Varios relatos han permitido a las nuevas generaciones conocer lo ocurrido en Gernika la tarde del 26 de abril de 1937, pero solo aquéllos que fueron testigos de lo ocurrido pueden hacer llegar de alguna manera el horror de lo vivido. Para lograr plasmar lo sucedido de una forma fidedigna, desde hace siete años la localidad representa una obra de teatro bajo el titulo de Gernika Sutan, en el que vecinos de la villa se convierten en actores por un día.

En la edición de este año, los alrededor de 200 participantes representaron la versión larga de la función, aquella en la que se muestran escenas de lo que fue el municipio antes del bombardeo, durante y después, basadas en hechos reales muchas de ellas. Es algo que ocurre cada tres años, ya que el montaje y la producción suelen ser bastante costosos al requerir bastante producción y tener que mover a mucha gente. Este diario ha conversado con Itxaso Amunategi, Denis Azkarate y Leire Garatxena, tres de los improvisados actores que dieron vida a la obra.

Amunategi, participante del colectivo Lobak, una iniciativa promovida por los jóvenes de la localidad foral para reivindicar la memoria del bombardeo. Para ella fue algo novedoso por partida doble ya que era “la primera vez que participaba en algo así y también con el colectivo Lobak”. En su parte representaron la huida de los niños de la guerra; mostraron como los familiares dejaron a sus hijos en el barco La Habana y al igual que ocurrió con aquel buque, “hemos querido hacer un símil con la situación que viven hoy en día los niños refugiados de los países en guerra como Siria” relata. Para llevar a cabo su parte, el colectivo Lobak construyó un barco mediante diferentes piezas, en las que a bordo llevaban a los personajes que Pablo Picasso representó en su más famosísima obra de arte, que ayudó a universarlizar la masacre de Gernika. Escoltando a esta pequeña comitiva caminaban una decena de jóvenes vestidos con el característico salvavidas rojo, una prenda que se ha hecho habitual tristemente en las imágenes que suelen llegar de los naufragios que ocurren en aguas mediterráneas de aquellos refugiados que intentan alcanzar las costas de europeas.

Otra de las participantes en el teatro colectivo llevado a cabo en el día de ayer fue Leire Garatxena. En su caso no era la primera vez que tomaba parte, aunque los nervios que acompañan antes del inicio de la representación es algo que no se pierden nunca. Para Garatxena la obra es “una forma de crear una memoria de lo ocurrido, sobre todo una buena forma de homenajear a nuestros antepasados”.

En su papel de superviviente del bombardeo tuvo dos escenas en las que entonó diferentes canciones; en la primera una del grupo local Ken Zazpi y en la segunda, coplas escritas por la bertsolari Onintza Enbeita, en las que “hablamos de nuestra situación tras el bombardeo, en la que también se relata en parte la reconstrucción posterior” mientras compartía una cocina ficticia ubicada en la plaza delante del consistorio. Para la actriz voluntaria en la jornada de ayer es muy importante “mostrar lo que vino después del bombardeo, porque no fue solo lo que supuso el ataque aéreo durante aquel día, sino que después hubo unas consecuencias”.

recorrido Las emociones estaban a flor de piel, tanto para los vecinos que representaban el espectáculo, como de aquéllos que se agolparon en las diferentes localizaciones que sirvieron como escenario. El acto teatral dio inicio en las inmediaciones de la fuente del Mercurio, para continuar por las calles 8 de Enero, Juan Calzada y terminando en la Plaza de los Fueros, delante del edificio consistorial. Durante semanas previas los participantes fueron perfeccionando sus apariciones, con el objetivo de que ayer todo saliera a pedir de boca, tal y como ocurrió. En el caso de Leire Garatxena su participación supone “un placer y me embarga la emoción porque es algo con mucho sentimiento”. Que la obra sea algo creado por los mismos habitantes de la localidad y descendientes de los supervivientes en muchos casos, es otro de los detalles que le da más valor al acto. “Es la implicación de un pueblo, en la que participamos como voluntarios con toda la ilusión y con un gran trabajo por detrás” reseñó Garatxena.

Otro vecino que ayer se estrenaba como actor en una de las escenas iniciales fue Denis Azkarate. Participante habitual en las funciones de diferentes coros y miembro de los Marijesiak, es una persona que está acostumbrada a cantar delante de la gente aunque lo de actuar era algo novedoso. Su rol era el de un suboficial del bando nacional, algo totalmente opuesto a sus creencias, pero en la que mostró sus dotes camaleónicas para meterse plenamente en su cometido. “Tengo 60 años y esto es algo que me ha tocado vivir”. Su escena mostraba la llegada de las tropas fascistas a la localidad.