Bilbao ? Catorce años han tenido que pasar para que el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos (TEDH)haya dictaminado que la condena a Juan María Atutxa, Kontxi Bilbao y Gorka Knörr por negarse a disolver el grupo parlamentario de Sozialista Abertzaleak (SA) en la Cámara de Gasteiz fue injusta porque no se les dio opción a defenderse en el juicio ante el Tribunal Supremo.

¿Qué ha supuesto para usted la sentencia de Estrasburgo tanto a nivel político como a nivel personal?

?A nivel personal, una enorme satisfacción porque, aunque han transcurrido más de catorce años, al final se ha reconocido que teníamos razón. A nivel político, supone poner una muga a favor del respeto que se merecen nuestras instituciones, en este caso el Parlamento Vasco. Nosotros ya dejamos claro que no era cuestión de no querer cumplir la sentencia del Supremo, sino que no lo podíamos hacer puesto que, si lo hacíamos, pisoteábamos nuestra propia ley.

Además, ¿servirá como aviso a navegantes?

?Seguro que dará qué pensar si a alguien se le ocurre firmar algo del tenor de lo que firmó el señor Hernando (presidente del Supremo). A lo largo de estos años, estoy convencido de que mucha gente ha puesto en duda nuestra actuación y ha tenido que venir esta sentencia para condenar algo tan básico como que a unos ciudadanos se les haya negado su derecho a la defensa ante un tribunal que les estaba juzgado. Se ha vulnerado el artículo 6.1 de la Convención Europea de los Derechos Humanos y eso es algo gravísimo.

A lo largo de estos años siempre ha mantenido que ustedes no desobedecieron las leyes.

?Estaba clarísimo. Dimos todos los pasos que pudieran ser exigidos en nuestro propio reglamento y teniendo presente lo mandatado por el presidente del Tribunal Supremo. Pero ninguno de aquellos pasos nos abría un resquicio para que pudiéramos hacer aquello que se nos reclamaba desde el Supremo. Conocidos los manejos y las manipulaciones que ha habido en manos de determinadas personas de la justicia, ya dijimos que íbamos a llegar hasta el final y por eso fuimos a Europa, a un tribunal donde estábamos convencidos de que íbamos a recuperar nuestra dignidad. Fuimos sometidos a un juicio injusto por hacer algo justo:defender nuestras instituciones.

Ha dicho que tuvo respaldo político, sobre todo de su formación, pero, ¿es duro enfrentarse a una pena de inhabilitación?

?Prima sobre todo la conciencia. Me miro hacia adentro y actúo en conciencia. Nunca hubiese podido dormir tranquilo si cuando recibí aquel auto, y una vez analizado por los servicios jurídicos de la Cámara, hubiera pisoteado nuestro reglamento. Por eso, desde un primer momento yo me sentí enormemente tranquilo y apoyado y protegido por mi organización política. Digamos que han sido años de desagrado, pero de una enorme tranquilidad. El apoyo político, con miles de personas fuera del Palacio de Justicia durante horas y horas, es algo que agradeceré de por vida. Fue un apoyo hecho de todo corazón.

Lo más fácil hubiera sido decir: “cumplo lo que me ordena el Tribunal Supremo y a mí nadie me puede pedir cuentas”.

?Muchísimo más fácil, pero seguiría sin poder dormir tranquilo. Sería destrozar el nivel de respeto que se merece el Parlamento Vasco como institución que recoge la voluntad popular. No se nos pasó jamás por la cabeza.

¿Cómo reaccionaron los grupos parlamentarios?

?Debo decir que había parlamentarios que buscaban nuestra condena porque creían que, siendo condenados nosotros, se justificaba su posición. Cuando decíamos “apoyen nuestra posición porque va en defensa de la institución”, ellos decían que no, que no iba en defensa del Parlamento Vasco, sino en defensa del Grupo Sozialista Abertzaleak. Yo no tenía ninguna afinidad con ellos, eso estaba muy claro, pero tenía que defender el papel del Parlamento. Y pleno tras pleno me machacaban diciendo que estaba cometiendo un delito.

¿Era cuestión de dignidad?

?Sí, pero no mía personal, ni tampoco de Kontxi Bilbao o Gorka Knörr. Era cuestión de dignidad del Parlamento Vasco. Si aceptábamos la sentencia del Supremo, hubiera sido una pérdida de nuestra autonomía parlamentaria. Además, el segundo auto que recibí del Supremo sonaba a amenaza. Me decía que tenía cinco días “sin prórrogas ni excusas” para cumplir con la sentencia. Yo actué con los informes de los servicios jurídicos de la Cámara. Si me agacho y si cedemos una vez, la segunda viene ya dada.

Absuelto dos veces, el recurso al Supremo fue de Manos Limpias. ¿Qué le dice esta cuestión sabiendo el recorrido de este sindicato?

?De entrada, que el nombre no le hacía justicia a este sindicato o lo que fuera, porque menos Manos Limpias era de todo. A determinados magistrados del Supremo, sobre todo el presidente y alguno de sus componentes, les daba igual que fuese Manos Limpias, manos sucias o el perro del hortelano el que presentara el recurso. Lo que querían es que alguien promoviese el recurso para luego ellos hacer de su capa un sayo y condenarnos.

