No está tan claro que vaya a ir adelante la imputación penal contra los directivos del Banco de España y de la Comisión Nacional del Mercado de Valores por el fiasco de la salida a Bolsa de Bankia. Pero lo que sí es manifiesto es la mentira política que rodeó la polémica fusión de cajas que dieron origen a Bankia, la connivencia de la banca española en su salida a Bolsa (todos los grandes salvo BBVA avalaron) y el rescate con fondos públicos que supuso un enorme quebranto a los contribuyentes.
No es justo culpar sólo al círculo del Partido Popular, Rato o Blesa, de aquel desastre. En ello anduvo la negligente, y ahora veremos si dolosa, actitud del entorno del PSOE, del que procede el propio Miguel Ángel Fernández Ordóñez. Por recordar, la salida a Bolsa se produjo durante el segundo mandato de José Luis Rodríguez Zapatero con Elena Salgado como responsable de Economía. Así que en el engaño, que lo hubo, participaron los dos principales partidos españoles en comandita.
Aclarar lo que sucedió debería ir más allá de la depuración de responsabilidades, algunas ya inmersas en procesos judiciales, y ahondar en la transparencia bancaria y en la credibilidad de los órganos supervisores. ¿Para qué el Banco de España y sus ingentes recursos si no son capaces (u ocultan, que es lo que habrá que dilucidar ahora) de detectar tamaña insolvencia de una operación que los técnicos advirtieron abocada al fracaso?
Lo que nos dijeron, desde el PSOE primero y el PP después, de que no iba a costar ni un euro al contribuyente fue una tomadura de pelo. Peor aún es que a estas alturas no sepamos siquiera cuánto han costado en realidad los sucesivos rescates a los que se han ido apuntando las entidades financieras.
Salvo que se demuestre que hubo un interés particular, no político, en desoír las advertencias, será difícil encuadrar este caso bajo el epígrafe de “corrupción”. Pero coincidirán en que incluso aunque los citados por la Audiencia nacional no pasaran de su condición de “investigados”, sería muy conveniente revisar el sistema para evitar nuevos desaguisados.
La impresión que transmite el partido en el Gobierno español no es precisamente la de limpiar estructuras caducas, tapar rendijas por las que se cuele la corrupción y ejemplarizar con algo parecido a “lo hicimos mal y no volverá a repetirse”. La peor señal a la ciudadanía la ha dado un señor abogado que en nombre del PP se ha negado en el juicio por la red Gürtel a contestar a la Fiscalía. Dice Rajoy que “de aquellos casos han pasado muchos años”. Sí, pero él sigue igual, ganando congresos y pasando de puntillas sobre el fango del que es responsable.