El 30 de marzo de 2017 cumpliría 101 años, pero falleció en 2009 en Baiona. Ella, Julia Hermosilla, hija de cenetistas, pareja de cenetista, madre cenetista... En otras palabras, Paquita o Eugenia en la resistencia, la Revolucionaria para su círculo de amistades, participó en dos intentos de atentado contra el dictador español Franco. El primero aconteció, según ella, en 1948 “en Madrid” -aunque todo lleva a que fuera en la bahía de La Concha- y el segundo también en Donostia, en el palacio de Aiete.
El libro ‘Matar a Franco: los atentados contra el dictador’, de Antoni Batista, dice lo siguiente sobre el segundo. Que el anarquista Ángel Aransaez, pareja de Julia Hermosilla, conoció en la cárcel a uno de los fundadores de ETA, Julen Kerman de Madariaga y contactó con él para proponerle el pase de explosivos. Mientras tanto, Julia Hermosilla actuaba en Donostia como observadora del terreno y decidió ubicar el operativo del mando a distancia de explosión en la ladera del monte Ulia, “según fuentes anarquistas”, matiza el autor quien comprobado que no había visibilidad en ese lugar, estima que “el lugar debió ser el monte Urgull, y concretamente el Paso de los Curas, cercano con perfecta visibilidad sobre Aldapeta y línea sin interferencias para las ondas electromagnéticas”.
El libro ‘Maizales bajo la lluvia’, del periodista donostiarra Aitor Azurki, recoge el testimonio de Julia Hermosilla y su hijo Naiarin. Habla Julia: “Pues mira, pusimos la bomba debajo del puente, me parece que allí hay un hotel”. Su hijo le corrige: “No, no. Era en el palacio de Aiete, subiendo”.
Fuera como fuera, el intento “no salió bien porque se gastaron las pilas. El mando a distancia no funcionó”, agregaba Naiarin quien iba más allá: “Entonces mandaron a mi madre a por ella, no fuera a explotar y hacer víctimas inocentes”. Otras fuentes consultadas estiman que el intento fue al traste “porque la lluvia mojó el explosivo”.
La libertaria vizcaína había tomado también parte en otro atentado -”uno aéreo en 1948 en Madrid”, valoraba - aunque todo apunta que se refiera al del 12 de septiembre de aquel año en La Concha de Donostia. Un avión proveniente de Iparralde sobrevoló la bahía. El plan no funcionó por la presencia de un hidroavión y cazas del Ejército del Aire. Los anarquistas decidieron posponer el ataque y conservar los explosivos que pudieron ser los que se utilizaron en Aiete.
De lo que no cabe ninguna duda es que Julia Hermosilla fue como ella decía “rebelde” siempre, de la CNT siempre, de Aransaez siempre... “Nuestra vida ha sido siempre de aventuras”, concluía en el libro ‘Maizales bajo la lluvia’ , quien conoció a históricas personalidades como Isaac Puente, Ramón Rubial, los lehendakaris Aguirre y Leizaola, y era amiga de Telesforo Monzón, entre otros, y quien como miliciana perdió casi el sentido el oído en el bombardeo histórico de Otxandio. Al estallar la guerra no dudó en ir a defender la villa y Villarreal (Legutio).
Aitor Azurki trató de conocerla en 2006 porque “tenía todos los elementos para entrevistarla: mujer feminista, antifascista, miliciana, herida en la guerra y exiliada y luchadora antifranquista. No lo dudé. Era ese tipo de personas que te cambia la visión de la vida, ese tipo de personas que todo el mundo debería conocer al menos una vez en la vida porque, a través de sus palabras, de su vida se reconstruía el devenir de nuestro pueblo, la lucha de la sociedad por la libertad”.
Le costó reiteradas llamadas poder entrevistarle por su salud, pero llegó el día y acudió a su casa de Angelu, Lapurdi, y hablaron largo y tendido. “De su lucha por la libertad e igualdad como mujer -feminismo, diríamos hoy, por supuesto-, de anticonceptivos, de la visión machista de aquella sociedad, de su lucha anarquista, de su amor Aransáez, de la lucha en la Guerra, de la ‘derrota’ y el exilio, de formar una familia fuera del odio y siempre a favor de la cultura, del amor por Euskal Herria y el euskera, de su activa lucha antifranquista desde Iparralde...”
Hermosilla fue aquella niña de 14 años que no dudó en ser de la CNT con solo 14 y a la que sus compañeros le llamaron “mocosa” con 18 primaveras cuando quiso salir pitando a luchar en la revolución de Asturias de 1934 con su buzo y pistola de Eibar. Regresó junto a su pareja Ángel Aransaez -hijo del histórico riojano Saturnino Aransaez- y se plantó en julio de 1936 en Otxandio a batallar contra los golpistas. “En Julia y su familia se puede ver nítidamente el sacrificio, la humanidad, tenacidad y compromiso por un ideal, una mujer, un pueblo por su libertad tanto individual como colectiva. Julia -concluye Azurki- fue, en muchísimos aspectos, auténtica vanguardia revolucionaria”.