Se abrió un debate jurídico, por un lado la ‘doctrina Botín’, donde se avaló limitar la acción de las acusaciones particulares, y por otro su caso, donde sí se admitió a la acusación popular en solitario, pese al criterio en contra de la Fiscalía, lo que propició la denominada ‘doctrina Atutxa.’

?En nuestro caso se dio la voltereta. Al gran Botín, prohombre de la banca y la economía, se le dio un trato, y a nosotros, modestos representantes del Parlamento Vasco, se nos dio otro distinto. Admitamos eso, pero vayamos incluso más allá. La mayor barbaridad que se pudo cometer fue que se nos juzgó sin posibilidad de defensa. Sin posibilidad de dar nuestra versión. El Supremo no quiso oírnos porque, de ser así, no podía habernos condenado nunca. Sobre todo después de haber sido absueltos en dos ocasiones por el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco.

Lo dicho. Para la jurisprudencia ha quedado la ‘doctrina Atutxa’.

?Pero si no era Atutxa, como tampoco era Kontxi Bilbao o Gorka Knörr. Lo que estaba en juego era el Parlamento Vasco. No se trataba de nosotros, a quien se quiso pisotear y humillar fue al Parlamento Vasco, y por medio nos pilló a nosotros.

El Gobierno español, en boca del ministro Rafael Catalá, afirma que Estrasburgo no pone en cuestión su condena, que no se llega al fondo de la misma.

?No ha entrado en el fondo porque lo más elemental y básico, que es dar opción a la defensa, no se produjo. No sé como se puede tener un perfil democrático tan bajo para decir que no se ha entrado al fondo y que se trata de una cuestión técnica. ¿Cómo que cuestión técnica? Conculcar un derecho básico como es el de la defensa no puede ser una cuestión técnica. La declaración del ministro fue una simpleza y una barbaridad.

También se ha puesto en cuestión que solo han recibido un euro de compensación.

?Sí, un euro. Teníamos la posibilidad de pedir una indemnización por daños y perjuicios. En su momento ya que dijimos que no íbamos a por dinero, sino que queríamos que se restituyera nuestra dignidad. Al final nos deben dar un euro a cada uno y 600 euros para las costas. Algunos me han dado ya ideas, que enmarquemos la sentencia y el euro para colgarlo de la pared. Claro que vamos a cobrar ese euro y, además, por otra vía reclamaremos la multa que se nos impuso en su día.

No es la primera vez que el Estado español es sancionado por Europa por no escuchar a los acusados.

? Parece que no aprenden. No es la primera vez que España recibe un varapalo de Estrasburgo. En algún momento alguien debería sonrojarse y ser consciente de que no se puede andar con bromas en temas tan serios como los derechos humanos.

¿Quizá las declaraciones de Catalá se hicieron mirando a Catalunya?

?Pudiera ser. Pero nosotros hablamos de lo nuestro, lo que no quita que en Catalunya tienen un problemón impresionante. Lo que ocurre es que puede haber muchas cosas coincidentes, pero otras no lo son.

¿Se refiere al recorrido judicial?

?Por ejemplo, Francesc Homs. Fue condenado por el Supremo y ahora irá al Constitucional. Ha empezado más tarde. Artur Mas, por ejemplo, lleva un camino parecido al nuestro. Ha sido condenado por el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya. Irá al Supremo, luego al Constitucional y luego a Europa. Si el ministro Catalá ha querido poner una barrera frente a Catalunya pretendiendo descalificar nuestra sentencia, está en un error.

¿Puede afectar esta sentencia al recorrido que se emprenda contra la presidenta del Parlament catalán, Carme Forcadell?

?No puedo hacer valoraciones porque la verdad es que solo he seguido la cuestión a través de los medios de comunicación. Lo que no entiendo es que un tribunal o un juez diga qué se puede votar o no se puede votar en un Parlamento. Los tribunales tienen la posibilidad de recurrir leyes aprobadas por un Parlamento, bien autonómico o estatal. Eso sí, no es de recibo decirle a un Parlamento qué puede o no puede someter a votación. Ahora que he acabado con lo mío, igual estudio en profundidad lo que pasa en Catalunya.

¿Se está judicializando la política o politizando la justicia?

?Se están metiendo figuras en la justicia afines a determinadas líneas ideológicas y, a partir de ahí, la politización de la justicia viene de hecho. En 2014 había un dictamen en el Constitucional que se quiso llevar al pleno donde se nos daba amparo. Ahí se hubiese acabado todo el asunto. ¿Qué pasó? Ese dictamen se retrasó y entró en el TC Enrique López, a quien designaron ponente de nuestro caso. Redactó un nuevo dictamen negándonos el amparo. Todos sabemos quién es López. No hay nadie que no se identifique con alguna tendencia y en la justicia también pasa. Pero otra cosa son los voraces. Esos que son colocados a dedo por determinados partidos y lo son para que vayan a perseguir ideologías e instituciones. l