bilbao - Tras la presentación por parte del Gobierno Vasco del proyecto de Presupuestos para este año, los partidos comenzaron ayer a tomar posiciones y poner sus condiciones sobre la mesa. La insistencia en que el 76% del proyecto se destinará a cuestiones sociales no ha seducido por completo a EH Bildu y Elkarrekin Podemos. Ambas coincidieron en poner sobre la mesa los dos requisitos ya conocidos para aprobar las Cuentas: una reforma fiscal que grave las rentas más altas y los beneficios de las empresas, y que la renta de garantía de ingresos aumente en la misma medida que el salario mínimo, y no en función del IPC. El único matiz en el discurso fue la disposición más concreta por parte de EH Bildu al acuerdo, con un emplazamiento a negociar la abstención de su grupo, que en ningún caso votaría a favor por esa discrepancia sobre el capítulo de ingresos. Podemos planteó la reforma fiscal como una exigencia que debe ser satisfecha de modo inmediato, y su tono fue el más crítico.
El PNV ha pedido a los partidos que intenten aproximarse al proyecto desde una posición “realista”, asumiendo la realidad económica y el marco presupuestario, un llamamiento que también realizaron ayer sus socios del PSE. Las dos coaliciones de izquierda, sin embargo, no aceptan el capítulo de los ingresos. EH Bildu se presta a negociar su abstención y planteará cuestiones como la reforma fiscal, pero su discrepancia con el marco actual de ingresos hace que de antemano anuncie que no votará a favor.
Cabe recordar que los tiempos de la reforma fiscal no correrían en paralelo a las Cuentas porque, en caso de aprobar esa modificación de los impuestos, entraría en vigor el próximo año. Elkarrekin Podemos, no obstante, pidió una reforma “inmediata”, y trató de proyectar mayor distancia con el PNV. Los jeltzales recordaron ayer que los impuestos son competencia de las Juntas Generales de los tres territorios. En la negociación de los Presupuestos de Álava, el gabinete PNV-PSE selló algunos compromisos fiscales con EH Bildu.
Quien tendió ayer la mano con mayor claridad volvió a ser el PP, que calificó el proyecto de “realista”. Tanto PP como EH Bildu coincidieron en avisar al Gobierno Vasco de que tendrá que decantarse por uno de ellos dos, porque sus modelos no son compatibles. La abstención de uno de los grupos de la oposición sería suficiente para aprobar el proyecto del Gobierno PNV-PSE.
El parlamentario de EH Bildu, Iker Casanova, detectó un fallo “estructural” en el proyecto porque el capítulo de los ingresos es “insuficiente”. Se sirvió de un dato concreto: dijo que los Presupuestos han subido un 1,2% con respecto a 2016, y que ese incremento está por debajo del IPC, situado en un 1,5%. Por ello, concluyó que el Gobierno Vasco va a perder poder adquisitivo. Para solucionarlo, avisó de que pedirá a PNV y PSE, que gobiernan en coalición en Lakua y en las tres diputaciones, que se comprometan a impulsar una reforma fiscal en las Juntas Generales de Bizkaia, Gipuzkoa y Araba. En concreto, esa reforma debería incrementar la presión sobre las rentas altas y los beneficios empresariales, incidiendo en ese caso sobre el Impuesto de Sociedades. También pidió incidir en el gasto social, exigiendo en concreto que la renta de garantía de ingresos suba un 8%, al igual que el salario mínimo. Casanova emplazó al Gobierno Vasco a que elija entre un PP que “recorta los derechos sociales y políticos de este país”, y una EH Bildu que quiere elaborar un proyecto “más social y progresista”.
Desde Elkarrekin Podemos, Lander Martínez coincidió en los requisitos, aunque los planteó con un tono más expeditivo al exigir una reforma fiscal “inmediata” que aporte más ingresos. El contenido de su intervención no apuntó en dirección al acuerdo y trató de marcar distancias con un proyecto que “no es social” y que ve “con cautela”. Se refirió a la presentación del proyecto como una operación de “marketing político”, y avisó de que el modelo social de su coalición “es muy diferente” al que defiende el PNV. “No son unos Presupuestos sociales. Hacen falta más ingresos y una reforma fiscal que cargue al que más gana”, defendió. Se mostró dispuesto al acuerdo, pero adelantó que el aumento de la renta de garantía de ingresos en función del IPC “es una traba” para su apoyo.
SIN CAMBIO DE CROMOS Desde el PP, Antón Damborenea aseguró que el Presupuesto le parece continuista, pero que también “es más realista” que el de 2016, que “parecía la cuenta de la lechera en cuanto a ingresos”. En Radio Euskadi, pidió a Urkullu que favorezca la creación de empleos de calidad, y que tenga en cuenta a las clases medias, lo que “no coincide en absoluto con lo que plantean Bildu o Podemos”. Además, quiso desvincular estas conversaciones de las negociaciones sobre los Presupuestos estatales de Rajoy. “Ni ellos (el PNV) van a aprobar los Presupuestos de Rajoy porque nosotros se los aprobemos aquí, ni viceversa. Cada ámbito es distinto”, zanjó.
Desde el PNV, Josune Gorospe pidió “responsabilidad y realismo” a los grupos, y apostó por un acuerdo “lo más amplio posible”. También pidió a la izquierda que no plantee el capítulo de ingresos como un escollo para negociar. Desde el PSE, José Antonio Pastor dio por cumplido el pacto con el PNV y pidió al resto de fuerzas que sean “realistas”. El lehendakari ensalzó un proyecto que va a destinar “más recursos que nunca a los servicios públicos”. Hoy arranca la tramitación, con la entrada de las Cuentas en el Parlamento.