madrid - El expresident de la Generalitat, Artur Mas, siguió ayer tirando del hilo argumental de su exconseller de Presidencia, Francesc Homs, para resaltar la indefinición de la providencia del Tribunal Constitucional que prohibía la consulta del 9-N. Ante el Tribunal Supremo que enjuicia a Homs, alegó que antes de la consulta “nadie dijo que podría ser un gran delito, como parece ahora”. La nula concreción de esa orden hizo que la Generalitat no frenara un referéndum por el que, aunque en una instancia judicial diferente, Mas también está encausado. “No era clara en cuanto a qué debíamos impedir o suspender. Y eso tenía importancia, dado que era ya un proceso en manos de 42.000 voluntarios”, según profundizó.

Testigo principal de la defensa de Homs, Mas compareció apenas durante 22 minutos en los que hizo un repaso detallado de los hechos, en ocasiones con gran precisión en los datos. En líneas generales, su defensa se basó al principio en recordar que el 9-N fue un “proceso participativo” que devenía de un referéndum prohibido con anterioridad. Y no fue hasta el 4 de noviembre de 2014 cuando llegó un correo electrónico, y posteriormente el citado escrito del Constitucional, para bloquear la iniciativa. “Ni la consulta que habíamos promovido como Gobierno ni el proceso participativo tenían efectos legales vinculantes. Así se dijo desde el primer momento”, sentenció para después recordar que el Gobierno español se tomó el asunto a “mofa” como si fuera “una nueva ocurrencia de Mas” y no pasó a la acción judicial hasta días después. Pero esa respuesta, y sobre todo el alcance que podría tener desobedecer a esa orden judicial, no fueron clarificados con argumentos de peso sino cayendo en la abstracción. Tanto es así que el expresident aseguró que el asesor del Govern -y quien fuera vicepresidente del alto tribunal-, Carles Viver, le comentó que era “una providencia enormemente genérica” frente a la que había que reclamar las pertinentes aclaraciones. No hubo más comunicación ante lo que consideró como “un abuso de poder” del Gobierno de Rajoy. “Nadie más nos requirió nada, nadie actuó”, prosiguió. “Ni fiscales, ni jueces de guardia, ni ningún tribunal, ni mucho menos el propio Constitucional”.

“Era un defecto de forma muy importante y, a criterios de muchos juristas, determinante para un posible delito de desobediencia y prevaricación”, se refirió el actual líder de PDeCAT sobre la situación que entonces se le abría. Sus tesis fueron avaladas por Viver, quien en el transcurso de su declaración ofreció explicaciones similares a las del expresident. “Le dije que debía obedecer la providencia que suspendía, pero que, honestamente, no podía decirle cuáles eran las actividades que había que suspender”, abundó el asesor. Por último, el exmandatario del Govern aseveró que si llevó a llevó a buen puerto el referéndum fue porque fue un mandato expreso del Parlament de Catalunya. “Intervine en todo momento para cumplir los mandatos del Parlamento al que me debía”, asumió, repitiendo de esta forma lo expuesto en su declaración del pasado 6 de febrero como acusado por un presunto delito de desobediencia ante el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya.

gritos contra mas Otros testigos claves, y también llamados por la defensa de Homs, fueron algunos de los altos cargos de Presidencia del Govern y directores de las empresas que tomaron parte activa en la organización del 9-N. Sus declaraciones se basaron principalmente en asegurar que ni la Generalitat ni Homs -acusado de sendos delitos de prevaricación y desobediencia por los que la Fiscalía pide nueve años de inhabilitación- dieron órdenes concretas para paralizar el referéndum ni las labores de publicidad, buzoneo o informática previas a su celebración.

Artur Mas llegó al Tribunal Supremo acompañado de un grupo de personas -entre ellas se encontraba el propio Homs- unos quince minutos antes de que comenzara su comparecencia y tuvo que soportar las iras de algunos concentrados frente al Alto Tribunal. Fue el caso de dos hombres que le aguardaban para gritar contra él lemas como “sedicioso” o “España nos roba y luego sois millonarios”.