madrid - Cuando a las instituciones le tiemblan las piernas, crean una comisión y así se les va pasado el susto y el tiempo. Cuando al PP se le atragantan los debates morales como le ocurre ahora con la peliaguda gestación subrogada, aplaza la votación y prefiere llamar antes a los especialistas para que dictaminen. De esta manera, Javier Maroto respiró aliviado porque superaba sin jirones el sofoco que le había supuesto lidiar durante muchas tensas semanas tan enrevesado asunto, capaz de poner de acuerdo a dos mentalidades antagónicas como Cristina Cifuentes y Esperanza Aguirre, pero también de encrespar a la retaguardia opusdeista y al feminismo aguerrido. Dos colectivos de mujeres acudieron hasta la Caja Mágica -tiene mérito el desplazamiento- para repartir cientos de octavillas contra la mercantilización de este servicio de vientres de alquiler.

Maroto sale ileso, por tanto, de otro pulso con el ala traicionada del Partido Popular tras haber abanderado a su llegada a Madrid el hostigamiento contra los corruptos del partido, que satisfizo a Mariano Rajoy y, en cambio, encrespó a los tradicionalistas alojados en Madrid y Valencia. Así consolida su posición en el poder orgánico. En el acotado grupo de poder alavés,

Maroto es quien mejor ha sabido aprovechar, sin duda, la oportunidad que supuso el guiño de renovación controlada que Génova ideó para apaciguar la asfixia de las cuentas B gestionadas por el extesorero del partido Luis Bárcenas y el caso Gürtel. En el empeño y desgaste de la gestación subrogada, el exalcalde vitoriano ha tenido el apoyo permanente del senador Iñaki Oyarzábal, que pierde su plaza como enlance con las víctimas del terrorismo en favor de Mari Mar Blanco.

taponado por CoSPEDAL A Alfonso Alonso, en cambio, también le aplauden pero con un rictus de compasión porque saben que su generosidad se ha vuelto a quedar sin premio en la cúpula del PP. Taponado por Cospedal y Maíllo, el exministro de Sanidad durante la pasada legislatura apenas recibe el premio moral del reconocimiento a su trayectoria y la comprensión por la angustiosa travesía política que inicia en Euskadi.

Inesperadamente, el verbo diferente del presidente de los populares en Gipuzkoa, Borja Sémper, ha encontrado el reconocimiento con una vocalía en la inamovible estructura a la sombra de Rajoy.

Ahí se cierra la participación del Partido Popular en la CAV en este congreso, que brindó ayer en la ponencia sobre la territorialidad un respaldo expreso a la foralidad y de manera explícita al Concierto Económico vasco y el Convenio navarro. No hubo necesidad de votación porque así se evitan males mayores con respecto a otras autonomías. No obstante, a la representación de los populares vascos se le volvió a reconocer en más de una intervención el sufrimiento vivido durante el terrorismo de ETA. Alonso encontró el terreno abonado para exigir a todo el partido un compromiso con las víctimas -el presidente Rajoy también lo haría con especial énfasis en su discurso- y la necesidad de crear un relato verdadero que suponga una seña de identidad.