Los restos de José Miguel Etxeberria, Naparra, “no están en el lugar que hemos analizado”. Tras cuatro horas de trabajo en una finca entre las localidades de Brocas Les Folges y Labrit, próximas a Mont-de-Marsan, los investigadores franceses, el forense Paco Etxeberria, el abogado Iñigo Iruin y el hermano de Naparra, Eneko Etxeberria, se marcharon como llegaron, pero con la esperanza que alimentaba el creer que los datos eran verosímiles debilitada cuando toca plantear nuevas diligencias: “En esos metros cuadrados no hay restos de José Miguel. No podemos decir que dos metros más allá puedan o no estar”.

A primera hora de la mañana lo había advertido en la plaza de Brocas Eneko Etxeberria: “Hasta que aparezca o no, no sabemos qué fiabilidad tienen esos datos. Ese punto también hay que tenerlo en cuenta”. La expectación era fundada... y contenida.

Un informante vinculado con las cloacas del Estado había trasladado en Brasil al periodista Iñaki Errazkin el año pasado que Naparra, hecho desaparecer en Baiona en junio de 1980 en una acción reivindicada por el Batallón Vasco Español, fue enterrado a una hora de la capital labortana. En un robledal entre las dos localidades citadas, en la zona noroeste de dicho bosque, junto a dos árboles que estaban próximos entre sí y a unos 60 centímetros de profundidad.

Con esa información, el titular del Juzgado de Instrucción número 2 de la Audiencia Nacional, Ismael Moreno, reabrió la causa que cerró en 2004 y mandó una comisión rogatoria a Pau. La Policía gala ha investigado durante casi cuatro meses y ayer era el día señalado.

La primera cita fue a las 9.00 horas en la comisaría de Mont-de-Marsan, adonde acudieron Iruin y Paco Etxeberria. Primera novedad: de las dos zonas sospechosas que había marcado el forense en su informe, la Gendarmería había descartado una, la del punto kilométrico 53, cercana a Brocas. “No nos ha sorprendido y casi nos ha animado porque coincidía con las apreciaciones que había hecho Paco”, explicó Iruin la elección del área. La vegetación del área descartada, que en 40 años ha sufrido dos importantes inundaciones según Iruin, ha variado sobremanera.

Un robledal, el lugar elegido, al que la comitiva llegó a las 10.45 horas. Media hora más tarde arrancó los trabajos la excavadora que la veintena de periodistas pudieron divisar desde el exterior del terreno, a algo más de cien metros de distancia.

“Mientras haya ruido, mal asunto”, reconoció el historiador Iñaki Egaña, que acompañó a Etxeberria en el exterior y que preveía que un menor movimiento de la excavadora podía ser señal de que los investigadores habían hallado algo. La antesala a una tarea minuciosa y manual. Hubo dos momentos en los que, con esa hipótesis, la expectación de inicio que caía con las horas se recuperó.

El primero fue a las 13.00 horas. La máquina se detuvo y no se movió durante minutos. Bajo un sol de justicia, sí lo hicieron los responsables del operativo, incluido el procurador de la república de Mont-de-Marsan, Jean-Philippe Récappé, que llegó poco antes del mediodía. Las 13.00 horas era la hora elegida para hacer la pausa para la comida.

tensa espera Este parón se prolongó durante una hora y media que el terreno siguió custodiado por la Policía, que empleó a una veintena de agentes, según explicó la lugarteniente responsable de la investigación, Anne Coulombeix, jefa del departamento de antropología-hematomorfología del Instituto de Investigación Criminal de la Gendarmería.

Hasta las 15.15 horas. Segundo parón. Las especulaciones volvieron en la zona exterior del terreno durante los quince minutos en los que no se percibieron movimientos. ¿Habrían pasado los investigadores a una fase manual de la prospección?_La ventaja de la excavadora ante un área divida en tres zonas que rondó en total los 400 metros cuadrados era la velocidad de los trabajos, que alcanzaron una profundidad cercana al medio metro, según explicó Coulombeix, aunque existe el riesgo de que algunos huesos se rompan o se modifique su disposición.

La calidad del terreno no supuso especiales dificultades, como explicó el forense Paco Etxeberria después. Una primera capa arenosa que “se rebanaba como el queso” y una segunda prácticamente negra que evidenciaría con rapidez si en los últimos años había habido movimientos. No los hubo, al menos en las tres zonas analizadas ayer, próximas a dos villas utilizadas como segunda residencia cuyos propietarios en los últimos 40 años también han sido investigados.

A las 16.40 horas concluyeron los trabajos. Diez minutos después, los responsables galos recorrieron la pista a pie para explicar los detalles a los periodistas de Hegoalde y a los que se acercaron desde el norte del Bidasoa -como Sud Ouest, Reuters, France 3 y Radio Bleu Gascogne- hasta el kilómetro 52 de esa carretera comarcal.

El mensaje de las autoridades galas, que centró Réccapé, se basó en una línea argumental básica: “Hemos cumplido con la comisión rogatoria”. No hubo “anomalías en las zonas analizadas”, en palabras de la jefa de la investigación, que explicó el método arqueológico forense clásico utilizado sobre el terreno. La pelota vuelve a estar en el tejado de la acusación, que en los tribunales lidera Iñigo Iruin, y del propio juez Moreno.

Mientras en el interior de la finca la jueza Solenne Moltyl, cuya actitud positiva resaltó la acusación, continuaba con la redacción del informe que enviará a Madrid y los responsables de las pesquisas explicaban los datos a la prensa, en mitad de la pista esperaban Paco Etxeberria e Iruin en el vehículo del primero.

arboleda “Las dimensiones de la arboleda no permitían examinarla en su totalidad y se han seguido las indicaciones de la información que se tenía”, reconoció Iruin, que definió el examen como “exhaustivo, técnicamente correcto”.

El golpe de ayer fue “duro” para la investigación, como reconocieron Paco Etxeberria -que, afectado como el hermano de Naparra, prefirió no entrar en demasiadas valoraciones públicas- e Iruin, pero la acusación que acudió con expectación hasta Labrit no tira la toalla y, cuestionado en si confía en encontrar los restos en la misma finca, el abogado apuntó al emisor de la información inicial: “No sé si esa fuente puede aportar algún detalle más sobre este concreto lugar. No se puede anticipar. Iremos sin prisas pero sin pausa, porque la investigación no se acaba”.

“Una vez se reciba el informe de la comisión rogatoria volveré a analizar toda la causa, sobre todo los últimos datos de los que hemos dispuesto y conforme a eso veremos qué línea de acusación planteamos”, avanzó Iruin, que prometió “nuevas diligencias. La propia información que se nos da permite abrir alguna vía más de investigación. Veremos con qué resultado”.

Un resultado que en los próximos meses confían en que sea positivo a pesar de la frustración y el “golpe” de ayer, cuando José Miguel Etxeberria podía ser encontrado. En buena medida porque, como reconoció por la mañana su hermano Eneko, “el objetivo es recuperarlo. Que esté con nosotros. Sobre todo, por la ama. Perder un hijo es grave y recuperarlo, sería la hostia”.