niveles de 2013, cuando ni siquiera se había celebrado el proceso participativo del 9-N.
En todo caso, los datos recabados por el CEO no se extrapolan escrupulosamente a la proyección del resultado de la convocatoria del 1-O. La encuesta preguntó paralelamente y de forma específica al respecto de la convocatoria unilateral. Las reticencias de un importante sector, especialmente entre los contrarios a la desconexión, a participar en una consulta sin garantías y sin el permiso de Madrid dispara las aspiraciones de los organizadores. Según el CIS catalán, el 67,5% de los ciudadanos acudirá a votar, un dato que no es baladí teniendo en cuenta que el antecedente del 9-N solo reunió al 37% de la población. De hecho, el índice de participación se aproxima más al de unas elecciones autonómicas al uso. En los últimos comicios, celebrados en 2015 y presentados como un plebiscito sobre la independencia, la cifra se situó en el 74,9%.
La estimación del resultado del 1-O da un giro de 180 grados y echa por tierra la hegemonía de los contrarios a la independencia. La menor implicación de este sector en el referéndum desequilibraría la balanza a favor de los proclives a la desconexión. En concreto, el CEO calcula que el 62,4% de los participantes marcará el sí en su papeleta, mientras que el 37,6% optará por el no. Por tanto, y teniendo en cuenta las bases estipuladas por la Ley del Referèndum d’Autodeterminació, la Generalitat podría proclamar la secesión. La norma para impulsar la convocatoria del 1-O no prevé un listón mínimo de participación ni una mayoría reforzada para una eventual victoria del sí.
Pese a que la mayoría de la ciudadanía catalana no es partidaria del divorcio con el Estado, las estadísticas reflejan la división de la sociedad en torno a lo que debería ser Catalunya. Esa fragmentación favorece que la posibilidad de convertirse en un Estado independiente (34,7%) sea la que más adeptos recluta. A poca distancia se sitúa el mantenimiento de la actual autonomía (30,5%) y más lejos el Estado de corte federal propugnado por el PSOE (21,7%). Cierran la lista los que consideran que tendría que ser una región española (5,3%).
PELIGRA LA MAYORÍA Las elecciones autonómicas representan una de las opciones que se pondrán sobre la mesa una vez pasado el 1-O. De hecho, la Ley del Referèndum d’Autodeterminació prevé esa convocatoria en caso de que gane el no. La proyección parlamentaria que realiza el CEO hace peligrar la plácida mayoría de la que disponen ahora mismo las fuerzas independentistas. Junts pel Sí y la CUP suman actualmente 72 escaños, pero su representación podría menguar hasta los 66, dos por debajo de la mayoría absoluta. La coalición entre el PDeCAT y ERC se sitúa en una horquilla de entre 60 y 63 actas frente a las 62 que ahora tiene. Por su parte, la formación anticapitalista podría perder hasta 4 representantes en el Parlament.
El descenso de los partidos independentistas acrecienta las posibilidades del resto de fuerzas. Todas ellas podrían mejorar su representación en el Parlament excepto Ciutadans, que bajaría de los 25 hasta los 20 o 22 asientos. El grupo de Inés Arrimadas, jefa de la oposición, sufriría la sacudida de PSC, Catalunya Sí Que es Pot e incluso del PP. Los socialistas podrían situarse como segunda fuerza, ya que el CEO les atribuye una horquilla de entre 17 y 20 escaños. A falta de concretar la forma en la que se presentarían la facción catalana de Podemos y la nueva plataforma de Ada Colau, la coalición que concurrió a las elecciones de 2015 subiría hasta los 15 o 17 representantes. Actualmente tiene 11. Por último, los populares experimentarían un ligero ascenso que les podría aportar hasta dos actas más.
En el caso de unas elecciones generales, ERC le arrebataría la victoria a En Comú Podem. Los republicanos desembarcarían con 12-13 diputados en el Congreso por los 11-12 que obtendrían los de Xavier Domènech. Por detrás se situarían PDeCAT, PSC, PP y Ciutadans.
67,5
Según el último barómetro del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO), 2 de cada 3 catalanes irán a votar al referéndum de independencia del 1 de octubre. El índice de participación sería significativamente superior al registrado en el proceso participativo del 9-N, cuando solo el 37% acudió a las urnas. Entre los que tomarían parte en la convocatoria unilateral, un 62,4% señalaría el sí en su papeleta. Por el contrario, el 37,6% indicaría su postura contraria a la desconexión con el Estado.
¿Qué debería ser Catalunya?
Un Estado independiente34,7
Una comunidad autónoma30,5
Un Estado federal en España21,7
Una región de España5,3
No sabe/no contesta7,9