Mariano Rajoy se ha tomado con filosofía su citación para declarar como testigo ante el juez en el caso Gürtel. Antes de clausurar la asamblea de la patronal CEOE, su primera aparición pública tras conocerse la noticia, el presidente español quiso quitar hierro a un hecho sin precedentes en la historia de la democracia española y consideró que acudir es “un acto de pura normalidad”. Es el primer presidente en ejercicio que tendrá que declarar de manera presencial o por videoconferencia ante un juez. El socialista Felipe González lo hizo pero por escrito, puesto que tuvo conocimiento de los hechos de la investigación por su condición de presidente español, y a Rajoy se le pregunta por cuestiones que pudo conocer por su papel al frente del PP. Por tanto, no se le permite recurrir a esa prerrogativa. No se le acusa de ningún delito y va como testigo, pero está obligado a responder y a decir la verdad, o incurrirá en un delito de falso testimonio o desacato. A pesar de la trascendencia política de la noticia, Rajoy dijo que acudir a la citación es un acto de “normalidad”. Preguntado sobre la posibilidad de aliviar el trago compareciendo por videoconferencia, se remitió “a lo que diga el tribunal”. Aún no hay fecha.
Rajoy dijo en poco más de un minuto que lo afronta “con absoluta normalidad” y acudirá “encantado” para “aclarar lo que quieran aclarar”: “Llevo diciendo durante mucho tiempo que cumplir la ley y hacer caso de las resoluciones de los tribunales es algo obligado para todos, me he referido también a los gobernantes y en mi caso también. Es mi obligación e iré encantado a lo que tengan a bien preguntar y aclarar lo que quieran aclarar. Eso ya lo veremos en su momento, pero esto es un acto de pura normalidad”.
La reacción del presidente español, que ha sido fiel a su estilo, es también una forma de templar el mensaje del PP, que se tomó como un ataque la decisión judicial. Con gesto relajado y sonriente, aseguró ayer que irá “encantado” a declarar, y no quiso entrar a valorar si le parece razonable o no la citación. La decisión de la Audiencia Nacional cayó como un rayo en la Moncloa, donde nadie esperaba ese posicionamiento de un tribunal que había rechazado en dos ocasiones convocar a Rajoy.
El presidente siempre ha tratado de marcar distancias con los hechos investigados, con el argumento de que se refieren a cuestiones municipales de Majadahonda y Pozuelo de Alarcón, y que sus altas responsabilidades en el PP no le dejaban tiempo para preocuparse por cuestiones menores como las campañas electorales de un par de localidades. El partido también ha argumentado que los hechos se refieren a otra época, la de Aznar, si bien Rajoy estuvo sentado en su Consejo de Ministros, y en su primera legislatura como presidente español tuvo como ministra a Ana Mato, exmujer del exalcalde de Pozuelo presuntamente implicado en la trama. La oposición le reprocha su mensaje de móvil a Bárcenas deseándole que se mantuviera fuerte. Ahora tendrá que dar explicaciones, pero su principal enganche es que no podrá ser una causa general contra el PP, sino que las preguntas deberán ceñirse al caso (primera época de Gürtel, desde 1999 hasta 2005).