Ayer 8 de abril culminó el proceso de desarme de ETA. Así lo había anunciado el denominado artesano de la paz Txetx Etcheverry en una entrevista concedida a Le Monde, y así lo corroboró la propia banda en un comunicado remitido a la BBC en la noche del pasado jueves en el que aseguró que había entregado todo su arsenal a la sociedad civil. Han sido muchas las incógnitas que han rodeado a este proceso, y a la espera de ver cómo evoluciona el día después, es indicativo ver cómo se ha desarrollado el proceso de desarme en situaciones que sin ser idénticas si guardan similitudes. Y son dos los antecedentes que pueden arrojar luz. Uno es actual, el proceso de desarme de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la otra hace referencia al camino que siguió la organización irlandesa IRA.
Desde la firma de la paz entre el Gobierno de Colombia y las FARC, uno de los aspectos importantes del proceso es cómo se iba a llevar a cabo el proceso de desmilitarización y desarme de los miles de integrantes de la guerrilla. Hay que señalar que el desarme comenzó el pasado 1 de marzo y según los acuerdos alcanzados debe estar concluido el 1 de junio. De entrada, los casi 7.000 guerrilleros de las FARC debían concentrarse en 26 zonas pactadas con el Gobierno de Colombia y la ONU. Así, el pasado 1 de marzo se procedió a la entrega del 30% de las armas en poder de las FARC. Los guerrilleros encargados de la verificación fueron los primeros en entregar sus armas. A partir del 1 de mayo se entregará otro 30% de material y antes del 1 de junio el 40% restante. La ONU ha desplazado a Colombia a 450 observadores, a quienes los guerrilleros de las FARC proporcionarán la ubicación donde se encuentran las armas. La intención es que las armas sean depositadas en contenedores mientras que el material pesado -municiones, minas o explosivos- será destruido por los artificieros de la ONU.
De entrada, la condición que ha puesto las FARC es que no haya imágenes de sus hombres entregando el material. Todo hace indicar que los jefes guerrilleros no quieren que los medios de comunicación registren su renuncia a la lucha armada.
Hace más de diez años, en 2003, fue el turno de las 13.000 personas que conformaban las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). El denominado Comandante R fue el primero en entregar su revólver. Lo dejó en manos del comisionado de paz del Gobierno colombiano, Luis Carlos Restrepo. Éste lo depositó en una tarima colocada en el suelo. Luego, uno a uno, los 855 ex combatientes del Bloque Cacique Nutibara (BCN) -uno de los grupos de la AUC- fueron dejando sus armas. Había de todo: ametralladoras, revólveres, fusiles y armas de fabricación casera.
IRA, diez años Si el desarme de las FARC se producirá en un tiempo que se puede considerar récord, el IRA tardó diez años en concluir el proceso de desarme, que no de disolución puesto que oficialmente la organización norirlandesa no se ha disuelto.
El 10 de abril de 1998 se produjo la firma de los denominados Acuerdos de Viernes Santo. Tuvieron que transcurrir dos años hasta que en 2000 el IRA anunciara su intención de entregar de forma “completa y verificable” el arsenal que almacenaba. Al igual que ha sucedido en Euskadi, en el caso del IRA los encargados de verificar el proceso estaban integrados en la Comisión Internacional Independiente de Desarme. Dos hombres eran claves en esta comisión, el general canadiense de origen escocés John de Chastelain y el sudafricano Cyril Ramaphosa. Chastelain, presidente de la Comisión Internacional de Desarme, nació en Escocia pero su familia emigró a Canadá tras la II Guerra Mundial. En 1989 fue nombrado jefe de las Fuerzas Armadas de Canadá. Por su parte, Ramaphosa fue secretario general del Congreso Nacional Africano (CNA). En octubre de 2001 De Chastelain aseguró: “Hemos sido testigos de que el IRA ha inutilizado de forma completa una cantidad de armas. El material incluye armas, munición y explosivos”. Ademas, el general canadiense aseguraba que el mecanismo de inutilización del armamento implicaba que no había ningún riesgo para el público y evitaba que otros se apropiaran del armamento. Aunque no se hizo pública la modalidad de desarme, medios republicanos aseguraron entonces que el IRA había optado por cubrir con cemento sus arsenales en una operación que estuvo en todo momento supervisada por los mediadores internacionales.
Tras supervisar hasta cuatro entregas o destrucción de armamento, en 2005 la Comisión Internacional de Desarme aseguró que el IRA estaba ya totalmente desarmado. Tres años más tarde, en septiembre de 2008, el Gobierno del Reino Unido consideró “oficialmente desarmada” a la organización republicana. Habían transcurrido diez años desde la firma de los Acuerdos de Viernes Santo.
Modelo bretón Mucho más sencilla fue la decisión adoptada por Armée Revolutionnaire Breton (ARB), que en septiembre de 2000 comunicó al juez antiterrorista francés Gilbert Thiel el lugar exacto donde la organización guardaba sus explosivos. El juez puso el dato en conocimiento de la Policía Judicial que en un bosque cercano a la localidad de Perret, en el corazón de Bretaña, encontró casi cien kilos de Titadyn así como 400 detonadores industriales. En julio de 2001, el ARB anunció oficialmente a través de un comunicado que su actividad armada había cesado un año antes.