Si en julio de 2014 Pedro Sánchez consiguió ser secretario general del PSOE por su imagen moderada y con el apoyo de Susana Díaz y buena parte de los altos cargos del partido, tres años después ha vuelto a hacerlo como un outsider, con la bandera de la izquierda, aupado por las bases y despreciado por todo el aparato.

Este madrileño nacido en 1972, doctor en Economía y Empresa y casado y con dos hijas, se forjó en Ferraz como uno de los hombres de confianza del exministro José Blanco. Concejal en Madrid, posteriormente diputado y, con poco más de tres años de trayectoria en el Congreso, derrotó a Madina y Pérez Tapias en las primarias de 2014.

Él dice que ahora es un hombre distinto, un político libre al frente de un movimiento nuevo, de una corriente de ilusión con la que el PSOE puede esquivar el agujero que conduce a la irrelevancia por el que están cayendo, uno a uno, sus hermanos europeos. Para sus detractores no es más que un oportunista, un político sin fondo, un temerario, un intruso que se ha colado en el PSOE de siempre, el que solo ellos dicen conocen y quieren salvar.

Pero en tres años Sánchez ha vivido doce procesos electorales, un cambio intenso en el panorama político español y un sinfín de deslealtades y guerras internas que ciertamente le hacen un hombre distinto al candidato fotogénico y educado que ganó en 2014 el casting socialista de su generación. Suele decir que tiene un máster en fuerzas emergentes, que muchas veces se ha sentido más como un caballo de carreras que como un secretario general y reconoce que ha cometido errores, pero siempre ha culpado de su débil liderazgo a Susana Díaz, que solo tres meses después de ser elegido le retiró su apoyo.

Previamente, Díaz vio en él a alguien que podía manejar a su antojo y creyó que auparle a la secretaría general le permitiría después ser ella la candidata a la presidencia del Gobierno. Fue el mayor error político de la andaluza: Sánchez sorprendió a todos con sus golpes de mano y su rebeldía, y se puso al aparato en contra.

Sabe que los que han dirigido históricamente el PSOE no le brindarán jamás su apoyo, pero ahora ya puede decir que los afiliados se identifican más con él que con los dirigentes históricos. Para él eso supone que su legitimidad es ahora más fuerte que hace tres años, no solo para liderar el partido, sino también para ser candidato a la Moncloa, su verdadera aspiración, aquello para lo que se lleva preparando desde antes de que muchos lo supieran.

Los que lo sabían y pensaban que no estaba capacitado para ser secretario general apoyaron a Madina hace tres años, aunque se llevaban bien con él y algunos fueron a su boda no religiosa con la bilbaína Begoña Gómez; esa que su madrina política, Trinidad Jiménez, ofició en 2006 en el hipódromo de la Zarzuela.

Según informa Efe, por entonces, Sánchez cambió el popular distrito de Tetuán, en Madrid, donde nació y milita su padre, por el prestigioso municipio de Pozuelo de Alarcón, y quiso también dar el salto a la política nacional después de pasar seis años en el Ayuntamiento de Madrid como concejal de la oposición, cuando Alberto Ruiz-Gallardón era alcalde y Trinidad Jiménez la portavoz municipal del PSOE.

Con ella había llegado en 2003, el año del tamayazo y del No a la guerra, cuando ya en Ferraz, con Zapatero como líder, contaban con él, con el joven economista que había militado desde siempre, pero que a la vez se había dedicado a estudiar y había trabajado en la ONU y en el Parlamento Europeo sin ni siquiera haber cumplido 30 años. También Rubalcaba contó con él como uno de los coordinadores de la Conferencia Política que definió en noviembre de 2013 el proyecto político del PSOE para la próxima década.

En esa época ya era diputado y ya tenía fama de muy trabajador, competitivo, eficaz, ambicioso, calculador y preciso. También de ser afable y simpático. Lo sigue siendo, pero ahora es un hombre distinto, al que su partido dio por muerto hace siete meses y no solo está vivo, sino que ha ganado las primarias por sí mismo, porque los militantes le han preferido a él, y ahora quizás lo que más le preocupa es no defraudarles.

contra todos Así, la maniobra que concluyó con su derrocamiento en el fatídico comité federal del pasado octubre ha otorgado a Pedro Sánchez una credibilidad que no había tenido hasta el momento entre los afiliados y las bases del partido. Se convirtió en una especie de mártir que supo aglutinar el descontento general de los militantes con la abstención en la investidura de Mariano Rajoy y que, contra todos los pronósticos, se ha alzado con una clarísima victoria. Sánchez tenía a todos los altos cargos contra él. Los barones regionales, la Gestora dominada por la federación andaluza y la vieja guardia del partido hicieron todo lo posible por desacreditarlo. Incluso la mayoría de sus fieles en su primera etapa al frente del partido le dieron la espalda, como César Luena, Francina Armengol, que se fueron con Patxi López.

No ha sido suficiente para frenarlo. Sánchez se ha erigido en líder de la izquierda del partido, aglutinando a militantes y a antiguos cargos que habían quedado relegados al ostracismo en las federaciones regionales, y a afiliados provenientes de la corriente Izquierda Socialista. Ahora se dibuja un futuro conflictivo y endiablado para el PSOE. En las próxima semanas veremos si el reelegido secretario general opta por iniciar una purga o intenta buscar consensos ante el riesgo de ruptura en el partido.

Julio de 2014. Pedro Sánchez ganó las primarias de hace tres años a los otros dos candidatos, Eduardo Madina y a José Antonio Pérez Tapias. Un entonces semidesconocido Sánchez contó con el apoyo de gran parte del aparato y, sobre todo, con el respaldo crucial de la federación andaluza de Susana Díaz.

Octubre de 2016. Tras cosechar unos resultados muy negativos en dos elecciones generales y con gran parte de los dirigentes regionales en contra, Sánchez se vio obligado a dimitir tras perder la votación crucial en un conflictivo comité general.

Enero de 2017. Patxi López anunció su candidatura a la secretaría general y arrastró a su proyecto a parte de los fieles a Pedro Sánchez. Sin embargo, Sánchez no se echó atrás y anunció su intención de concurrir a las primarias.

Mayo de 2017. Ayer, Sánchez revalidó el liderazgo del partido contra todo pronóstico y obteniendo una clara victoria con más de la mitad de los votos y diez puntos de diferencia sobre Susana Díaz.