bARCELONA - Las elecciones catalanas de septiembre de 2015 dieron la mayoría absoluta a los partidos soberanistas, pero el Govern ha tenido que apoyarse todo este tiempo en la CUP. La convivencia no ha sido del todo pacífica porque el partido, de carácter asambleario y situado muy a la izquierda en el espectro político, ha amenazado varias veces con dejar caer los Presupuestos por discrepancias con la fiscalidad o la política social, o también por ver tibieza en la defensa de la desobediencia. En las últimas semanas, sin embargo, la apuesta del president Puigdemont por convocar un referéndum unilateral de independencia el 1 de octubre se ha interpretado por la CUP como una confirmación de que habrá desobediencia, y ha actuado como un bálsamo en las relaciones. La CUP ha aplaudido tanto la fecha como la pregunta, donde se incluye una alusión a la república catalana muy del gusto de la formación de Anna Gabriel. Todo era calma hasta que ayer la CUP avisó de que “reventará” la legislatura si se celebra un referéndum descafeinado.

El portavoz del secretariado nacional de la CUP, Quim Arrufat, avisó ayer en declaraciones a La Xarxa de que, si el Govern no hace los deberes para que el 1 de octubre pueda haber un verdadero “referéndum desobediente”, intentarán “reventar la legislatura” y “pedir responsabilidades”. Según Arrufat, “el grueso del Govern está alineado con el referéndum”, pero “hay algunos elementos que pensamos que no”. Esas personas “no se creyeron” hace un año la apuesta de la CUP por un referéndum, y “hace muchos años que viven de las instituciones, están muy bien acostumbrados al poder autonómico, calculan que todo será más o menos un 9-N” y consideran que “no hay que arriesgar su estatus personal, ni sus propiedades personales, ni el cargo”. “Esta gente en el Govern no debe estar. El presidente y los responsables de su ejecutivo deben ser conscientes de que toda la gente que tienen en el barco, la tropa, deben ir hasta el final. No vale que del propio ejecutivo que debe organizar el referéndum vengan los errores, las deserciones, las dilaciones, porque entonces la maquinaria no funcionará”, dijo.

La CUP elevó ayer la presión para que el Govern de Junts pel Sí no flaquee en el último minuto por las presiones del Gobierno español y las eventuales consecuencias penales de sus actos. No quiere que el referéndum acabe siendo una consulta no vinculante sin efectos jurídicos como la del 9 de noviembre de 2014. En las últimas jornadas, han surgido voces críticas con el referéndum que consideran que va a ser otro 9-N porque el Govern no va a movilizar a funcionarios y va a recurrir a voluntarios. Habilitará locales de la Generalitat si no es posible abrir los colegios electorales por la negativa de los alcaldes constitucionalistas. En ese contexto se produce la advertencia de la CUP. Este mismo martes, sin embargo, el Govern tendrá ocasión de calmar al partido revelando públicamente los detalles técnicos del referéndum.

decir “basta” Arrufat avisó ayer de que, “si hay un porcentaje elevado de cuestiones previsibles en la estrategia para organizar un referéndum desobediente que han fallado, aquí hay que pedir responsabilidades” y decir: “Basta, qué os habéis pensado que es esto”. El desmarque de la CUP pondría fin a la legislatura y al proceso soberanista, una amenaza que la formación ha planteado de manera cíclica en los últimos meses.