MI ama me dice últimamente que mis artículos no son cañeros (ella lo expresa de una manera mucho más fina). No sé si éste de hoy se lo parecerá pero, después de ver al rey de los y las españolas en el Congreso de los Diputados, me entran ganas de darle hasta en el carnet de identidad. Sin embargo, me controlaré.
El Borbón, en línea con los hechos de su familia durante toda su historia, tuvo un discurso calculado para la ocasión y momento; sin rubor ni vergüenza deslizó la palabra dictadura a modo de carnaza y para quedar bien, porque de agarrarse al trono se trata y nada más.
Ya sabemos que la historia se escribe a conveniencia y en el caso de los Borbones más, como esas almibaradas y engañosas informaciones de su clac mediática que intentan convertirles en paladines de la democracia, de la cristiandad, a la par que les dotan de unas cualidades deportivas de élite e, incluso, intelectuales. ¡Qué suerte, resaltan en todo!
Lo del golpe de estado de 1981, el enriquecimiento inexplicable, las relaciones diplomáticas y cuasi de familia con dictadores, las recatadas fotos con el Papa mientras viajan oficialmente con las amigas? son imaginaciones mías. Llegaron al trono de España desde Francia ejerciendo la violencia en una guerra terrible y, durante estos tres siglos, con altibajos y enfrentamientos familiares siguen ahí viviendo del resto. Lo de todo es bueno para el convento podría decirse ahora también aplicado a esta gente que no ha dudado en pelear y traicionarse entre parientes con el único objetivo de reinar.
Por no ir muy atrás en el tiempo vamos a recordar al emérito, a ese de aficiones caras, y que ha dado tanto que hablar por no haber estado en el Congreso el otro día. El dictador decidió en 1969 que fuera su heredero, en un salto dinástico -dicho eufemísticamente- que nunca aceptó su padre (pobrecito, aquel que vivía del aire en Estoril).
Durante todo su reinado no criticó a su padre político, seguramente porque estaba agradecido a quien le designó porque sí, porque para eso había ganado otra guerra ilegal a golpe de muertes y más muertes. Su renuncia al trono hace tres años y no dejarle aparecer por el Congreso el otro día deben enmarcarse en salvar los intereses de la familia como sea en un momento en el que se cuestiona el régimen monárquico. Exactamente igual que la pretendida crítica de Felipe VI a Franco. Ha tardado tanto que se puede dudar de su sinceridad, aunque ya se sabe de mi mala intención pues no soy monárquica.
Contra el vicio de mentir y prestigiar lo imposible la virtud de aclarar y contar la verdad. Llega el momento de dar sentido al título de arriba porque hasta ahora-dirá usted- nada que ver. Por eso, terminaré con una referencia de dignidad de pueblo; del vasco, claro está.
Compromiso, lealtad, convicción, renuncias, sufrimientos, esperanza, y un largo etcétera de entregas por el euskera, la democracia, la patria, los derechos de hombres y mujeres? que representan la voluntad de seguirexistiendo aún en las peores condiciones.
Efectivamente, ningún parecido entre quienes hicieron posible esa resistencia vasca al franquismo, viva en el libro de ese título que presentó el jueves el consejero Erkoreka, y quienes mantienen en su beneficio un régimen no elegido por el pueblo (por muchas zarandajas que nos cuenten sobre su aceptación vía la Constitución del 78, aquí la mayoría no la apoyamos).